jueves, 10 de enero de 2013

LIBROS QUE HE LEIDO: DE LA ALPARGATA AL SEISCIENTOS (Juan Eslava Galan)



EL AUTOR

Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 7 de marzo de 1948) es un escritor español del género histórico, tanto de ficción como de no ficción. Ha publicado algunas novelas bajo el seudónimo de Nicholas Wilcox.



Hijo de olivareros, estudió en los colegios de Arjona hasta que, al cumplir los diez años, su familia se trasladó a Jaén para proseguir el bachillerato. Estos primeros años de estudios quedaron plasmados en su novela Escuela y prisiones de Vicentito González.
Cursó Filosofía y Letras en la Universidad de Granada, licenciándose en Filología Inglesa, y luego realizó un viaje al Reino Unido con el objetivo de ampliar sus estudios. Allí estuvo viviendo en Bristol y Lichfield, y fue alumno y profesor asistente en la Universidad de Aston, Birmingham.

A su regreso obtuvo una cátedra de Instituto de Bachillerato y, posteriormente, se doctoró en la Universidad de Granada con una tesis sobre Poliorcética y fortificación bajomedieval en el reino de Jaén. Miembro del Instituto de Estudios Giennenses.

Su novela más conocida es En busca del unicornio, que ganó el Premio Planeta en 1987, impulsando notablemente su carrera literaria.

Se declara un apasionado de la Edad Media, como puede verificarse fácilmente por la temática de su obra. Su bibliografía comprende más de cincuenta libros y ensayos, entre los que destacan sus muy irónicas Historia de España contada para escépticos o El catolicismo explicado a las ovejas, entre otros muchos títulos.

Autor realmente prolífico, puede publicar al año dos novelas además de libros de otros géneros. Tanto como novelista como historiador y ensayista hace gala de un particular sentido del humor, a veces satírico.

Como narrador, opta por los géneros de la novela histórica, la fantasía y el misterio. Entre las primeras destacan especialmente En busca del unicornio, ambientada en el reinado de Enrique IV el Impotente, valiéndose de una prosa de regusto medieval; El comedido hidalgo, que refleja con ecos cervantinos la España de fines del siglo XVI, o La mula y Señorita, cuyas tramas se desarrollan durante la Guerra Civil Española. Además, bajo el pseudónimo de Nicholas Wilcox, que es más bien un heterónimo con fotografía falsa incluso, ha escrito varias novelas que él mismo no duda en calificar como de estilo best-seller. Fue creado en un principio por el miedo a defraudar a sus lectores, pues el estilo y la narración de las novelas de Wilcox son realmente muy diferentes a las de Eslava Galán; no obstante, actualmente cuenta con una legión de seguidores.

Su libro reciente de mayor éxito es Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie, que narra los sucesos más relevantes del conflicto fraticida español de un modo a medio camino entre la crónica periodística y la novela histórica.

Ha merecido importantes galardones por sus obras.

Casado, tiene dos hijas.


EL LIBRO

Corre el año 1953. En España, la desaparición de las cartillas de racionamiento es sólo un pequeño signo de los cambios que se avecinan. El acercamiento del Régimen franquista y el Gobierno estadounidense (que culmina con la firma del Pacto de Madrid y la cesión de territorio nacional —nunca mejor dicho— para la construcción de bases norteamericanas) hace que se vea un pequeño haz de luz al final del terrible túnel de la posguerra española.


Visita del Presidente Eisenhower a Madrid


El turismo traspasa nuestras fronteras y viene a desestabilizar la moral de un país sometido a la religión (una, grande y católica) y a los Principios Fundamentales del Movimiento. Pero el aparato censor, sin descuidar las divisas, vela por la salvación de las almas patrias; no en vano, algún ministro del Régimen parece tener conexión con el más allá. Arias-Salgado, desde su púlpito del Ministerio de Información, solicita ayuda ante el apóstol Santiago para “mantener nuestra fe” y ser “una agencia de noticias a lo divino”. El Matamoros premia su fe y su abnegación con fantásticas primicias: según informes fidedignos, Stalin estaba en comunicación directa con el diablo, lo que explicaba sus éxitos pasajeros.

