viernes, 3 de mayo de 2013

LIBROS QUE HE LEIDO: EL ULTIMO DICKENS (Matthew Pearl)



EL AUTOR

Matthew Pearl (nacido el 2 de octubre de 1975) es un escritor estadounidense y autor de El Club Dante (2003), un bestseller publicado en más de 40 países.

Estudió en Harvard y en la Escuela Jurídica de Yale y actualmente ejerce de profesor en el Emerson College.



Su segunda novela, un thriller sobre la muerte de Edgar Allan Poe titulado La sombra de Poe, fue publicado por Random House en los Estados Unidos el 23 de mayo de 2006. En España fue editado por Seix-Barral. El 3 de marzo de 2006 Publishers Weekly escribió que "los fans del bestseller debut de Pearl, El Club Dante, recibirán con impaciencia su segunda novela, un thriller basado en la misterioso final de Edgar Allan Poe."

Su tercera novela publicada es la que hoy nos ocupa, otro thriller sobre la ultima novela (inacabada) que escribio Charles Dickens, publicada en 2009.

EL LIBRO

Con tres escenarios diferentes. Bostón, Londres y Calcuta. Se narra la historia de la novela inacabada de Charles Dickens “El misterio de Edwin Drood”, la cual quedó sin terminar por la muerte prematura del autor, habiéndo finalizado sólo seis de las doce entregas que la comprenderían. La gente quedó sin conocer el final y muy alterada por ello, ya que en aquellos tiempos los libros se publicaban en entregas en los semanarios. Entonces, el editor de Boston, se lanza a la aventura junto a su secretaria, marchando los dos a Londres para buscar alguna señal que les permita conocer si se llegó a escribir un final, dónde podría estar o cómo habría pensado Dickens en terminar la novela. En el trayecto a Londres ya empiezan a correr peligros cuando un hombre parsí ataca al al joven editor. Cuando llegan a la ciudad se dan cuenta de que los peligros no han terminado y tendrán que luchar contra ello. Además, la novela volverá atrás en el tiempo cronológico para presentarnos a Dickens en su última visita a los Estados Unidos.


Hotel Parker House, en Boston, donde se alojo Charles Dickens


El misterio de Edwin Drood, dejará muertos en los tres continentes donde tiene lugar la novela. El tráfico del opio también tendrá un papel muy importante en la novela.

IMPRESION PERSONAL

Hasta ahora se pensaba que la última novela de Charles Dickens era la titulada Calle sin salida, que escribió el autor junto con su amigo Wilkie Collins. Así se pregonaba en las portadas de las distintas ediciones desde el principio. Pero no. O depende. El hecho es que Dickens dejó una novela inacabada, al sorprenderle la muerte en junio de 1870. Se titulaba, El misterio de Edwind Drood. E inacabada se quedó.

Matthwe Pearl, excelente profesor universitario, ha elaborado a partir de este hecho una ficción literaria, en la que se da casi por cierto que Dickens había terminado la novela, pero no le había dado tiempo de entregarla a sus editores, o le fue robada, o quiso gastar una broma después de muerto, para ver quién era el más intuitivo y encontraba su manuscrito. Con estos argumentos, y mezclando personajes y sucesos reales con otros de ficción, Pearl construye una fantasía literaria a la manera de los thrillers actuales y, además se atreve, cosa que es de alabar, a dar a su relato un claro tono dickensiano, tanto en el cuidado con que da vida a sus personajes, como la descripción de los lugares y ambientes donde discurre la acción.

Antes que nada hay que decir en su favor que esta novela tiene un objetivo claro y lo cumple con creces: entretener. Es un thriller absorbente, de los que no dan respiro, con el atractivo añadido del concurso de personajes reales, especialmente Charles Dickens, y de una trama que gira en torno a la búsqueda del manuscrito de la última e inconclusa obra del genial autor, aunque no sólo.

