domingo, 24 de junio de 2018

LUJURIA (Juan Eslava Galan)




EL AUTOR

Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 7 de marzo de 1948) es un escritor español del género histórico, tanto de ficción como de no ficción. Ha publicado algunas novelas bajo el seudónimo de Nicholas Wilcox.




Hijo de olivareros, estudió en los colegios de Arjona hasta que, al cumplir los diez años, su familia se trasladó a Jaén para proseguir el bachillerato. Estos primeros años de estudios quedaron plasmados en su novela Escuela y prisiones de Vicentito González.
Cursó Filosofía y Letras en la Universidad de Granada, licenciándose en Filología Inglesa, y luego realizó un viaje al Reino Unido con el objetivo de ampliar sus estudios. Allí estuvo viviendo en Bristol y Lichfield, y fue alumno y profesor asistente en la Universidad de Aston, Birmingham.

A su regreso obtuvo una cátedra de Instituto de Bachillerato y, posteriormente, se doctoró en la Universidad de Granada con una tesis sobre Poliorcética y fortificación bajomedieval en el reino de Jaén. Miembro del Instituto de Estudios Giennenses.

Su novela más conocida es En busca del unicornio, que ganó el Premio Planeta en 1987, impulsando notablemente su carrera literaria.

Se declara un apasionado de la Edad Media, como puede verificarse fácilmente por la temática de su obra. Su bibliografía comprende más de cincuenta libros y ensayos, entre los que destacan sus muy irónicas Historia de España contada para escépticos o El catolicismo explicado a las ovejas, entre otros muchos títulos.

Autor realmente prolífico, puede publicar al año dos novelas además de libros de otros géneros. Tanto como novelista como historiador y ensayista hace gala de un particular sentido del humor, a veces satírico.

Como narrador, opta por los géneros de la novela histórica, la fantasía y el misterio. Entre las primeras destacan especialmente En busca del unicornio, ambientada en el reinado de Enrique IV el Impotente, valiéndose de una prosa de regusto medieval; El comedido hidalgo, que refleja con ecos cervantinos la España de fines del siglo XVI, o La mula y Señorita, cuyas tramas se desarrollan durante la Guerra Civil Española. Además, bajo el pseudónimo de Nicholas Wilcox, que es más bien un heterónimo con fotografía falsa incluso, ha escrito varias novelas que él mismo no duda en calificar como de estilo best-seller. Fue creado en un principio por el miedo a defraudar a sus lectores, pues el estilo y la narración de las novelas de Wilcox son realmente muy diferentes a las de Eslava Galán; no obstante, actualmente cuenta con una legión de seguidores.

Su libro reciente de mayor éxito es Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie, que narra los sucesos más relevantes del conflicto fraticida español de un modo a medio camino entre la crónica periodística y la novela histórica.

Ha merecido importantes galardones por sus obras.

Casado, tiene dos hijas.


EL LIBRO

  • Nº de páginas: 248 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editorial: DESTINO
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788423349791



En Lujuria, Juan Eslava Galán, conocido por sus amenos ensayos divulgativos, cuenta las anécdotas y los datos más curiosos que el sexo y el deseo han aportado a la Historia de España. Algunos de los episodios narrados en este libro son los amores clandestinos de María Cristina de Nápoles, la última esposa de Fernando VII; las películas pornográfi cas promovidas nada más y nada menos que por Alfonso XIII; el asesinato de Carmen Broto, una prostituta que sabía demasiado; la represión de la homosexualidad en la España franquista; o el destape de los años setenta.

Este es el primer volumen de la serie Los siete pecados capitales de la Historia de España, cuya segunda entrega tratará sobre un pecado de rabiosa actualidad: la avaricia.

IMPRESIONES

Hablar de una obra de encargo es, en ocasiones, adjetivarla como de poca calidad o advertir a quien la tiene ante sí que sepa disculpar su menor valía. Esta es una obra de encargo, así lo refiere el autor en el introito. Su editor le reta a que se atreva a con una obra que hable sobre los españoles y el fornicio desde mediados del XIX a la actualidad y Eslava acota su final en los primeros tiempos de la transición democrática, hasta le pone fecha: el 2 de septiembre de 1976, una día memorable que marca la pérdida definitiva de la inocencia y la entrada de lleno en la liberación y el desenfreno, pues fue aquella en la que Marisol apareció desnuda en la portada de Interviú, la fecha en la que alguien quitó el tapón del estanque donde las represiones de los españoles se habían envasado durante cuarenta años y el sexo se adueñó de la calle, los libros, los espectáculos y el cine. 

El editor, si estamos hablando de un buen profesional, es fácil que conozca al autor mejor que él mismo, sobre todo cuando ha estado ligado a una editorial durante unos años, así que, supongo, cuando este hombre encargó a Eslava que escribiera el libro que nos ocupa, sabía de sobra con quien se jugaba los cuartos. Porque la idea no es nueva, libros hay que tratan sobre ella, sin ir más lejos el conocido de Guillermo Díaz-Plaja El español y los siete pecados capitales, pero aquí Destino ha querido darle una vuelta de tuerca al asunto de los pecados capitales patrios y en lugar de un libro único se propone editar una serie, con un volumen para cada título; por cierto, el siguiente, que ya está escrito, también ha sido encargado a Eslava Galán y versará sobre la avaricia (ahí hay tela que cortar).

Escena de un burdel en el siglo XIX

Creo que el asunto de la lujuria le viene pintiparado al autor jienense, su forma de escribir es bastante adecuada para atraer al lector e invitarle a navegar por las páginas del libro. Con esa mezcla de gracejo que maneja como nadie y seriedad, representada aquí por lo bien documentado que está, como de costumbre, Eslava nos lleva de la mano a recorrer la historia del España del último siglo y medio centrándose en este apartado tan sicalíptico, pero que refleja también los anhelos, penurias, avances, retrocesos, pequeñas conquistas y grandes derrotas que marcan nuestro devenir de los últimos ciento cincuenta años.

Y es que, como nos hace ver el autor, el sexo y lo que le rodea no es sino reflejo de lo que ocurre en el país y los vientos que soplan en él, desde las época en que las queridas eran exhibidas como un «objeto» de posición social, hasta la relativa libertad sin tapujos con que la nueva generación vive su sexualidad, han ocurrido muchas cosas que han tenido su reflejo en el sexo en general y en la vida de pareja o conyugal en particular, con la Iglesia velando de forma obsesiva (¡qué fijación!) para que el rebaño no se desmadrara (como dice el autor, «lo hacía por nuestro bien»), siendo responsables de no pocas frustraciones de las que si Dios existe debería pedirles cuenta; pastoreo en el que el brazo secular, como en tiempos de la Inquisición, era el encargado del castigo y correspondiente escarnio público, en un ejercicio de hipocresía que pocas veces habrá sido superado.