Entre declaraciones de este alcance, inauguraciones de pantanos, escarceos del que acabará siendo Juan Carlos I por la gracia del dedo del Caudillo y cacerías en las que se decide quién y cómo va a lucrarse gracias a los distintos negocios que genera el Estado (y en las que el Generalísimo participa con más asiduidad de la deseable, según consideraciones de su primo Francisco Franco Salgado-Araujo), el país “avanza”.

Chicote incluye la Coca-Cola en su oferta de bebedizos, los electrodomésticos vienen a facilitar la vida de la mujer española, la Seat distribuye sus primeros coches y la televisión…, bendita televisión…, es bendecida a hisopazo limpio el primer día de emisiones. Pero no todo es progreso. El centinela de Occidente se asombra ante la desfachatez de los universitarios, hijos la mayoría de ellos de los vencedores de la guerra, que protestan por la verticalidad del SEU.


El popular barman Perico Chicote en su mitico establecimiento de la Gran Via Madrileña


IMPRESION PERSONAL

El presente ensayo está estructurado en 63 capítulos cortos que hacen que la lectura se haga extremadamente rápida y amena por lo que las 422 páginas del libro se nos hacen pocas. El libro sigue en la línea de Los años del miedo o Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie. Personalmente creo, y seguro que no me equivoco, que el autor continuará con la saga de los años venideros hasta nuestros días, con otros libros que continuarán a este. ¿ Quiza podría titularse "Del Seiscientos al wifi"  ?

En la presente obra me llama gratamentela atención la gran variedad de personajes a los cuales el autor ha sabidoi ntroducir en su libro a modo de novela más que de ensayo, habiendo continuidad de su historia, haciendo un paralelismo entre los hechos históricos de la historia de España y la vida e historia de estos personajes (desconozco si realmente dichos personaje existieron). El «Chato Puertas», Nemesio «Lañador», «el censor Diego Median Jodar», «El piojo resucitado» y demás personajes que van apareciendo y desapareciendo del presente ensayo los cuales nos hacen vivir esa época a los lectores que no tenemos edad para haber estado en ese periodo de tiempo.

Los hechos que magníficamente Juan Eslava narra en el presente ensayo los presenta de una forma descarada y sin temer a la censura de aquella época, dando la sensación permanente de vivir en el antiguo noticiario y herramienta franquista del NODO.


 Personalmente he llegado a ver alguno de esos documentales, los cuales nos explicaban siempre desde la perspectiva del antiguo régimen hechos relevantes que acontecían en la España de esa época. Pues bien, el autor hace lo mismo pero con un libro y sin la censura de aquella época. Hechos tales como:

El fin de las cartillas de racionamiento cuando se acabó la miseria más negra de las posguerra y nos echamos en brazos de los americanos.

La aparición por primera vez de la Coca-Cola en España.

El fallecimiento del hermano actual Rey de España, así como la vida y desventura de la familiaBorbón en su exilio luso (ni Peñafiel lo hubiese hecho mejor).

La fabricación de ese gran vehículo, el Seat 600.

La vida y desventura de esas señoras de compañía y de las casas de citas donde las mismas hacían agradable la vida a esos personajes afines y no afines a régimen después de un duro día de trabajo y donde se terminaban por arreglar los problemas de país.

Esas tardes de los españoles reunidos junto a su familias escuchando enuna pequeña radio aquellos programas como «Lo que nunca muere» o «El Carrusel deportivo» o esas canciones dedicadas a nuestras novias, madres o familiares lejanos. Ese pequeño aparato junto al fútbol y la vida de alguna actriz de la farándula y el Folklore (Sara Montiel, Lola Flores, etc.) eran el gran desahogo de muchos españoles de esa época, hasta la aparición de los primeros televisores y el principio de las emisiones de Televisión Española.

