domingo, 24 de junio de 2018

LUJURIA (Juan Eslava Galan)




EL AUTOR

Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 7 de marzo de 1948) es un escritor español del género histórico, tanto de ficción como de no ficción. Ha publicado algunas novelas bajo el seudónimo de Nicholas Wilcox.




Hijo de olivareros, estudió en los colegios de Arjona hasta que, al cumplir los diez años, su familia se trasladó a Jaén para proseguir el bachillerato. Estos primeros años de estudios quedaron plasmados en su novela Escuela y prisiones de Vicentito González.
Cursó Filosofía y Letras en la Universidad de Granada, licenciándose en Filología Inglesa, y luego realizó un viaje al Reino Unido con el objetivo de ampliar sus estudios. Allí estuvo viviendo en Bristol y Lichfield, y fue alumno y profesor asistente en la Universidad de Aston, Birmingham.

A su regreso obtuvo una cátedra de Instituto de Bachillerato y, posteriormente, se doctoró en la Universidad de Granada con una tesis sobre Poliorcética y fortificación bajomedieval en el reino de Jaén. Miembro del Instituto de Estudios Giennenses.

Su novela más conocida es En busca del unicornio, que ganó el Premio Planeta en 1987, impulsando notablemente su carrera literaria.

Se declara un apasionado de la Edad Media, como puede verificarse fácilmente por la temática de su obra. Su bibliografía comprende más de cincuenta libros y ensayos, entre los que destacan sus muy irónicas Historia de España contada para escépticos o El catolicismo explicado a las ovejas, entre otros muchos títulos.

Autor realmente prolífico, puede publicar al año dos novelas además de libros de otros géneros. Tanto como novelista como historiador y ensayista hace gala de un particular sentido del humor, a veces satírico.

Como narrador, opta por los géneros de la novela histórica, la fantasía y el misterio. Entre las primeras destacan especialmente En busca del unicornio, ambientada en el reinado de Enrique IV el Impotente, valiéndose de una prosa de regusto medieval; El comedido hidalgo, que refleja con ecos cervantinos la España de fines del siglo XVI, o La mula y Señorita, cuyas tramas se desarrollan durante la Guerra Civil Española. Además, bajo el pseudónimo de Nicholas Wilcox, que es más bien un heterónimo con fotografía falsa incluso, ha escrito varias novelas que él mismo no duda en calificar como de estilo best-seller. Fue creado en un principio por el miedo a defraudar a sus lectores, pues el estilo y la narración de las novelas de Wilcox son realmente muy diferentes a las de Eslava Galán; no obstante, actualmente cuenta con una legión de seguidores.

Su libro reciente de mayor éxito es Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie, que narra los sucesos más relevantes del conflicto fraticida español de un modo a medio camino entre la crónica periodística y la novela histórica.

Ha merecido importantes galardones por sus obras.

Casado, tiene dos hijas.


EL LIBRO

  • Nº de páginas: 248 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editorial: DESTINO
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788423349791



En Lujuria, Juan Eslava Galán, conocido por sus amenos ensayos divulgativos, cuenta las anécdotas y los datos más curiosos que el sexo y el deseo han aportado a la Historia de España. Algunos de los episodios narrados en este libro son los amores clandestinos de María Cristina de Nápoles, la última esposa de Fernando VII; las películas pornográfi cas promovidas nada más y nada menos que por Alfonso XIII; el asesinato de Carmen Broto, una prostituta que sabía demasiado; la represión de la homosexualidad en la España franquista; o el destape de los años setenta.

Este es el primer volumen de la serie Los siete pecados capitales de la Historia de España, cuya segunda entrega tratará sobre un pecado de rabiosa actualidad: la avaricia.

IMPRESIONES

Hablar de una obra de encargo es, en ocasiones, adjetivarla como de poca calidad o advertir a quien la tiene ante sí que sepa disculpar su menor valía. Esta es una obra de encargo, así lo refiere el autor en el introito. Su editor le reta a que se atreva a con una obra que hable sobre los españoles y el fornicio desde mediados del XIX a la actualidad y Eslava acota su final en los primeros tiempos de la transición democrática, hasta le pone fecha: el 2 de septiembre de 1976, una día memorable que marca la pérdida definitiva de la inocencia y la entrada de lleno en la liberación y el desenfreno, pues fue aquella en la que Marisol apareció desnuda en la portada de Interviú, la fecha en la que alguien quitó el tapón del estanque donde las represiones de los españoles se habían envasado durante cuarenta años y el sexo se adueñó de la calle, los libros, los espectáculos y el cine. 

