lunes, 25 de abril de 2016

GRIS DE CAMPAÑA (Philip Kerr)





EL AUTOR

Philip Kerr (Edimburgo, Escocia, 1956) es un escritor británico.

Estudió en la universidad de Birmingham y obtuvo un máster en leyes en 1980; trabajó como redactor publicitario para varias compañías, entre ellas Saatchi & Saatchi, antes de consagrarse definitivamente a la escritura en 1989 con Violetas de Marzo (March Violets), obra con la que inició una serie de thrillers históricos ambientados en la Alemania nazi conocida como "Trilogía berlinesa" (también llamada "Berlin Noir"), protagonizada por el detective alemán Bernhard "Bernie" Gunther.



El resto de su obra suele ser novela negra o policíaca, y se ambienta en distintas épocas, incluso futuras, como por ejemplo Una investigación filosófica (A Philosophical Investigation). En 2009 obtuvo el III Premio RBA de Novela Negra, el de mayor dotación de su especialidad (125.000 euros), por Si los muertos no resucitan, cuya historia transcurre en un Berlín en pleno apogeo del nazismo, poco antes de las Olimpiadas y la II Guerra Mundial. Este título forma parte de la "serie Bernie Gunther".

Además de escribir para el Sunday Times, Evening Standard y New Statesman, ha publicado novelas orientadas al público juveniles, firmadas bajo el nombre de P. B. Kerr, en la serie "Los hijos de la lámpara" (Children of the Lamp), como El enigma de Akenatón, La Djinn Azul de Babilonia o La cobra rey de Katmandú.

Vive en Londres con su mujer, la escritora Jane Thynne, y sus tres hijos.

EL LIBRO

  • Nº de páginas: 464 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editorial: RBA LIBROS
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788498679274



  • Es 1954 y Bernie Gunther está en Cuba. Cansado de hacer labores de espionaje, busca un barco y una hermosa compañera y se marcha de la isla. Pero la Marina de EEUU le encuentra y le encarcela, a la espera de trasladarle a Berlín con una propuesta: trabajar para la inteligencia francesa o acabar ahorcado por asesinato. El trabajo es simple: vigilar sobre todo a un prisionero de guerra y miembro de la SS francesa que se hace pasar por un oficial de la Wehrmacht. Pero el pasado de Bernie como prisionero de guerra en Rusia está  a punto de pasarle factura de  nuevo, de un modo que nunca hubiera previsto.

    Han pasado nueve años desde el final de la guerra y, como siempre, los servicios secretos del país le buscan para que trabaje para ellos como espía. A partir de aquí irá pasando de prisión en prisión, de EEUU a Europa, de interrogatorio en interrogatorio, informando de todas sus actividades en los 20 años anteriores, por lo que la novela es un continuo ir y venir al pasado, cambiando de localización y de año, siguiendo los pasos y los recuerdos de Gunther.

    IMPRESIONES

    Con una prosa extraordinariamente densa y rica, rigurosa y clara, Kerr hace gala, de nuevo, de su preparación y documentación sobre el periodo alemán más vergonzoso. Pero esta inmersión en el género histórico no le resta firmeza y credibilidad novelesca, en definitiva literatura, a la hora de construir sus personajes y sobre todo las tramas, y lo que es importante el misterio, la acción y la sorpresa.

    Gris de campaña es, antes que nada, un repaso a los hechos históricos más desconocidos e indignantes, la incomprensible libertad condicional ofrecida a criminales nazis en 1958; los campos de concentración franceses y el nazismo francés; la labor de los norteamericanos en la posguerra en Alemania, y el nacimiento de la guerra fría y todo su movimiento de espías creados por la CIA y la Stasi en la Alemania Oriental; el regreso de los prisioneros alemanes de Rusia; los campos de prisioneros de guerra soviéticos, y sobre todo es el juego con un peón, un alto cargo de seguridad de la República Democrática Alemana hasta el levantamiento del muro, Erich Mielke, que permanecerá en su cargo hasta 1989.


    Erich Mielke, jefe de la Stasi desde su fundación, hasta 1989


    Nuestro cínico y nihilista Gunther, (estaba cansado del mundo y a duras penas tenía algo bueno que decir de cualquiera, y mucho menos de sí mismo) sin quererlo expresamente y sin que esa fuera su guerra en realidad, contribuyó, con su granito de arena, al poder del tal Mielke. Pero no voy a contarles la llave secreta del libro, que haría perderse el deleite que produce pasar por todo el camino escrito por Kerr.