La llegada de los primeros turistas con esa actitud frívola y esos pecaminosos bañadores que traían de cabeza al clero español.

El inicio de esa guerra que, según la propaganda y el gobierno de Franco, nunca llegó a existir: la Guerra de IFNI.

Y otra gran infinidad de hechos que ocurrieron en ese periodo de tiempo y que sería eterno extenderse para incluirlos en esta reseña.

Además, el libro está repleto de anécdotas divertidas, que describen cómo se vivía en aquella época. Entre ellas destaca la del gañán extremeño multado por abusos sexuales al Caudillo, el primer encuentro entre un agricultor y una turista sueca o el reciclaje de féretros. En definitiva, y para poner un ejemplo gráfico, sería una especie de versión de la pelicula "Bienvenido Mr. Marshall" de Berlanga, en formato de libro.

La obra, como se ha dicho, es continuación de “Los años del miedo (1939-1952)” y retoma algunos personajes de ésta, trata el período de 1953 a 1957, describiendo un país sumido en una situación material y moral crítica, económicamente agotado, con niveles de miseria mayúsculos, con un catolicismo omnipresente y asfixiante, y un régimen dictatorial absolutamente parasitario.

Pese a ello o quizá gracias a ello, Juan Eslava compone una obra divertida y sorprendente que refleja a la perfección los aspectos más relevantes del momento. Esta cualidad sorprendente obedece tanto al estilo irónico del autor que lo empapa todo (obsérvese con atención la fotografía de “el mayor cerdo de España en la feria del campo”) como al propio surrealismo intrínseco de la España franquista. Y es que no debemos olvidar que, aunque tenga forma de novela, todo lo que se narra ocurrió realmente.

Lo cierto es que desde entonces ha llovido mucho y tanto los detalles de la vida cotidiana como las cuestiones políticas o éticas pueden resultarnos de lo más extraños o grotescos.


Como tendrá ocasión de comprobar el lector, el español medio se encontraba en una situación material reducida las más de las veces a la mera subsistencia, a lo que había que añadir la casi total ausencia de libertad personal y una rigurosísima moral oficial que chocaba con las apetencias del común de los mortales, que se las ingeniaba como podía para librarse de la moralina. Así, España no sólo era “la reserva espiritual de Occidente” sino también el país de la doble moral. A modo de ejemplo, la moral católica oficial, integrista, retrógrada y machista tiene su reflejo en la cruzada del régimen contra la sexualidad, concebida exclusivamente como reproductiva (“no es por vicio ni por fornicio sino por dar un hijo a tu servicio” dice la jaculatoria citada en uno de los capítulos). Todo ello se plasmaba en un kafkiano aparato de censura que rozaba la paranoia y, aunque pueda parecer increíble, en aspectos tales como la obsesión gubernamental por reprimir la masturbación, llegando hasta el punto que, tal y como relata el libro, un ministro del régimen da cuenta a los periodistas de los logros en tal campo.

Lo curioso es que, como refleja magistralmente el autor, al tiempo que se lucha contra el vicio los burdeles funcionaban a pleno rendimiento, utilizando los servicios de las meretrices desde trabajadores hasta ministros, pasando por los sacerdotes, que además de comer carne los viernes y, en general, entregarse a banquetes pantagruélicos siempre que se terciara la ocasión, también resultaban ser aficionados a las feligresas o a los monaguillos.

La transformación del país pobre e intelectualmente castrado que era España se producirá gracias al cambio económico que comienza en esos años cincuenta y que permitirá a algunos con su esfuerzo y a otros a costa del esfuerzo de los demás ir medrando. El proceso de relativa mejoría económica, y su correlato en los usos sociales, comenzará con los acuerdos firmados con Estados Unidos para el establecimiento de bases militares y continuará con el desarrollo del turismo. Ambas cuestiones se tratan en el libro mostrando su efecto en la vida diaria de algunos de los personajes, que pasan de beber vino y gaseosa o emplear fresqueras a descubrir productos como la cocacola o las neveras (frigidaire).