El problemático tratamiento del sexo ha sido uno de los grandes lastres en la historia de España ya que, sometidos a siglos de represión, los españoles hemos creado una doble moral en la que se vive de cara a la galería. Empieza Juan Eslava Galán su libro con una frase tan certera como demoledora: España es ese apéndice atrasado, analfabeto y pobre adosado a un continente europeo que está experimentando un progreso espectacular merced a la industrialización, mientras nosotros sobrevivimos a duras penas con un agricultura incapaz de mantenernos a todos. En consecuencia con la narración, una de las materias en las que podemos hacer gala de atraso es en la sexual dado el inmenso peso de la moral católica en nuestra sociedad y el concepto de honor que subsiste de las obras de teatro del Siglo de Oro. No obstante, la sociedad hispánica se divide en estamentos que asumen la moral sexual de forma distinta: en la cúspide nos encontramos a la nobleza que, en palabras de Juan Eslava Galán, siempre hizo de su capa un sayo; en el centro tenemos ese conjunto social que podemos denominar clase media que es la que más sufre la rígida moral sexual de la época; y en el fondo están las clases bajas, las menos permeables a la influencia eclesiástica, que viven su sexualidad aparte del resto de la sociedad. Hace el autor un repaso pormenorizado de todos los estamentos, desde los gobernantes hasta la gente del pueblo llano; así, por sus páginas desfilan los monarcas borbones del XIX, sumamente problemáticos en materia sexual, con Isabel II a la cabeza. Las formidables hazañas venéreas de nuestra inagotable Isabel II son narradas con profusión de detalles, uno de los más conocidos fue cuando los cardenales sugirieron que no se debería bautizar al futuro Alfonso XII por su dudosa paternidad, a lo que el papa Pio IX, atento al rentable matrimonio Iglesia-Estado, respondió con una célebre frase que cataloga al egregio personaje: “es puta, pero piadosa”.


Asistimos al fenómeno típicamente patrio de la doble moral en la que el marido sí puede tener relaciones al margen del matrimonio mientras que la esposa ha de conformarse con regentar la casa conyugal y atender al cuidado de la prole. La férrea represión de todo lo relacionado con el sexo lleva a que gran parte de los hombres mantenga una doble vida: oficialmente son dignos padres de familia que, acabada la jornada laboral, corren al prostíbulo (los más modestos) o al coqueto pisito de la querida (los que se lo pueden permitir). El fenómeno decimonónico de la querida pasa a ser deporte nacional en los años del franquismo en el que multitud de mujeres sólo cuentan con su cuerpo para sobrevivir. Además, el hecho de mantener una querida joven y guapa tiene toques de distinción social y es motivo de orgullo al ser exhibida como si de un trofeo se tratara. Esta concepción social, asumida tácitamente por todo el mundo, se explica por el férreo machismo que divide a las mujeres en honradas y perdidas. Las honradas son aquellas con las que se debe casar el hombre honesto, serán buenas madres y sumisas esposas. Las perdidas son las féminas dedicadas al exclusivo goce de quién pueda pagar sus favores. Así, la joven española decimonónica que aspira a un buen casamiento es educada en la ignorancia hacia todo lo relacionado con el sexo y es advertida de las aviesas intenciones de su futuro prometido en el sentido de que, si rinde su honra antes de tiempo, el novio la repudiará y buscará otra más casta. En aquella época la mujer debía llegar virgen al matrimonio y procrear con asco por un estricto mandato bíblico, no fuera a ser que el marido la viera como a una perdida si gozaba de su intimidad con él. Esto sume a la sociedad en una espiral en la que, a grandes rasgos, el hombre busca fuera lo que en su casa no puede obtener y en la que la mujer ha de elegir entre ser una honesta e insatisfecha ama de casa u optar por la prostitución para salir adelante. Tema éste de extenso tratamiento en el libro y que pasó por varias épocas, en algunas se intentó su prohibición y en otras fue considerado como un inevitable mal social que protegía la honra de las mujeres honesta y servía de aliviadero a los reprimidos. Aunque esta visión cosificadora de la mujer no es precisamente única de España pues toda la segunda mitad del XIX estuvo teñida de la puritana visión victoriana, lo cual se aprecia en el consejo que daban las castas madres británicas a sus sufridas hijas ante la inminencia del temido acto sexual: “separa las piernas y piensa en Inglaterra”. No fue hasta finales del XIX y, muy especialmente, hasta después de la Gran Guerra que la mujer alcanza la independencia del hombre ya que se liberó de su papel reproductor en las fábricas que proveyeron de munición y armamento al conflicto mundial.
Cuenta Juan Eslava Galán que la época de la II Republica fue un raro entreacto en esta historia ya que ésta vino acompañada de numerosas libertades en materia sexual como una ley de divorcio, un considerable empoderamiento de la mujer que se ve liberada de los roles tradicionales, así como un relajamiento de la censura que posibilita que todo tipo de espectáculos y literatura erótica (sicalíptica se diría en la época) afloren a la superficie para escarnio y cabreo del sector eclesiástico y conservador. Pero éste entreacto en nuestra historia duró poco y con la Guerra Civil España se parte en dos: una parte republicana en la que el régimen de libertades se exacerba y una España nacional en manos del sector más tradicionalista en la que la vieja moral católica sale triunfante del conflicto patrio y el sector calavera franquista debe moderar y disimular su faceta canalla. Parte central del libro la conforma todo lo relacionado con la censura en la etapa franquista, Eslava Galán nos muestra el celo enfermizo y, a veces, ridículo con el que los censores de la Iglesia pretenden monopolizar la vida de su rebaño pese a la opinión del mismo. De esta manera los obispos dictan la moda de las señoras, los guiones de películas y obras de teatro, y la manera en que los esposos han de comportarse en la intimidad de sus gélidos hogares. La castidad monolítica de ésta etapa empieza a fracturarse con el fin de la autarquía y la apertura de España hacia la moderna Europa, factor que se ve potenciado con las riadas de guiris que todos los años vienen a torrarse en el sol de nuestras playas. Así, con el genial negocio de exportar pobres (inmigrantes) e importar ricos (turistas) el Régimen ve salvada su economía. Lamentablemente para las buenas tradiciones esto trae como desagradable consecuencia que el país se abra poco a poco a las relajadas costumbres de la permisiva Europa. En pocos años, generaciones de españoles pasan de estar bajo la vigilancia de la estricta moral católica a estar en contacto con europeos, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Esto hace que el estricto control moral de la Iglesia sobre la población se vaya disolviendo año a año y que la revolución sexual que posibilitan los anticonceptivos encaminen a la sociedad española hacia estándares cada vez mas europeos.


