miércoles, 22 de marzo de 2017

QUEMAD BARCELONA (Guillem Marti)




EL AUTOR

Guillem Martí (Barcelona, 1988) es licenciado en administración de empresas y derecho. Un trabajo de investigación iniciado durante el bachillerato le descubrió la oculta y fascinante historia de un tío-abuelo que había sido conseller de la Generalitat y murió exiliado en México. Después de años de indagaciones, decidió escribir una novela con la estrecha colaboración del escritor Jordi Solé, que se enamoró de la historia desde el primer momento. Así nació ¡Quemad Barcelona!, el libro destinado a sacar a Miquel Serra i Pàmies del olvido y dar a conocer la heroica aventura de cómo salvó Barcelona, su ciudad.



EL LIBRO

  • Nº de páginas: 576 págs.
  • Editorial: DESTINO
  • Lengua: CASTELLANO
  • Encuadernación: Tapa dura
  • ISBN: 9788423349111
  • Año edición: 2015
  • Plaza de edición: BARCELONA
  • Traductor: JORDI SOLÉ


  • En una polvorienta estación de autobuses, en Ciudad de México, Miquel espera la llegada de su mujer, Teresa, a quien no ve desde hace diez años, y de su hija, a quien no conoce. Mientras las espera, rememora con amargura los acontecimientos que le han llevado hasta ese lugar.

    Sus recuerdos lo llevan a enero de 1939, días antes de que el ejército rebelde entrara en Barcelona. La República agoniza y la guerra está perdida, y la ciudad es ya una sombra de lo que era: el que puede huye a la frontera y el que no, espera resignado la suerte del vencido. En estas condiciones llega la orden del Komintern de arrasar la ciudad, destruir las vías de comunicación y centros neurálgicos de energía, agua y transporte, para no dejar nada en pie al enemigo. Miquel Serra, miembro del PSUC y
    conseller de la Generalitat, es el encargado de llevar a cabo esa orden de tierra quemada. Pero Miquel, en alianza con Corbacho, un sargento madrileño veterano del ejército republicano, y jugándose la vida, boicotea esos planes y salvaguarda la ciudad. 

    IMPRESIONES

    Contar la historia del hermano de su bisabuelo no era sólo una cuestión personal para Guillem Martí (1988, Barcelona), sino “un acto de justicia”. La ópera primera de este joven escritor, ¡Quemad Barcelona!, resultará sorprendentemente luminosa para los aficionados a la historia y la literatura. Se trata de una ficción basada en hechos reales que arrancan cuando en 1939 Miquel Serra i Pàmies, entonces consejero de Obras Públicas de la Generalitat y dirigente del comunista PSUC, recibe la orden de la Komintern soviética de arrasar Barcelona antes de la entrada de las tropas de Franco: las industrias, los transportes, los principales edificios... Todo debía ser reducido a cenizas para que los nacionales encontraran una ciudad destruida. Era la política “de tierra quemada para el enemigo”, como explicó en una carta el propio Pàmies a su hermano en 1949. La novela, que Destino publica este viernes en catalán (el idioma original) y en castellano, narra este episodio histórico.

    Miquel Serra i Pamies, su esposa Teresa y su hija Maria Rosa en Mexico, en 1956

    La orden nunca se ejecutó. Pàmies se opuso a que Barcelona se convirtiera en una gigantesca hoguera. “Tuve un golpe de audacia”, explica el protagonista en esa misma carta sobre la reunión entre los militares encargados de las demoliciones, el PCE, el PSUC. “Dije que debería ser un hombre del mundo civil y con responsabilidad política el que debía decidir el momento. Todos estuvieron de acuerdo. Mi actuación, en apariencia entusiasta y decidida, fue dilatoria”, continúa en la misiva. Tanto que al final entró el ejército franquista sin que se destruyera Barcelona.

    “¿Quién mandaba entonces?”, se pregunta el autor del libro: “Pues había tres gobiernos, por así de decirlo: uno era la Generalitat catalana, que era un elemento residual; el segundo era el gobierno de la República; y el tercero, obviamente, era el Partido Comunista de España, el que daba las ordenes con el apoyo de la Internacional Comunista y sus agentes”, se responde Martí, joven licenciado en Administración de Empresas y Derecho que durante una década ha estudiado la historia de su ancestro.

    Pàmies fue conducido a Moscú y juzgado como traidor por no obedecer ordenes directas y enviado al gulag. “Se le acusó de agente doble, de agente franquista, de ser el culpable de la caída de Barcelona, de hacer que el ejército republicano perdiera la Guerra Civil. Sin embargo, cuando llegó la hora del juicio se le comunicó que la pena consistía en ir a Chile para ayudar al partido allí. Cuando horas después cogió un tren que se dirigía al norte comprendió que su destino no era Chile”, explica el autor.