Cosas tan habituales a día de hoy eran en aquel momento rarezas recién llegadas que empiezan a ser conocidas por unos cuantos privilegiados para posteriormente popularizarse, dando lugar a situaciones cargadas de comicidad que son buena muestra del nivel patrio y del provincianismo imperante en la época. Por ejemplo, las hamburguesas (albóndigas aplastadas para algunos), platos combinados y la cocacola se consumen entusiásticamente como si se tratara de productos de la máxima calidad y lujo.


La frigidaire, que realmente sí era un lujo para el país, se coloca en el salón con un tapete con el fin de que sea admirada por las visitas. Todo con un aire deliciosamente berlanguiano.

En este ambiente, hasta cierto punto decadente y que –insisto- puede resultar al lector menor de 50 años como algo propio de otro planeta, se mueven personajes variopintos, verdadera fauna ibérica que en algunos casos existe en la actualidad, mientras que en otros ha desaparecido totalmente. Están por un lado aquellos a quienes pudiéramos llamar notables: miembros del régimen, empezando por el propio Franco (descrito como un vago redomado, entre otras virtudes cívicas), el príncipe Juan Carlos (vida amatoria incluida), profesionales, religiosos, artistas, etc. quienes participan de modo más bien indirecto, siendo mencionados en anécdotas, noticias o comentarios. Por otro lado los auténticos protagonistas en torno a los que se compone la línea del relato son las personas de a pie. Son ellos quienes impulsan el devenir de la novela y quienes son muestra de la situación y los cambios del país.

Entre el elenco de personajes destaca la Uruguaya, propietaria de un burdel al que acuden hombres de todo pelaje y condición. A través de la historia personal de alguna de las meretrices que trabajan en su establecimiento, conoceremos aspectos de importancia no sólo sobre qué circunstancias personales llevaban a la prostitución sino también sobre la situación general de la mujer en la España franquista.

También son reseñables Pedrito el Piojo y el Burro Mojao, dedicados, entre otras actividades, al robo de lápidas y posterior reventa. Son personajes que sobreviven a base de agudizar el ingenio y tener pocos escrúpulos y que recuerdan a la mejor tradición de la picaresca española. Dentro de esos personajes que cuando no bordean se saltan la legalidad destaca sobremanera el Chato Puertas, constructor y corruptor, traficante de influencias, antiguo estraperlista y contrabandista reconvertido a empresario, cuyos manejos no distan mucho de los que actualmente vemos en ciertos ejemplares de la fauna ibérica.

Pero no todos los personajes son de ese cariz. Como comprobará el lector, incluso hay gente honrada que sólo a base de esfuerzo (mucho) es capaz de mejorar, siquiera mínimamente, su condición. Aunque es cierto que la vía de la legalidad era más compleja de aquella.

Con el nutrido elenco de personajes y situaciones, disfrutaremos de un libro entretenido que, además, hace auténtica memoria histórica, revelando cuestiones que para muchos resultarán desconocidas, como la oposición falangista a la deriva monárquica del régimen o el secuestro de niños protestantes para ser criados como católicos.

Así, “
De la alpargata al seiscientos” es la condensación más lúcida y objetiva de un momento en la historia de España (Años 1953 a 1957) en el que se produce un salto cualitativo en nuestro periplo colectivo. Unos años que suponen el preludio del desarrollismo, con el inicio de una etapa de relativa bonanza que permitió abandonar la miseria económica de la inmediata posguerra y sentar las bases para abandonar más adelante, aunque fuera mínimamente, la miseria moral en que estaba instalado el país.

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