Un eje vertebral de la narración es el humor con que Juan Eslava Galán acompaña los hechos expuestos. En sus libros el autor intenta meternos en la piel de aquellos que, generalmente, sufren la Historia en vez de en las rutilantes figuras que la llevan a cabo. En especial a base de chistes del momento o de anécdotas curiosas que provocan la risa en el lector aunque el hecho en su conjunto, por su crudeza, sea generalmente poco simpático. Por medio de este humor se humanizan situaciones que hoy día nos parecen inconcebibles. A destacar especialmente la anécdota en la que se nos cuenta en qué consistía “la fila de los mancos” en los cines y porqué debieron evacuar una sala de cine entre gran escándalo en cierta ocasión en un pueblo del Sur.
Me ha gustado mucho Lujuria de Juan Eslava Galán ya que refleja una porción importantísima de nuestra historia para comprender una parte tan siniestra como capital de nuestro carácter español: esa falsa y doble moral que, a veces, nos lleva a ser esclavos del qué dirán. Por sus páginas Juan Eslava Galán nos acompaña desde mediados del siglo XIX hasta el fin de la Dictadura en el que un nuevo amanecer, con ínfulas de tierra prometida, se nos promete a los españoles. Vemos desfilar por sus capítulos a reyes y reinas; nobles e industriales ricos; menesterosos que sobreviven hambreando como pueden; etc, en definitiva, un retrato de cómo éramos hasta no hace mucho. Y todo ello acompañado de un relato de represión sexual, violencia y abuso hacia la mujer a la que se le condena, según su nacimiento y suerte, a una vida frígida en la aburrida cárcel de oro del matrimonio; o a ganarse el sustento con su cuerpo mientras es joven y a la miseria cuando ya no va teniendo edad. Todo el libro está aderezado y suavizado por un excelente sentido del humor que, sabiamente administrado, sirve de bálsamo para salvar situaciones decididamente no graciosas. Juan Eslava Galán consigue en Lujuria, por medio del estudio de un pecado capital, retratarnos como sociedad y aportar luz sobre ciertas rémoras que aún arrastramos en nuestra andanza cotidiana. Por todo ello, recomiendo su lectura a todos aquellos que deseen conocer cómo fueron las generaciones precedentes a la suya y, además, gozar de una agradable lectura trufada con desternillantes situaciones que, a la vez que le quitan hierro a la narración, ayudan a entender cómo era la vida de los pobres diablos de aquél entonces.
Un libro muy divertido para quienes ahora podemos leerlo, pero que nos habla de un tiempo, no tan lejano, en el que hubiera sido imposible publicarlo y en el que la gente de las clases menos pudientes vivía con frustración los asuntos que con el sexo tenían relación. Afortunadamente para el lector, ahí está Eslava para poner el contrapunto de ironía y humor que tan bien maneja y que el platillo de la tristeza y la pena que, si bien lo miramos, supone acordarse de la gente que vivió aquellos tiempos de represión y beatería, y quede equilibrado en la balanza y podamos hacer el repaso de aquellos oscuros tiempos con una sonrisa en los labios.

ACTUALMENTE LEYENDO:  
-      HUERFANOS DEL MAL  (Nicolas D’Estienne D’Orves

domingo, 17 de junio de 2018

PERSONA NON GRATA (Jorge Edwards)




EL AUTOR

Jorge Edwards Valdés. (Santiago de Chile, Chile, 29 de junio de 1931). Escritor, abogado, periodista y diplomático chileno.
Estudia en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile y en el Instituto Pedagógico de la misma universidad, posteriormente realiza sus estudios de postgrado en la Universidad de Princeton. Diplomático de carrera ente 1957 y 1973, ocupa diferentes puestos: primer secretario en París (1962-1967), consejero en Lima (1970), encargado de Negocios en La Habana (1970-1971) y ministro consejero en París (1971-1973).
Tras el golpe de estado de Chile, en 1973 se marcha a Barcelona, donde trabaja como director de la editorial Difusora Internacional y colabora como asesor en la Editorial Seix Barral.
Jorge Edwards contribuyó a formar, con la Sociedad de Escritores de Chile, la comisión de Defensa de la Libertad de Expresión. En 1982 ingresó como miembro de la Academia de la Lengua de Chile.
Entre 1994 y 1997 es embajador ante la Unesco en París, siendo miembro del Consejo Ejecutivo de la Unesco y Presidente del Comité de Convenciones y Recomendaciones (1995-1997), que se ocupa de los derechos humanos.
En 2010, obtiene la ciudadanía española y también es nombrado embajador en París del gobierno chileno.

Es escritor es autor de numerosas novelas, cuentos y ensayos. Destacan, entre otras obras, El peso de la nocheLa mujer imaginariaEl origen del mundoGente de la ciudadLas máscarasAdios, poeta...
Algunos de sus libros han sido traducidos a diversos idiomas. Colabora en diversos diarios europeos y latinoamericanos, como Le MondeEl PaísCorriere della SeraLa Nación o Clarín, de Buenos Aires. Es miembro del consejo de redacción de las revistas Vuelta Letras Libres de México y ha dictado cursos sobre temas latinoamericanos en diversas universidades norteamericanas (Chicago, Georgetown) y europeas (Universidad Complutense de Madrid, Universidad Pompeu Fabra de Barcelona).
El escritor Jorge Edwards, premio Cervantes 1999, depositó en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes un legado que permanecerá guardado hasta el 8 de julio de 2035. Es una de las personalidades que deja un objeto personal en la antigua cámara acorazada de la sede central del Instituto.

EL LIBRO

  • Nº de páginas: 408 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editorial: ALFAGUARA
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788420470979



Edwards fue uno de los primeros intelectuales latinoamericanos de primera fila que se distanció del proceso cubano. En 1971 llegó a La Habana con la importante misión de reanudar las relaciones diplomáticas entre Cuba y Chile, donde recién había asumido Salvador Allende. Tras tres meses debió partir, prácticamente expulsado por el régimen castrista. La experiencia quedó registrada en Persona Non Grata, su libro más exitoso y el que mayores dolores de cabeza le ha causado, desde amenazas físicas hasta acusaciones como la de Ariel Dorfman que lo tachó de «agente de la CIA».

IMPRESIONES

Esta obra, condenada con implacable ferocidad en aquellos años por la izquierda y censurada tanto en Cuba como en Chile, narra la experiencia de Jorge Edwards en la isla de Fidel Castro. En 1970 es enviado a Cuba por el entonces presidente Salvador Allende como Encargado de Negocios para restablecer las relaciones entre ambos países. Una estadía de tres meses salpicada de desconcierto e intranquilidad. Vivencias del escritor y diplomático que nos muestra con una prosa sencilla y no sin cierto recelo la realidad social, económica e intelectual durante una de las tantas etapas vulnerables del régimen castrista. Una perspectiva que choca con la de un Fidel intransigente con todo aquel que se oponga a su dictado y que precipitará la salida de Cuba del representante chileno.
El libro Persona non grata está situado en un momento específico y muy especial. Era 1970, y Salvador Allende acababa de acceder al gobierno en Chile, iniciando un proceso que se denominó “la vía chilena al socialismo”, con el mismo fin que Cuba, pero con distintos medios, como se especificaba. Una de sus primeras medidas en el ámbito internacional fue precisamente restablecer relaciones diplomáticas con Cuba, para lo cual envió a Jorge Edwards -que era a la vez diplomático y escritor- a cumplir la importante misión. 