    Estamos en 1954, Gunther está en Cuba, donde curiosamente coincide en un prostíbulo con Graham Greene. La Madame, amiga suya, le ayuda a salir de Cuba en un barco para dirigirse hacia Haití, pero con la condición de que lleve como pasajero a una joven revolucionaria que quiere salir del país porque la tienen fichada. Justo cuando están a punto de desembarcar son apresados por la CIA, que traslada a Gunther a una prisión de Nueva York, para seguidamente ser deportado a Alemania. Aquí se está cociendo un buen guisado, entre franceses, soviéticos, ingleses y norteamericanos. Entramos en la mítica prisión de Landsberg, utilizada por los americanos como cárcel para los criminales de guerra y todos los que tuvieran que ver con el nazismo. Aquí es donde Gunther es interrogado concienzudamente para conocer su pasado y las lagunas que pudiera tener respecto a su implicación en las SS, y en la guerra.

    Prision de Landsberg, cerca de Múnich, donde fueron internados e interrogados muchos antiguos nazis

    Es cuando el argumento da marcha atrás y la historia retrocede a 1931 y a 1941, cuando los uniformes eran grises: “Cuando invadimos Polonia y Rusia, nos vistieron con uniformes grises. No verdes, no negros, no marrones, grises. Gris de campaña, lo llamaban. Lo bueno del gris es que puedes rodar por tierra todo el día y todavía parece lo bastante limpio como para saludar a un general…Otra razón por la que vestíamos de gris era quizá que podíamos hacer lo que hacíamos y creer que todavía teníamos normas; que podíamos conseguir mirarnos a los ojos cuando nos levantásemos por la mañana…”.

    Gunther cuenta sus últimos veinticieno años a los agentes americanos y al lector. Hace un repaso de su labor de policía en la Kripo, cuando los crímenes y delitos aumentaron con los nazis, y posteriormente su deber de soldado y al mismo tiempo detective. Pero Kerr balancea a su personaje en una cierta ambigüedad, en la que ni ha sido un nazi, (nunca perteneció al partido ni le gusto una pizca Hitler), tampoco cometió aberrantes asesinatos en masa de judíos, aunque sí de prisioneros de guerra, de lo cual no se siente muy orgulloso. Salir pitando del embrollo sangriento de aquella maldita conquista del Este. Ese fue un deseo que consiguió gracias al calculador y desconfiado Reinhard Heydrich, quien le ordenó volver a Alemania para investigar un asunto más particular, la búsqueda de un individuo en un campo de concentración francés que posiblemente estuviera bajo otro nombre. Un individuo que será la golosina que buscan todos a lo largo de la trama. Me refiero a Erich Mielke, y debido a que una vez, en 1931, Gunther se tropezó con él y le salvó la vida por casualidad, siendo de los pocos que le conocían para identificarle, se ve el detective alemán entre interrogatorios. Mielke es la cuestión, y la del presente de 1954 también. La CIA quiere pillarle. Sin embargo la Inteligencia francesa también quiere utilizar a Gunther para atrapar a Edgard de Boudel, al que se supone que Gunther conoce de su pasado por tierras francesas. Todos se disputan al único peón utilizable, Gunther, quién se pondrá al servicio de ambos, los franceses y los americanos para atrapar a un Mielke que en 1945 le tendió una trampa. La manera de hacerlo, simple: recibir a los prisioneros de guerra que regresan a Alemania y vigilar a uno en particular.


    Regreso de prisioneros alemanes de la Unión Sovietica y reacción de una madre al ser informada de la muerte de su hijo


    ¿Complicado?. Una trama trepidante, nada fácil, con lo que hay que leer con mucha atención un argumento plagado de datos históricos, de espías y contraespías, de frío y de un Berlín destruido y en construcción, un Berlín de juicios sumarísimos. Probablemente la mejor novela de la serie, la más completa, la que demuestra el camino construido en las anteriores.


    La novela es tan entretenida como las anteriores, aunque después de haber leído  las seis primeras muy seguidas, tuve que dejar pasar un tiempo hasta seguir con la serie, ya que no deja de ser más de lo mismo, y en algunos momentos me ha cansado un poco tanto espionaje y tanta Guerra Fría. En esta entrega hay menos trama puramente policíaca y eso también le quita algo de atractivo. Pero, en conjunto, resulta muy interesante toda la información que aporta de la situación en la Europa de después de la Guerra, de los nazis franceses, de los excesos cometidos por los rusos , o de los manejos de los norteamericanos.

    Bernie Gunther es, en esta novela, un personaje muy cansado, que ha visto muchos horrores y ha padecido todo tipo de encierros y miserias, que ha sido engañado y traicionado , utilizado y encarcelado en incontables ocasiones y que no quiere trabajar para sus enemigos que, en realidad, son todos: nazis, rusos, franceses y americanos. Sigue siendo un tipo cínico y sarcástico pero muy honesto, aunque tiene su propia moral y sus propias leyes y un instinto de supervivencia que le hará superar todas las situaciones peligrosas que se le presentan.

    ACTUALMENTE LEYENDO:  SUEÑOS DEL ALBAYZIN  (Carolina Molina)



    No hay comentarios:

    Publicar un comentario