El editor, si estamos hablando de un buen profesional, es fácil que conozca al autor mejor que él mismo, sobre todo cuando ha estado ligado a una editorial durante unos años, así que, supongo, cuando este hombre encargó a Eslava que escribiera el libro que nos ocupa, sabía de sobra con quien se jugaba los cuartos. Porque la idea no es nueva, libros hay que tratan sobre ella, sin ir más lejos el conocido de Guillermo Díaz-Plaja El español y los siete pecados capitales, pero aquí Destino ha querido darle una vuelta de tuerca al asunto de los pecados capitales patrios y en lugar de un libro único se propone editar una serie, con un volumen para cada título; por cierto, el siguiente, que ya está escrito, también ha sido encargado a Eslava Galán y versará sobre la avaricia (ahí hay tela que cortar).

Escena de un burdel en el siglo XIX

Creo que el asunto de la lujuria le viene pintiparado al autor jienense, su forma de escribir es bastante adecuada para atraer al lector e invitarle a navegar por las páginas del libro. Con esa mezcla de gracejo que maneja como nadie y seriedad, representada aquí por lo bien documentado que está, como de costumbre, Eslava nos lleva de la mano a recorrer la historia del España del último siglo y medio centrándose en este apartado tan sicalíptico, pero que refleja también los anhelos, penurias, avances, retrocesos, pequeñas conquistas y grandes derrotas que marcan nuestro devenir de los últimos ciento cincuenta años.

Y es que, como nos hace ver el autor, el sexo y lo que le rodea no es sino reflejo de lo que ocurre en el país y los vientos que soplan en él, desde las época en que las queridas eran exhibidas como un «objeto» de posición social, hasta la relativa libertad sin tapujos con que la nueva generación vive su sexualidad, han ocurrido muchas cosas que han tenido su reflejo en el sexo en general y en la vida de pareja o conyugal en particular, con la Iglesia velando de forma obsesiva (¡qué fijación!) para que el rebaño no se desmadrara (como dice el autor, «lo hacía por nuestro bien»), siendo responsables de no pocas frustraciones de las que si Dios existe debería pedirles cuenta; pastoreo en el que el brazo secular, como en tiempos de la Inquisición, era el encargado del castigo y correspondiente escarnio público, en un ejercicio de hipocresía que pocas veces habrá sido superado.

El problemático tratamiento del sexo ha sido uno de los grandes lastres en la historia de España ya que, sometidos a siglos de represión, los españoles hemos creado una doble moral en la que se vive de cara a la galería. Empieza Juan Eslava Galán su libro con una frase tan certera como demoledora: España es ese apéndice atrasado, analfabeto y pobre adosado a un continente europeo que está experimentando un progreso espectacular merced a la industrialización, mientras nosotros sobrevivimos a duras penas con un agricultura incapaz de mantenernos a todos. En consecuencia con la narración, una de las materias en las que podemos hacer gala de atraso es en la sexual dado el inmenso peso de la moral católica en nuestra sociedad y el concepto de honor que subsiste de las obras de teatro del Siglo de Oro. No obstante, la sociedad hispánica se divide en estamentos que asumen la moral sexual de forma distinta: en la cúspide nos encontramos a la nobleza que, en palabras de Juan Eslava Galán, siempre hizo de su capa un sayo; en el centro tenemos ese conjunto social que podemos denominar clase media que es la que más sufre la rígida moral sexual de la época; y en el fondo están las clases bajas, las menos permeables a la influencia eclesiástica, que viven su sexualidad aparte del resto de la sociedad. Hace el autor un repaso pormenorizado de todos los estamentos, desde los gobernantes hasta la gente del pueblo llano; así, por sus páginas desfilan los monarcas borbones del XIX, sumamente problemáticos en materia sexual, con Isabel II a la cabeza. Las formidables hazañas venéreas de nuestra inagotable Isabel II son narradas con profusión de detalles, uno de los más conocidos fue cuando los cardenales sugirieron que no se debería bautizar al futuro Alfonso XII por su dudosa paternidad, a lo que el papa Pio IX, atento al rentable matrimonio Iglesia-Estado, respondió con una célebre frase que cataloga al egregio personaje: “es puta, pero piadosa”.