Una de las pocas, tal vez la unica, imagen que se conserva de Fidel Castro con Jorge Edwards durante el breve periodo que éste estuvo al frente de la delegacion diplomatica chilena en Cuba

La experiencia cubana de Edwards fue bastante más compleja de lo presupuestado. En tanto llegó a la isla se sorprendió de que nadie lo esperaba y poco después se encontraría con otra sorpresa más desagradable aún: consideraban que no era confiable, lo espiaban, le revisaban sus cosas. En esto desempeñaban un papel importante dos circunstancias visibles del chileno, además de su pertenencia a una familia tradicional y con parientes ricos en Chile. La primera es que era amigo personal del poeta Pablo Neruda -militante del Partido Comunista de Chile y que había escrito su Canción de gesta en 1960, como homenaje a Castro y a la Revolución-, que había tenido un incidente con los escritores cubanos, por asistir a la reunión del Pen Club en Nueva York en 1966.
En esa ocasión los ánimos se caldearon en la isla y hubo una carta lapidaria -dictada desde muy arriba-, firmada por numerosos escritores que condenaban la actuación de Neruda, por haber servido a los propósitos del imperialismo. La segunda es que Edwards circulaba por los ambientes culturales y literarios de La Habana, especialmente en la Casa de las Américas, cuya política recibía ataques del régimen, y en reuniones con figuras como Pablo Armando Fernández y Heberto Padilla, a quienes se acusaba de haber rodeado al chileno para darle “una visión negativa de la Revolución Cubana”. “No hables nada. No confíes en nadie. Ni siquiera en mí”, le comentó en una ocasión Padilla, mostrando uno de los elementos más visibles y dramáticos de la dictadura: una sociedad construida sobre la desconfianza, llena de adversarios reales o potenciales, que se relacionaba con cinismo y temor esparcido por todas partes, que tendría en el poeta cubano una de las manifestaciones más ignominiosas, como fue la farsa de su “ridícula confesión autoinculpadora”, como se le llama en el estudio introductorio.

Ambas situaciones -que fueron formando parte del “prontuario” de Edwards que lo llevaría a ser non grato- se encuentran explicadas en el libro, mostrando algunos detalles interesantes. Por ejemplo, que entre los signatarios de la carta contra Neruda hubo muchos que se informaron de su firma el mismo día que se daba a conocer, mientras recuerda que los escritores latinoamericanos se encontraban divididos entre la admiración al poeta chileno y la adhesión incondicional a la Revolución Cubana. En el caso de Padilla, el propio Edwards recuerda haberle pedido que tuviera cuidado, que no fuera loco, que no actuara de manera imprudente. “¡Ay de los ingenuos, de los ilusos!”, exclama Edwards, lamentando la situación de Heberto Padilla, que creía que su fama de escritor lo protegería frente a la persecución del poder.

Jose Lezama Lima, Heberto Padilla y otros escritores cubanos

Todo eso fue generando una situación compleja para Edwards, y negativa frente a las autoridades del régimen, que el escritor va recordando con detalle, en un ambiente que bascula entre lo escalofriante y lo revelador, de una revolución que nació como promesa pero que hacia 1970 podía mostrar la consolidación de una dictadura, el “culto a la personalidad”, el fracaso económico y la pobreza de la población, entre otras manifestaciones de la nueva vida que habrían desalentado a muchos creyentes en el proceso cubano. Algunas de esas cosas aparecen en el libro, como las narraciones de la miseria y las persecuciones en la isla; también algunas realidades chilenas, como la visita de buque escuela Esmeralda a Cuba, a la que llegó el mismísimo Fidel Castro, que se sumaba al intento de comprender la extracción social y posición ideológica de los marinos, para prevenir posibles escenarios adversos para la revolución socialista en Chile.

Los trazos que se hacen sobre Fidel Castro resultan especialmente atractivos, como reconocen dos personas que leyeron Persona non grata y le escribieron a Edwards agradeciendo y comentando algún aspecto de la obra. Uno de ellos era Guillermo Cabrera Infante, escritor cubano exiliado en Inglaterra: “Me parece magistral cómo usted ha retratado a Fidel Castro con su mezcla de esquizofrénico y gran actor” (Londres, 4 de febrero de 1974). El otro es el dramaturgo Arthur Miller: “I found your book fascinating, especially the picture of Fidel” (23 de junio de 1988). Efectivamente, el líder cubano aparece como telón de fondo en los distintos capítulos, con su locuacidad e inteligencia, las atenciones especiales hacia su interlocutor, mezcladas con declaraciones duras y trato degradante.

Una de esas manifestaciones es la siguiente: “¿Por qué tienen ustedes que nombrar a escritores en la diplomacia?”, le preguntó Fidel Castro a Edwards en la conversación de despedida. El líder cubano pensaba que habría sido mejor un obrero como enviado de la Unidad Popular chilena. No está de más recordar que Edwards pensaba que eso fue finalmente mejor, porque de otra manera los propios obreros se habrían decepcionado muy temprano de la revolución socialista. Habían sido meses duros para el escritor, entre el 7 de diciembre de 1970 y el 22 de marzo de 1971. La despedida, después de lo vivido, le permitió al chileno despegar con “un sentimiento irrefrenable, gozoso, de liberación”, aunque la experiencia lo continuaría persiguiendo más adelante, como contaría Edwards en otras partes, como su libro Adiós, poeta..., donde narra sus años con Neruda como embajador de Chile en París.

Persona non grata es una novela atractiva, que se lee con rapidez y no da respiro. No es una novela cualquiera, sino que puede ser entendida como testimonio, según se explica en el estudio introductorio. En cualquier caso, resulta magistral en la descripción de la evolución histórica y el ambiente interno del régimen cubano, especialmente en el ámbito de la cultura, subordinada a la Revolución, con un círculo de “sargentos” más bien opacos y serviles -los que llevaron adelante la acusación contra Neruda-, mientras otras figuras más notables como escritores sufrían una persecución sistemática. Sin duda, una novela que vale la pena leer, por su propio valor literario y por su contribución a la mejor comprensión de un proceso histórico fundamental de América Latina en los últimos sesenta años.
Sería fácil  apoyar el testimonio del autor ahora que los años se han encargado de confirmar no sólo sus conjeturas si no la de tantas otras personas. Tan fácil como sería aseverar que sin el duro bloqueo sufrido por la isla, la historia de los cubanos habría sido diferente. Por eso, si se lee con la más absoluta objetividad el testimonio de uno de los primeros escritores distanciado de la revolución castrista, y se dejan de lado las convicciones políticas y la sentencia del más implacable de los instrumentos naturales que es el tiempo, la posibilidad de padecer un enfrentamiento entre el idealismo, germinado por todo anhelo de cambio, y la realidad es inevitable.
ACTUALMENTE LEYENDO:  LUJURIA  (Juan Eslava Galan)

jueves, 14 de junio de 2018

NOCTURNO DE LA HABANA (T. J. English)



EL AUTOR

T. J. English nació en Tacoma, Washington y creció en una familia católica irlandesa de diez hijos. Su padre era un trabajador siderúrgico y su madre una trabajadora social de Catholic Charities. Después de graduarse de la Universidad Loyola Marymount en Los Ángeles en 1980, English trabajó como maestro de escuela secundaria en East Lost Angeles.