    Su destino era el gulag. Pero Miquel Serra i Pàmies se escapó, atravesó Siberia, llegó hasta Japón, cruzó a Los Ángeles y de allí recorrió el continente americano hasta Chile. Las presiones hicieron que finalmente optara por exiliarse en México. Una odisea que atrapó a Martí hasta obligarle a escribir una novela que contiene, además, una historia de amor más fuerte que la vida con el trasfondo de una Barcelona que ya no existe: “Me interesaba mucho esa historia de amor entre Teresa y Miquel, y ese reencuentro cuando los dos se daban por muertos. Ella recibió una carta de la Internacional Comunista informándole de que su marido había muerto en un hospital militar y él leyó en un periódico que el refugio aéreo de París donde ella se protegía de los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial había sido destruido por el impacto directo de una bomba”, dice Martí. “¡Cómo sería ese reencuentro, con la hija que él no sabía que tenía y la esposa que daba por muerta!”, añade.
    La historia, tozuda, se empeñó en ocultar este episodio de la Guerra Civil que de haberse concretado hubiera dejado un paisaje aterrador: “Si la posguerra ya fue difícil en Barcelona, cómo hubiera sido con una ciudad arrasada. Bueno, supongo que la gente se hubiera ido a sitios como Badalona o Sabadell y hoy serían grandes núcleos urbanos”.

    Martí reconoce en su familiar la figura de un idealista que no encajaba en una ciudad donde Moscú dictaba las normas y donde se respiraba esa sensación de que todo se vendría abajo en cualquier momento: “El hermano de mi bisabuelo creía que los ideales estaban al servicio de la gente y no al revés y por eso se negó a cumplir las órdenes. Creo que era una concepción totalmente distinta de la política a la que se tenía en aquella época”, sostiene.

    El libro, “un pequeño homenaje a Miquel Serra i Pàmies”, sirve también como recordatorio de que en las guerras ningún bando se libra de la barbarie: “Muchos te dicen que eso es imposible que pasara, que muchos de los defensores de Barcelona eran buenas personas incapaces de hacer algo así. Yo les digo: las ordenes partieron de Moscú y no se ejecutaron, pero la política de tierra quemada se aplicó en Girona, Figueras y la provincia de Lleida, por ejemplo; se dinamitaron iglesias, se volaron puentes, se hicieron saltar polvorines… En Barcelona eso no pasó porque no se siguieron las ordenes. No cuestiono la bondad o la buena voluntad de aquellas personas, pero la política era la que era”, remata Martí, que espera que “el libro sirva para que los historiadores se interesen más por lo que paso aquí en 1939. Eso sería la mejor recompensa”.

    Entrada de las tropas franquistas en Barcelona


    Gran parte de la extensa (575 pags), pero amena historia se desarrolla en tan solo diez días, en los que se suceden los acontecimientos acaecidos en la Barcelona de principios del 1939, cuando la guerra civil está en sus últimos compases y la desbandada de los perdedores va proporcional al avance de los ejércitos de Franco. No hay saltos temporales, salvo al inicio y al final del libro, pero si nos adereza la trama, con detalles que si bien no son fundamentales para el desarrollo de la misma, si nos sumergen en la realidad de esos días y las vivencias desde ambos bandos, de tal manera que quien lo lee, se siente viviendo aquellos duros momentos finales, tan terriblemente tensos, que nos recuerdan los episodios que miles de personas aún hoy día lamentablemente afrontan, en las todavía numerosas guerras civiles que se viven en muchos países del mundo. 

    La novela tiene multitud de personajes, de Companys a unos cuantos oficiales y soldados de ambos bandos, y varios cameos de lujo: Hemingway, Antonio Machado, Robert Cappa, Herbert Matthews, Santiago Carrillo y varios más. Pero los verdaderos protagonistas son el consejero, su esposa, un sargento que acaba de desertar del Ejército republicano, una cantante de cabaret y un agente soviético que es quien debe vigilar el cumplimiento de la orden de destrucción de Barcelona.

    La novela combina una arrolladora historia de amor con la aventura, la intriga política, la Historia y la crónica. Hay personajes malvados pero que terminan por hacerse humanos a cuenta de sus propias debilidades y de fondo está
    la Guerra Civil, que es un filón de historias que parece inagotable.
    Martí ensambla bien las piezas hasta el extremo de que
    no parece ser un debutante en el género, aunque la traducción –el original está escrito en catalán– sea a veces discutible. La historia de esa Barcelona salvada en el último momento –como París y Florencia no mucho después– por la arriesgada acción de un hombre bueno tiene una continuación que quizá el autor haya previsto: la peripecia de Serra i Pàmies tras la Guerra Civil da para muchas muchas páginas.

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