Asistimos al fenómeno típicamente patrio de la doble moral en la que el marido sí puede tener relaciones al margen del matrimonio mientras que la esposa ha de conformarse con regentar la casa conyugal y atender al cuidado de la prole. La férrea represión de todo lo relacionado con el sexo lleva a que gran parte de los hombres mantenga una doble vida: oficialmente son dignos padres de familia que, acabada la jornada laboral, corren al prostíbulo (los más modestos) o al coqueto pisito de la querida (los que se lo pueden permitir). El fenómeno decimonónico de la querida pasa a ser deporte nacional en los años del franquismo en el que multitud de mujeres sólo cuentan con su cuerpo para sobrevivir. Además, el hecho de mantener una querida joven y guapa tiene toques de distinción social y es motivo de orgullo al ser exhibida como si de un trofeo se tratara. Esta concepción social, asumida tácitamente por todo el mundo, se explica por el férreo machismo que divide a las mujeres en honradas y perdidas. Las honradas son aquellas con las que se debe casar el hombre honesto, serán buenas madres y sumisas esposas. Las perdidas son las féminas dedicadas al exclusivo goce de quién pueda pagar sus favores. Así, la joven española decimonónica que aspira a un buen casamiento es educada en la ignorancia hacia todo lo relacionado con el sexo y es advertida de las aviesas intenciones de su futuro prometido en el sentido de que, si rinde su honra antes de tiempo, el novio la repudiará y buscará otra más casta. En aquella época la mujer debía llegar virgen al matrimonio y procrear con asco por un estricto mandato bíblico, no fuera a ser que el marido la viera como a una perdida si gozaba de su intimidad con él. Esto sume a la sociedad en una espiral en la que, a grandes rasgos, el hombre busca fuera lo que en su casa no puede obtener y en la que la mujer ha de elegir entre ser una honesta e insatisfecha ama de casa u optar por la prostitución para salir adelante. Tema éste de extenso tratamiento en el libro y que pasó por varias épocas, en algunas se intentó su prohibición y en otras fue considerado como un inevitable mal social que protegía la honra de las mujeres honesta y servía de aliviadero a los reprimidos. Aunque esta visión cosificadora de la mujer no es precisamente única de España pues toda la segunda mitad del XIX estuvo teñida de la puritana visión victoriana, lo cual se aprecia en el consejo que daban las castas madres británicas a sus sufridas hijas ante la inminencia del temido acto sexual: “separa las piernas y piensa en Inglaterra”. No fue hasta finales del XIX y, muy especialmente, hasta después de la Gran Guerra que la mujer alcanza la independencia del hombre ya que se liberó de su papel reproductor en las fábricas que proveyeron de munición y armamento al conflicto mundial.
Cuenta Juan Eslava Galán que la época de la II Republica fue un raro entreacto en esta historia ya que ésta vino acompañada de numerosas libertades en materia sexual como una ley de divorcio, un considerable empoderamiento de la mujer que se ve liberada de los roles tradicionales, así como un relajamiento de la censura que posibilita que todo tipo de espectáculos y literatura erótica (sicalíptica se diría en la época) afloren a la superficie para escarnio y cabreo del sector eclesiástico y conservador. Pero éste entreacto en nuestra historia duró poco y con la Guerra Civil España se parte en dos: una parte republicana en la que el régimen de libertades se exacerba y una España nacional en manos del sector más tradicionalista en la que la vieja moral católica sale triunfante del conflicto patrio y el sector calavera franquista debe moderar y disimular su faceta canalla. Parte central del libro la conforma todo lo relacionado con la censura en la etapa franquista, Eslava Galán nos muestra el celo enfermizo y, a veces, ridículo con el que los censores de la Iglesia pretenden monopolizar la vida de su rebaño pese a la opinión del mismo. De esta manera los obispos dictan la moda de las señoras, los guiones de películas y obras de teatro, y la manera en que los esposos han de comportarse en la intimidad de sus gélidos hogares. La castidad monolítica de ésta etapa empieza a fracturarse con el fin de la autarquía y la apertura de España hacia la moderna Europa, factor que se ve potenciado con las riadas de guiris que todos los años vienen a torrarse en el sol de nuestras playas. Así, con el genial negocio de exportar pobres (inmigrantes) e importar ricos (turistas) el Régimen ve salvada su economía. Lamentablemente para las buenas tradiciones esto trae como desagradable consecuencia que el país se abra poco a poco a las relajadas costumbres de la permisiva Europa. En pocos años, generaciones de españoles pasan de estar bajo la vigilancia de la estricta moral católica a estar en contacto con europeos, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Esto hace que el estricto control moral de la Iglesia sobre la población se vaya disolviendo año a año y que la revolución sexual que posibilitan los anticonceptivos encaminen a la sociedad española hacia estándares cada vez mas europeos.