En 1981, se trasladó a la ciudad de Nueva York para seguir una carrera como escritor, trabajando en una serie de trabajos extraños, como camarero, conserje y, sobre todo, taxista durante tres años, mientras trabajaba como periodista independiente. De conducir un taxi, English ha dicho: "Lo considero una metáfora de lo que hago como escritor".

En la década de 1980, mientras conducía un taxi por la noche, English escribió para la revista irlandesa América, lo que llevó a su primer libro, The Westies. Más tarde, escribió una serie de artículos para Playboy titulados "The New Mob", que exploraron la nueva cara del crimen organizado. Continuó escribiendo artículos principales para Esquire, New York Magazine, The Village Voice, la ahora difunta Brooklyn Bridge Magazine y otras publicaciones. 

En 2010, Inglés escribió "Dope", un artículo para Playboy, sobre un agente de la DEA en Cleveland que fue acusado de encuadrar a afroamericanos inocentes por cargos falsos de narcóticos. El artículo fue citado por el Club de Prensa de Nueva York para la Mejor Informes de Delitos. Con "Narco Americano", publicado en Playboy en 2011, English examinó la guerra del narco en México después de pasar un tiempo en el área fronteriza Ciudad Juárez-El Paso.

EL LIBRO

  • Nº de páginas: 432 págs.
  • Encuadernación: Tapa dura
  • Editorial: DEBATE
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788483069301



Un relato fascinante sobre el crimen organizado, la corrupción política y la bulliciosa vida nocturna de la Habana que forja la historia de la mafia y la revolución cubana. Durante los cincuenta, los jefes mafiosos Lansky y Luciano fijaron sus ojos en Cuba, que era la última esperanza para la mafia americana en los años posteriores a la Ley Seca y el aumento de la
persecución policial. Esta investigación rescata documentos históricos desconocidos que incluyen entrevistas con
supervivientes, testimonios clave para reconstruir una época. English, reconocido autor de novela negra, lo mezcla todo, con gran habilidad y maestría, ofreciendo un vivo retrato de los capos de la mafia y de los líderes del movimiento 26 de Julio.


IMPRESIONES

En Nocturno de La Habana, T.J. English nos ofrece un relato fascinante sobre el crimen organizado, la corrupción política, la bulliciosa vida nocturna, la revolución y el conflicto internacional en que se entretejen las historias de la mafia y la revolución cubana que terminará con ella.
En la década de los cincuenta, mientras el pueblo cubano se encuentra sometido a un régimen represivo y violento, los jefes mafiosos Meyer Lansky y Lucky Luciano fijaron sus ojos en Cuba. Para ellos era un sueño dorado, la última esperanza para la mafia tras la bonanza de la Ley Seca. Lansky, el mafioso judío, ganó la partida y se hizo con el control de la isla tras haber cultivado estrechos lazos con el dictador Fulgencio Batista. En poco tiempo y con el corrupto gobierno en el bolsillo, Lansky y sus hombres se hicieron con los mayores hoteles y casinos de la ciudad, convirtiéndola en un centro de turismo sin precedentes: las fiestas más lujosas, los famosos de más relumbrón, las mujeres más hermosas, juegos de azar y apuestas sin límite. Pero no contaban con la llegada de Fidel Castro y Ernesto Guevara, empeñados en derrocar al gobierno corrupto y sus aliados extranjeros en una épica batalla que English capta en toda su belleza, gloria y decadencia.
Meyer Lansky, hombre de Luciano en Cuba, con el Presidente Batista y una bella acompañante

Meyer Lansky y Lucky Luciano, personajes de esta historia, buscan en la isla un nuevo paraíso en el que ampliar sus turbios negocios. Cuba era para ellos un sueño dorado, la última esperanza de la mafia americana en los años posteriores a la Ley Seca, que tanto habían mermado sus ingresos en Estados Unidos debido al aumento de la persecución policial y la dureza de las restricciones. ‘Nocturno de La Habana’ nos ofrece un relato fascinante de la realidad del crimen organizado, la corrupción política, la bulliciosa vida nocturna y los conflictos internacionales en los que se entretejen hábilmente las historias de la mafia y de la embrionaria revolución que terminará expulsándolos de Cuba.
El autor  T. J. English, experto en crimen organizado, colaborador del New York Times y guionista televisivo, no se conforma con destapar anécdotas escandalosas. Sobre todo le llenará de satisfacción desgranar las largas vacaciones de los gánsteres en la isla; desde su desembarcoen ella, pasando por la victoria de Lansky (que estrechará lazos con Batista) sobre Lucky, hasta la apoteosis de 1952 a 1958, cuando regentaron casinos, hoteles y clubes nocturnos legendarios (tales como el Riviera, el Tropicana o el Habana Hilton), convirtiendo la ciudad en un centro de turismo para extranjeros sin precedentes, a cambio de un buen pellizco para el régimen. Es así como se revelan datos sorprendentes, como el pacto Batista – Mafia para que el hampa garantizara el juego limpio, con el fin de proteger la reputación del país, la afluencia de turistas y, con ello, un negocio muy rentable. Pero no contaban con la llegada de Fidel Castro y Ernesto Guevara, empeñados en derrocar al gobierno corrupto y expulsar a sus aliados extranjeros en una épica batalla, decididos a recuperar el control del país.
Hotel Riviera, construido por Lansky y simbolo de la Mafia en La Habana
Para comprender mejor esta época canalla, T J. English explica también el contexto de Cuba. La pobreza de su población, la corrupción del Estado, la salvaje represión oficial, las ambiguas relaciones con EEUU.
También retrata, con impresionante habilidad, a sus inefables anfitriones, los capos tenebrosos: Lucky Luciano, Albert Anastasia o Santo Trafficante, y principalmente Meyer Lansky, el amable pero gélido cerebro de la operación.
Este libro, a caballo entre la novela y el ensayo, es una magnífica investigación que, además, va intercalando los avances de la revolución castrista, cosa que haría huir casi con lo puesto a los directores de este circo con dos pistas; la del glamour y la homicida.
ACTUALMENTE LEYENDO:  PERSONA NON GRATA  (Jorge Edwards)

lunes, 11 de junio de 2018

EL NAZI PERFECTO (Martin Davidson)



EL AUTOR

Martin Davidson (n. 1960, Edimburgo), licenciado por la Universidad de Oxford, es un documentalista y productor de televisión especializado en temas históricos y culturales, actualmente encargado de la sección de Historia de la BBC. A su haber tiene la dirección de documentales sobre Albert Speer y Leni Riefenstahl, entre otros. Su madre, de nacionalidad alemana, emigró al Reino Unido en los años 50 y contrajo matrimonio con un escocés.



