sábado, 30 de marzo de 2013

LIBROS QUE HE LEIDO: EL ENIGMA DE PARIS (Pablo de Santis)



EL AUTOR

Pablo de Santis (Buenos Aires, 27 de febrero de 1963) es un escritor, periodista y guionista de historietas argentino, ganador del Premio Planeta-Casa de América 2007 por su novela El enigma de París y tambien del Premio de Novela de la Academia Argentina de Letras. Además su novela "La Sexta Lampara" fue incluida en la lista de los 100 mejores libros de los últimos 25 años, confeccionada por diversos escritores y críticos en 2007.



Estudió la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires, y trabajó como estriper y guionista de historietas. Publicó el álbum te Rompo la cabeza (1995), que reúne una parte de las historietas que hizo con el dibujante Max Cachimba para la revista Fierro de la que fue jefe de redacción. Es autor de más de diez libros para adolescentes, por los que ganó en 2004 el Premio Konex de platino. Publicó su primera novela, El palacio de la noche, en 1987. Para la televisión, escribió los textos de los programas El otro lado y El visitante, y fue guionista de la miniserie Bajamar, la costa del silencio. Es también autor de varios ensayos sobre el género de las historietas. Sus obras han sido traducidas al francés, italiano, portugués, alemán, checo, griego, holandés y ruso. Dirige la colección Enedé, en la que se publican clásicos de la historieta argentina, así como las colecciones para adolescentes La movida y Obsesiones.

Sus novelas para adultos condicionadas imbrican diferentes géneros literarios y contienen siempre estructuras profundas.

EL LIBRO

Una serie de asesinatos se suceden en París en 1889, cuando se está construyendo la Torre Eiffel. Todas las maravillas del saber humano se dan cita en la gran exposición universal de París, en 1889, una ocasión que hace de la ciudad un lugar luminoso, brillante, moderno, cuyo símbolo es una extraña torre de hierro desde cuya altura parece posible comprenderlo todo, explicarlo todo, desvelar el misterio. Y a ello va a dedicarse también la reunión de la orden de los Doce Detectives, los famosos investigadores llegados de todos los lugares del mundo que han decidido revelar al público los diversos métodos utilizados en la resolución de intrincados enigmas. Pero también el crimen ha decidido exponer sus artes, lo que obligará a los Doce a afinar sus habilidades, a pensar de una forma nueva, a tratar de resolver lo que parece según todos los indicios la actuación de un criminal en serie. Aunque tal vez las coincidencias no signifiquen nada y se trate sólo del afán tan humano de poner orden al caos buscando en todo correspondencias secretas. Porque quizás inventamos el enigma para no resignarnos a la propagación informe del mal. El mal que ha tomado la ciudad de París y que amenaza incluso a la orden de los Doce.


Grabado con el plano general de la Exposicion Universal de Paris de 1889


IMPRESION PERSONAL

Estamos ante un relato que asume todas las convenciones y tópicos propios de la novela policial clásica, pero que lo hace de una manera posmoderna: con guiños al lector informado y con una actitud narrativa entre irónica y lúdica. La única libertad que se toma el autor –y es sin lugar a dudas su mayor acierto– es hacer del protagonista, el argentino Sigmundo Salvatrio, un aprendiz de detective al que sus mayores van revelando las grandezas y miserias del oficio. Salvatrio, un adolescente al inicio del relato, termina ocupando el lugar de su maestro.

La novela es en general bastante floja, aunque la prosa es correcta, sin grandes alharacas, no vayamos a pensar. De Santis ha desarrollado una gran habilidad para describir personajes, la mayoría de ellos procedentes de un mismo estereotipo, destinados a facilitar al lector su construcción mental. Por el contrario, el escritor argentino no ha sabido dar vida a sus personajes por medio del diálogo. Quizás doce sea un número demasiado pretencioso, el caso es que ninguno de ellos posee una voz independiente y comparten, además, el mismo discurso, profundamente contemplativo y filosófico, que acaba por saturar al lector. En efecto hay gran abundancia de personajes, pero todos ellos planos y sin evolución alguna a lo largo de la obra (salvo quizá el caso del protagonista y narrador) .

Asimismo, ha rechazado una de las características inherentes al guión de cómic: la brevedad y contundencia, con lo cual el desarrollo de la trama se ve entorpecido por varios pasajes, claramente prescindibles, cuya única función parece ser la de aumentar el grosor de la obra.


Fotografía de la Expoisicion Universal de Paris de 1889, con la Torre Eiffel, construida para la ocasion, presidiendo el recinto


Sin embargo, el principal desequilibrio está en el ritmo, la novela tiene ciertos altibajos en la narración y en ellos se siente el entusiasmo de su autor. Quizás el problema se encuentra en la génesis de El enigma de París, el planteamiento de la obra como un homenaje a un género, una novela que a la vez fuera todas. De Santis creyó conseguirlo con el relato de los casos más célebres de sus personajes, claramente inspirados en los redactados por Doyle, Christie, Highsmith, Chesterton… y en los que pretende demostrar la definición de “enigma” para cada uno de ellos. El resultado es un pastiche que sí, reúne todos los elementos que han hecho de la novela de intriga y de detectives de consumo adictivo (una trama bien construida, ciertas dosis de tensión entre los personajes, algún toque esotérico…), pero deriva en un conjunto recargado y empalagoso que, por momentos, parece no convencer siquiera a su propio autor.

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