Un eje vertebral de la narración es el humor con que Juan Eslava Galán acompaña los hechos expuestos. En sus libros el autor intenta meternos en la piel de aquellos que, generalmente, sufren la Historia en vez de en las rutilantes figuras que la llevan a cabo. En especial a base de chistes del momento o de anécdotas curiosas que provocan la risa en el lector aunque el hecho en su conjunto, por su crudeza, sea generalmente poco simpático. Por medio de este humor se humanizan situaciones que hoy día nos parecen inconcebibles. A destacar especialmente la anécdota en la que se nos cuenta en qué consistía “la fila de los mancos” en los cines y porqué debieron evacuar una sala de cine entre gran escándalo en cierta ocasión en un pueblo del Sur.
Me ha gustado mucho Lujuria de Juan Eslava Galán ya que refleja una porción importantísima de nuestra historia para comprender una parte tan siniestra como capital de nuestro carácter español: esa falsa y doble moral que, a veces, nos lleva a ser esclavos del qué dirán. Por sus páginas Juan Eslava Galán nos acompaña desde mediados del siglo XIX hasta el fin de la Dictadura en el que un nuevo amanecer, con ínfulas de tierra prometida, se nos promete a los españoles. Vemos desfilar por sus capítulos a reyes y reinas; nobles e industriales ricos; menesterosos que sobreviven hambreando como pueden; etc, en definitiva, un retrato de cómo éramos hasta no hace mucho. Y todo ello acompañado de un relato de represión sexual, violencia y abuso hacia la mujer a la que se le condena, según su nacimiento y suerte, a una vida frígida en la aburrida cárcel de oro del matrimonio; o a ganarse el sustento con su cuerpo mientras es joven y a la miseria cuando ya no va teniendo edad. Todo el libro está aderezado y suavizado por un excelente sentido del humor que, sabiamente administrado, sirve de bálsamo para salvar situaciones decididamente no graciosas. Juan Eslava Galán consigue en Lujuria, por medio del estudio de un pecado capital, retratarnos como sociedad y aportar luz sobre ciertas rémoras que aún arrastramos en nuestra andanza cotidiana. Por todo ello, recomiendo su lectura a todos aquellos que deseen conocer cómo fueron las generaciones precedentes a la suya y, además, gozar de una agradable lectura trufada con desternillantes situaciones que, a la vez que le quitan hierro a la narración, ayudan a entender cómo era la vida de los pobres diablos de aquél entonces.
Un libro muy divertido para quienes ahora podemos leerlo, pero que nos habla de un tiempo, no tan lejano, en el que hubiera sido imposible publicarlo y en el que la gente de las clases menos pudientes vivía con frustración los asuntos que con el sexo tenían relación. Afortunadamente para el lector, ahí está Eslava para poner el contrapunto de ironía y humor que tan bien maneja y que el platillo de la tristeza y la pena que, si bien lo miramos, supone acordarse de la gente que vivió aquellos tiempos de represión y beatería, y quede equilibrado en la balanza y podamos hacer el repaso de aquellos oscuros tiempos con una sonrisa en los labios.

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