EL LIBRO

  • Formato: EPUB - DRM
  • Editorial: ANAGRAMA
  • Lengua: CASTELLANO
  • Año edición: 2012
  • ISBN: 9788433933454



Todas las familias tienen sus secretos. ¿Pero qué sucede cuando, investigando a un abuelo encantador, el detective se encuentra con una ilustración del mal? Durante más de cincuenta años, la familia de este nazi perfecto había conseguido guardar el secreto, hasta que su nieto escocés decidió enfrentarse a la verdad. Y se dedicó a investigar quién y qué había sido realmente su abuelo materno, un joven dentista de Berlín que a los diecinueve años ya era un nazi ferviente y militante. Pero el propósito de su autor también es iluminar el mal que hasta los hombres insignificantes pueden hacer en las épocas en que la historia enloquece... «Un libro valiente y repulsivo a la vez... sobre las circunstancias que llevaron a personas comunes y corrientes a hundirse en la locura hitleriana, y convertirse en monstruos» 

IMPRESIONES

En 1958 una joven alemana llegó a Edimburgo, en parte para aprender inglés y en parte para huir de un padre autoritario, y allí se enamoró de un escocés y se casó. Nunca perdió sin embargo el contacto con su país y en vacaciones visitaba con sus hijos el Berlín occidental aislado por el muro donde seguía residiendo su padre, Bruno Langhben. Era éste un próspero dentista a quien su nieto Martin recuerda como un hombre seguro de sí mismo, dispuesto a dar su opinión sobre cualquier tema de actualidad, pero acerca de cuyo pasado ni él ni nadie de la familia hablaba. Bruno vivió lo suficiente como para ver la caída del muro y tras su muerte su nieto escocés Martin Davidson, que ha dirigido varios programas sobre el nazismo para la BBC, se decidió a esclarecer la inquietante cuestión de su pasado en los siniestros años del nazismo. No encontró muchos documentos, pero sí los suficientes para reconstruir los hitos fundamentales de su existencia, para situarle en un determinado batallón de las SA y en una determinada unidad de las SS. El abuelo había resultado ser un “nazi perfecto”, un hombre que no había sido un dirigente, que no había cometido personalmente, que se sepa, ni crímenes de guerra ni crímenes contra la humanidad, pero había sido uno de esos numerosos cuadros medios sin los cuales habrían sido imposibles el triunfo de Hitler, el establecimiento de su régimen totalitario y su criminal empresa de conquista y exterminio que devastó Europa. 

La búsqueda de la verdad acerca de su abuelo ha llevado a Davidson a escribir un libro excelente, que no es tanto una biografía de Bruno Langhben, que apenas se puede escribir por falta de datos y que en definitiva tampoco interesaría demasiado, como un retrato de un grupo, el de aquellos alemanes nacidos a comienzos del pasado siglo, que vivieron como adolescentes entusiastas los triunfos de la I Guerra Mundial, sintieron como una traición la derrota de 1918, vieron en la democracia de Weimar una degeneración y se aprestaron a restaurar a golpes el orden y la grandeza de la patria. Con gran agilidad narrativa, Davidson reconstruye los sucesivos ambientes a través de los cuales el joven dentista prusiano fue ascendiendo en las filas nazis hasta convertirse en el oficial de las SS satisfecho de si mismo y de mirada glacial que aparece en la fotografía de cubierta con su mujer y su hija, la madre de Martin. No hay cartas privadas ni recuerdos de parientes o amigos que atestigüen lo que Bruno sintió o pensó en cada momento, pero cabe deducirlo con facilidad de las opciones que tomó. En definitiva, no era un individuo singular sino un ejemplar característico de su especie, que compartía creencias y conductas con miles de congéneres, pero al haber escogido Davidson la trayectoria de su abuelo como eje conductor de su narración, el lector se siente inmerso en la historia y a veces le parece percibir los acontecimientos como los habría vivido un militante nazi. 


Bruno Langhben fue militante de las infames S.A.


Ello no implica el más mínimo intento de justificación, pues el secreto de familia que la investigación de Davidson ha revelado conduce a una de las mayores maldades del pasado siglo, al corazón de las tinieblas. El hecho de que nada indique que Bruno fuera un psicópata sádico resulta incluso más inquietante. Era un hombre autoritario y de mentalidad simple, capaz de asumir una ideología letal que dividía a los seres humanos entre seres superiores y escoria y de hacer carrera al tiempo que luchaba a favor de ese fatídico ideal, pero en definitiva era un tipo más o menos corriente. Tuvo la suerte de que en los últimos días de la guerra un oficial soviético, que ignoraba su pertenencia a las SS, evitara que un partisano checo le disparara en la nuca, como acababa de hacer con otros alemanes. En la posguerra dejó atrás su pasado sin sentimiento de culpa y disfrutó de la prosperidad de la República Federal, feliz con su cerveza, su aguardiente y su cigarrillo, como aparece en una fotografía de los años sesenta. 

El interés mayor del libro reside en que contribuye a esclarecer el ambiente moral y social en que se gestó el nazismo desde una perspectiva, por así decir, minimalista. Más allá de cualquier consideración relativa a los grandes factores históricos, caldo de cultivo del fenómeno en cuestión, el énfasis está puesto en lo que debía pensar y sentir un individuo ordinario en aquellos años cruciales, alguien que por su fecha de nacimiento (año de 1906) no pudo participar en lo que sus compatriotas consideraban una gesta nacional, la Primera Guerra Mundial. Un individuo que, a partir de esta contingencia, se sumió de lleno en la marea de frustración y resentimiento que inundó Alemania después de 1918, asimilando la deplorable mitología que tergiversó la verdad sobre la derrota alemana, dejándose imbuir de un clima ideológico que alentaba el culto a la violencia, el ansia nacionalista de revancha, la exacerbación de las virtudes marciales, el antisemitismo y el odio a la democracia y el liberalismo. Por descontado que las pesquisas realizadas por los hermanos Davidson enfrentaron las reticencias de sus parientes alemanes, como de muchos de quienes podían proporcionarles información en un país que comenzaba a superar el proceso de encubrimiento y negación en torno al traumático pasado nazi; un proceso tan celosamente ejecutado que resultaba ser una genuina conspiración del silencio. (Lejos, en todo caso, estaban los días en que, cuando el juicio a Adolf Eichmann, los sentimientos de los alemanes fluctuaban entre el hastío y la indiferencia.)