Fotografia de Charles Dickens, en sus ultimos años de vida

La obra es esclava de su género, esto es, sacrifica la profundidad psicológica de los personajes y la complejidad estilística en pro de la fluidez, el ritmo y la trama, y el resultado es un libro muy fácil de leer, de ritmo trepidante y con una sabia administración de los sucesos para mantener la atención sin altibajos desde el principio hasta el final. También es cierto que esa esclavitud conlleva, al depender prácticamente en exclusiva la tensión narrativa de la trama y ser esta compleja, que sea el escritor quien se vea obligado a plantearla toda ella para no dejar cabos sueltos, con lo que no queda mucho espacio para el trabajo del lector, quien no tiene más trabajo que esperar a que se resuelvan los misterios por sí solos, pero, repito, eso es una herramienta encaminada a la consecución de un fin, y ese fin, la evasión, el entretenimiento,  se logra sobradamente.

La obra, sin embargo lo expuesto, no es sólo eso, hay que destacar otras características en su haber, como por ejemplo la valentía del autor al convertir a Dickens, alguien tan querido y admirado, en personaje, pero, sobre todo, el compromiso, tan dickensiano por otra parte, con las minorías que sufren algún tipo de discriminación, en este caso las mujeres divorciadas (delirante la legislación que obligaba a Rebecca Sand, la asistente del editor protagonista, a no mantener ningún tipo de relación amorosa en los dos años posteriores a un divorcio que se concedía a título provisional y que, en caso de no cumplirse esa condición, se vería revocado de inmediato). También es cierto que no son comparables la denuncia de una situación actual y la de una del pasado, pero en cualquier caso la voluntad del autor por poner de manifiesto las dificultades de la mujer por obtener un lugar en la sociedad más allá del papel de ama de casa y madre del que gozaban hasta entonces, es loable.

Otro aspecto positivo destacable es la descripción del ambiente editorial en Estados Unidos a finales del siglo XIX, y lo es no sólo porque es ciertamente curioso, sino porque está de sorprendente actualidad con las leyes antipiratería. Más allá de lo extremadamente llamativo de la situación descrita y del hallazgo narrativo de los personajes denominados bucaneros (bookaners, juego de palabras intraducible entre book y buccaneer) lo cierto es que se pone de manifiesto que la piratería y la discusión sobre los derechos de autor no son temas que hayamos inventado en el siglo XXI. Existe otra trama paralela, también muy interesante, centrada en la producción y exportación de opio por los ingleses desde la India hasta China.


Casa natal de Charles Dickens

El último Dickens se desarrolla en dos planos narrativos que se alternan en relación de uno a uno hasta converger: el primero de ellos se ubica en 1870, poco después de la muerte de Charles Dickens. El gran escritor no habría alcanzado a terminar su última novela, El misterio de Edwin Drood, dejándola a la mitad. Toda la tensión narrativa de este plano descansa en las interrogantes planteadas en torno al manuscrito: ¿en realidad Dickens sí escribió la parte restante? ¿Qué oscuros intereses están en busca del libro, al grado de matar a quien se interponga en su camino? Uno de los editores estadounidenses de Dickens, cuya empresa está en crisis, viajará a Inglaterra para tratar de recuperar el trozo perdido del libro y salvar a su empresa de la ruina, a la vez que resuelve el misterio.

El segundo plano se remonta tres años atrás, cuando Dickens realiza su última gira por Estados Unidos. Esta línea narrativa tiene su propio motivo de suspenso: una extraña mujer aparece en cada una de las presentaciones del autor; Tom Branagan, una suerte de guardaespaldas de Dickens, teme que la mujer atente contra el autor. A su vez, la resolución de este misterio contribuirá al desvelamiento del principal, planteado en el primer plano.

Sin embargo, también se le podría reprochar a Pearl que no ahonda en la condición de sus personajes y hace depender su novela demasiado de la revelación del misterio. Además, cae en algunos lugares comunes del género, como casualidades inauditas, golpes de suerte extraordinarios y  un actuar demasiado heroico o falto de amor por la vida de sus personajes en los momentos críticos

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