Retrato de Bruno Langhben con su familia

Davidson tiene muy en cuenta, entre otras cosas, el influjo que pueden ejercer los mandarines culturales, escritores de aquellos que no solo reflejan la atmósfera espiritual de su tiempo sino que contribuyen a moldearla. Es el caso señero de Ernst Jünger. De modo sintomático a la vez que revelador, Davidson recibió de manos de su abuelo un ejemplar de Tempestades de acero, novela que a éste lo había subyugado en la adolescencia. Jünger, sí, el literato que idealizó la guerra moderna como experiencia formadora, como crisol de un “hombre nuevo” y de una “sociedad regenerada”; el escritor que con su áspero imaginario bélico fomentó -en medida acaso inigualada por sus contemporáneos- el fetichismo militarista y vindicativo de la Alemania de entreguerras, cautivando a tantos de aquellos espíritus frustrados que se dejaron seducir por la agresiva retórica nazi. ¡Qué contraste tan penoso el de este hombre con uno como Erich Maria Remarque, denodado pacifista, o con los memorialistas británicos que expusieron su rechazo de la guerra! La de Jünger fue una pasión infame que lo aleja por completo de coetáneos como Wilfred Owen y Robert Graves, aludidos por Davidson. «Ellos –afirma nuestro autor- son compasivos y Jünger es despiadado; en ellos hay elegía, en él éxtasis; en él hay hierro y acero en lugar de carne y sangre; en lugar de los muertos, cuyo recuerdo persigue y escarmienta, para Jünger están los caídos cuyo sacrificio consumará algún día la venganza; en vez de barro y ratas hay tierra que la sangre hace sagrada. El Jünger soldado de asalto nunca se siente más vivo que cuando está rodeado de los hombres que acaba de matar. Pero las intensas evocaciones del combate se convierten en algo más funesto: en una celebración de la propia guerra».


El autor no ha hallado pruebas de que su antepasado tuviese ingerencia directa en el Holocausto y otras de las peores atrocidades perpetradas por el Tercer Reich, pero esto apenas le sirve de consuelo; como no le consuela demasiado el manido pretexto de las circunstancias (“aquellos eran otros días”, “los que regían eran otros parámetros”, “nos limitábamos a obedecer órdenes”, etc.). Todo sugiere que Langbehn estaba secretamente orgulloso de su pasado nazi, como si hubiese sido partícipe de algo grande y honroso (pretexto característico suyo era el de “Lo único que queríamos era un imperio como el de vuestro Churchill”). No le queda a uno más remedio que solidarizar con la desolación -y la repugnancia- que han debido experimentar los hermanos Davidson al progresar en sus indagaciones, y, de paso, persistir en el estupor que provoca el nivel de adhesión que pudo granjearse un movimiento como el nazi. Por más que en la actualidad nos beneficiemos de las ventajas de la mirada retrospectiva sobre hechos consumados, por más que nuestros tiempos y nuestros apremios sean otros, nada atenúa el horror que nos embarga ante tamaña aberración histórica: el auge de lo que abiertamente se proclamaba como una negación radical de todo lo que  podemos considerar amable y valioso en la condición humana. 

ACTUALMENTE LEYENDO:  NOCTURNO DE LA HABANA  (T. J. English)

domingo, 10 de junio de 2018

EL REY SE DIVIERTE (José Deleito y Piñuela)



EL AUTOR

José Deleito y Piñuela (Madrid28 de febrero de 1879-Madrid 19 de junio de 1957) fue un historiador y pedagogo español, que destacó por su actividad docente en la Universidad de Valencia. Concluida la Guerra Civil Española, fue "depurado" y apartado de su cátedra en 1939 a pesar de su moderada ideología filo-krausista y de su respeto por el conjunto del alumnado, por encima de las posturas políticas.1​ Abortada su trayectoria como maestro por las estrategias de poder favorecidas por el franquismo,2​ dedicó el resto de su vida a la investigación. Entre sus obras más populares están su serie dedicada al reinado de Felipe IV y sus estudios sobre el teatro español en el siglo XIX y primer tercio del siglo XX.

Nacido en Madrid, «a veinte pasos de la Puerta del Sol», Deleito fue el primogénito (y durante muchos años hijo único) de una familia de clase media con raíces toledanas y salmantinas. Su padre, médico, quiso que también lo fuera el hijo, pero al joven Deleito le «horrorizaba la Medicina».4
Más le atraía en su mocedad el ambiente teatral y entre bambalinas que se respiraba en el taller de su abuelo materno, tapicero y mueblista de los teatros madrileños de la segunda mitad del siglo xix. Un trabajo que les concedía a los Deleito y Piñuela el privilegio de disponer de palco gratis en varios locales de la capital española. Esa curiosidad por la escena, sus anécdotas e intimidades, le acompañó a lo largo de su vida y se realizó en algunas de sus mejores obras de investigación histórica.
En 1888 ingresó en el Instituto San Isidro de Madrid, y completó sus estudios de bachiller en el Instituto Cardenal Cisneros, entre 1892 y 1896. Fue alumno brillante y desde muy joven admirador de la figura y el pensamiento de Francisco Giner de los Ríos. Se matriculó en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, estudios que simultaneó con los de Derecho. En ese periodo tomó sus primeros contactos con la Institución Libre de Enseñanza. Doctorado sobresaliente con mención especial el 20 de octubre de 1900 y con una tesis dedicada a la cultura y sociedad españolas durante el reinado de Felipe IV, ingresó a continuación en la Escuela Normal Superior de Maestros de Madrid, donde recibió su certificado de aptitud pedagógica en 1901. Sus primeros escritos, además de la poesía que escribe desde los doce años, son artículos de trasfondo social que aparecieron en revistas de la época, como Sui Géneris (1901), El Pandemoniumo la Revista Contemporánea (1902-1903).
Entró en la órbita krausista como discípulo de dos alumnos de Giner de los Ríos, Manuel Sales y Ferré y Rafael Altamira. Con ellos estudió y colaboró en el Centro de Estudios Históricos y en el Seminario de Historia de América y Contemporánea de España.
En 1906 se desplazó a la ciudad del Turia, tras conseguir la Cátedra de Historia Universal Antigua y Media en la Universidad de la capital valenciana, donde se inicia en ese medio como pupilo de Francisco Cordera, y donde ejerció durante los siguientes treinta y cuatro años de su vida.
En Valencia continuó con su labor periodística intelectual, colaborando en revistas y periódicos como La LecturaEl Pueblo y La Correspondencia de Valencia. En 1912 se casó con Virginia Ortega (hija de Juan Ortega Rubio, catedrático en la Universidad Central de Madrid); dos años después nació su hija Virginia.
En 1914 fue pensionado para investigar en FranciaBélgica y Suiza, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial solo le permitió hacerlo en dos localidades francesas cercanas a la frontera española, Burdeos y Bayona. Aquel año de 1914 también comenzó a colaborar en Valencia en la Institución para la Enseñanza de la Mujer.nota 1​ Otros organismos culturales de esta capital levantina que frecuentó y en los que desarrolló gran parte de su intensa tarea de investigación pedagógica, fueron el Ateneo Científico de Valencia, la Academia Jurídico Escolar valenciana, el Ateneo Mercantil y el Círculo Instructivo y Reformista.
En la década de 1930 fue encargado, junto con Manuel Azaña, de la redacción del tomo correspondiente a Felipe IV en la Historia de España que dirigía Ramón Menéndez Pidal. Azaña, entregado de lleno a la vida política con la proclamación de la Segunda República española, declinó en Deleito la realización total de la obra.
Maestro vocacional, José Deleito, desde que pudo y hasta donde le dejaron dedicó su vida a la docencia. Seguidor de los planteamientos del pensamiento krausopositivista, dejó escrito: "Mi filiación política, de manera exterior, está en las izquierdas. No estoy adherido a ningún partido, no por cuquería, sino porque el hecho de estarlo, sobre todo para sus más destacadas figuras, equivale a ser mártir o verdugo".5
Alumnos y compañeros de institución han coincidido en el retrato personal y profesional de José Deleito: hombre amable, tranquilo y con un ejemplar respeto por el alumnado. Colega indistintamente de liberales y conservadores, admirador de Francisco Pi y Margall y Emilio Castelar. Durante la Guerra Civil española, desarrolló una intensa tarea de mediador y en muchas ocasiones salvador de víctimas del torbellino y las represalias de las diferentes facciones republicanas en Valencia, ciudad que fue fiel al Gobierno Español de la Segunda República hasta el final de la guerra.
A pesar de su talante pacífico, su actitud neutral y labor de intercesión y cobijo durante la contienda, José Deleito fue una víctima más de los expedientes de "depuración" del gobierno de Franco. Apartado de su cátedra en 1939, entre los cargos que se le imputaron estaban, por ejemplo, el «censurar duramente al Fascismo italiano... y estar identificado plenamente con el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza».6​ De poco le valió su estrecha amistad con el marqués de Lozoya.nota 2​ Deleito, que recurrió varias veces solicitando —inútilmente— su reingreso a la docencia, dedicó ese último periodo de su vida a ampliar, ordenar y escribir gran parte del grueso de su obra de investigación histórica.
Deleito fue miembro titular del Centre International de Synthèse Historique de París y Miembro Correspondiente de la Real Academia de la Historia de España.
El profesor Deleito fue readmitido poco antes de su jubilación en el claustro de la Universidad de Valencia, pero solo para «investigar sin dar clase» porque se negó a rectificar algunos puntos de su programa docente. José Deleito murió en Madrid, a los 78 años de edad.

EL LIBRO

  • Nº de páginas: 384 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editorial: ALIANZA EDITORIAL
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788420659954



El objetivo primordial de las obras históricas de JOSÉ DELEITO Y PIÑUELA fue reflejar la existencia cotidiana de la sociedad española del siglo xvii: las costumbres, la indumentaria, los ideales y los vicios, las fiestas, los natalicios, las bodas, los entierros y las ceremonias son algunos de los elementos que componen ese animado y vivaz fresco. Continuación y complemento de «La mala vida en la España de Felipe IV» (H 4235), y antecedente de «… también se divierte el pueblo» (LB 1351), EL REY SE DIVIERTE describe el reinado de Felipe IV –el más interesante entre los Austrias de la decadencia– desde la perspectiva de la corte, una de las más poderosas de su momento. La obra se divide en cuatro partes: la figura de Felipe IV en la intimidad y con sus familiares, la vida palatina, las fiestas cortesanas en Madrid, y los viajes y Sitios Reales. A través de los textos de la época, el autor evoca el ambiente del viejo palacio que cobijó las ilusiones, grandezas y debilidades del monarca. Frente a un negro panorama, con guerras en Portugal y Cataluña, la invasión de los franceses y el desmembramiento del Imperio, en 1665 se cerró –coincidiendo con la muerte de Felipe IV– «el más brillante y despilfarrador ciclo de fiestas y espectáculos cortesanos que España presenció jamás».

IMPRESIONES

La presente obra da una idea sobre las costumbres del rey Felipe IV, el cual fue muy deseado y recibido por la ciudad de Valladolid con fastuosas celebraciones. Fue tempranamente esposado con Isabel de Borbón, con tan solo siete años. Toda su vida se dedicó a aprender las costumbres y llevar a cabo una forma de vida lúdica, en la cual están muy presentes las celebraciones, acontecimientos que se llevaban a cabo casi por cualquier motivo, ya fuese de alegría o pena. Toda celebración estaba concebida de una única manera posible: con eventos lúdicodeportivos. El rey era un experto jugador de cartas, un aficionado a los toros (de los cuales su primera mujer también se prendaría), espectáculos, comedias, cacerías…toda actividad lúdica se consideraba deporte. 

La caza fue uno de los pasatiempos favoritos de Felipe IV

El rey realizaba todas las actividades casi diariamente, tenía una rutina, y sus quehaceres y obligaciones se basaban prácticamente en disfrutar de la vida, ya que también era un gran mujeriego. Su padre le influyó mucho inculcándole la religión católica, a la cual intentó ser fiel, pero no le fue posible, sobre todo en el ámbito de sus relaciones conyugales. Su primera mujer falleció prematuramente tras dar a luz casi anualmente. Los regios vástagos fueron pereciendo casi al nacer, y sólo conservó dos y otros tantos de sus amoríos. El más famoso, Juan de Austria. El gran recuerdo que dejó el rey fueron los festejos de 1637 en el Parque del Buen Retiro, en los cuales la ostentosidad llegó a su culmen. Las actividades fueron: juegos de pelota, juegos de carnestolendas, jinetes, apedreamiento de huevos, carnaval en el mes de marzo (el cual se prosiguió festejando los años posteriores), para lo que se mandó construir, para el agrado del monarca, el Coliseo del Buen Retiro. 

Coliseo del Buen Retiro

También creó el toro encohetado. Se casó posteriormente el rey con Mariana de Austria, desposamiento que fue celebrado con torneos, festivales, celebraciones,…y así hasta tras su funeral, se celebraron acontecimientos deportivos. Fue el monarca más ocioso por lo que impulsó las actividades deportivas y creo nuevas modalidades de juego y actividades lúdicas y espectáculos.

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