sábado, 20 de febrero de 2016

LA CASA DE VAPOR (Julio Verne)




EL AUTOR

Jules Verne; Nantes, 1828 - Amiens, 1905) Escritor francés, considerado el fundador de la moderna literatura de ciencia ficción. Predijo con gran precisión en sus relatos fantásticos la aparición de algunos de los productos generados por el avance tecnológico del siglo XX, como la televisión, los helicópteros, los submarinos o las naves espaciales.
En 1836 ingresó con su hermano Paul en el seminario Saint-Donatien. Más tarde estudió filosofía y retórica en el liceo de Nantes y viajó a París, cumpliendo los deseos de su padre, para seguir la carrera de leyes. En 1848 comenzó a escribir algunos sonetos y textos de teatro, y dos años más tarde aprobó su tesis doctoral de derecho y optó por la carrera de letras.
Julio Verne

Sus inicios literarios fueron difíciles, sus piezas de teatro no tuvieron una divulgación importante, y recurrió a la docencia para sobrevivir. Desde 1852 hasta 1854 trabajó como secretario de E. Seveste, en el Théâtre Lyrique, y publicó algunos relatos en Le musée des familles, como Martín Paz (1852). En 1857 se convirtió en agente de bolsa y empezó a viajar; visitó Inglaterra, Escocia, Noruega y Escandinavia, y continuó sus escritos.
Posteriormente conoció al editor Hetzel, quien se interesó por sus textos y le publicó Cinco semanas en globo (1862), obra que lo lanzó al éxito y lo estimuló a proseguir con la temática de la novela de aventuras y fantasía. El mismo editor le encargó una colaboración regular para la revista Magazine déducation et de récréation, y en poco tiempo alcanzó una gran celebridad.
Aprovechando sus conocimientos geográficos, adquiridos a través de numerosos viajes por Europa, África y América del Norte, y su entusiasmo por la revolución tecnológica e industrial, se convirtió en un especialista de los relatos de aventura de corte científico. Su dominio de la tensión dramática le permitió combinar extravagantes situaciones y momentos poéticos en una prosa ligera y amena.
Inmediatamente se enfrascó en la redacción de Viaje al centro de la Tierra, para lo cual se aplicó a la geología, la mineralogía y la paleontología. Las detalladas descripciones de animales antediluvianos maravillaron a los expertos, poniendo de manifiesto su extraordinaria intuición científica. Su tercer gran libro fue De la Tierra a la Luna, cuya publicación despertó tal entusiamo por los viajes espaciales que su despacho se inundó de cartas solicitando reservas para el próximo viaje lunar. Con el mismo interés fue recibida La vuelta al mundo en ochenta días, publicada por entregas, cuyo éxito fue tal que se llegaron a cruzar apuestas sobre si Phileas Fogg, "el hombre menos apresurado del mundo", lograría llegar a la meta en tan breve tiempo.

Veinte mil leguas de viaje submarino es, entre su extensísima producción, uno de los libros que conserva más íntegro su encanto. La peripecia se inicia cuando una fragata americana parte en busca de un monstruo marino de extraordinarias proporciones al que se atribuyen múltiples naufragios. El monstruo aparece, se precipita sobre el barco expedicionario y lo echa a pique, llevándose en su espinazo al naturalista Aronnax, a su fiel criado Conseil y al arponero Ned Land. Resultará ser un enorme submarino, el Nautilus, en el cual los tres hombres pasarán cerca de diez meses hospedados por el enigmático capitán Nemo, artífice del invento. Visitarán los tesoros sumergidos de la Atlántida, lucharán contra caníbales y pulpos gigantes y asistirán a un entierro en un maravilloso cementerio de coral.

Nemo, hostil e iracundo, no tardará en revelarse como un proscrito, un sublevado solitario cuyo manto de misterio esconde una identidad principesca y una pesadumbre tenebrosa. Se ha señalado que Nemo es un trasunto del propio Verne. Ambos viven encerrados, solos e incomprendidos, el primero en su coraza de acero, el segundo en la burbuja de su gabinete, ambos refugiados tras el disimulo y el secreto. Del mismo modo que Verne dejó estupefactos a propios y extraños presentándose a unas elecciones municipales en Amiens por una lista de extrema izquierda, el capitán Nemo, que lucha por la liberación de los pueblos oprimidos, detesta a la convencional y adocenada colectividad que lo persigue y enarbola dos veces el estandarte negro del nihilismo.
Escribió otras obras de gran éxito como Las aventuras del capitán Hatteras (1866), Los hijos del capitán Grant (trilogía, 1868-1870), En torno a la luna (1870), La isla misteriosa (1874), Miguel Strogoff (1876), Un capitán de quince años (1878), Las tribulaciones de un chino en China (1879), El faro del fin del mundo (1881) y Los viajes del capitán Cook (1896), entre muchas otras novelas que superan el medio centenar de títulos.
Se radicó en Amiens en 1872, y a partir de 1886 se comprometió con las actividades municipales de dicha ciudad. Tres años después fue nombrado representante del consejo municipal, y en 1892 fue condecorado con la Legión de Honor. Sus textos se popularizaron con rapidez y quedaron entre los grandes clásicos de la literatura infantil y juvenil del siglo XX. De su obra póstuma destacan El eterno Adán (1910) o La extraordinaria aventura de la misión Barsac (1920), en las que un crítico tan poco convencional como Michel Butor ha querido ver un Verne más profundo y escéptico de lo habitual, que tendía a desconfiar de las consecuencias que podía acarrear para los seres humanos el progreso incesante de la tecnología y de la ciencia.

EL LIBRO

  • ISBN: 9788483466001
  • 1ª ed., 1ª imp. de 03/2008 en Español
  • 400 páginas; 18x12 cm
  • Encuadernación: Rústica




  • En mayo de 1867 un grupo de hombres (el coronel Munro, su asistente el sargento McNeil, el ingeniero Banks, el capitán Hod y el señor Maucler, narrador de la historia) realizan un viaje a través de la India en un fantástico medio de transporte: un vehículo con tracción a vapor acondicionado como vivienda. Parten de Calcuta en dirección a Benarés y luego al norte para alcanzar las laderas del Himalaya. El coronel Munro tiene un enemigo mortal, Nana Sahib, el único líder de la rebelión de los cipayos que permanece todavía con vida, responsable de la muerte de varios centenares de mujeres y niños, entre los cuales se encuentra la propia lady Munro. La aventura de esta enemistad y las peripecias del viaje, donde la caza del tigre de Bengala es uno de los principales objetivos, constituyen los ejes de esta espléndida novela

    IMPRESIONES

    El gran Julio Verne nos ha hecho viajar y soñar con aventuras casi imposibles en nuestra niñez. Quizá ahora es un autor difuminado entre tantísima oferta, para los niños y adolescentes de nuestro tiempo. Quizá debería ser uno de esos grandes clásicos que forman parte de las clases de Literatura de los estudios básicos. Quizá, o quizá no porque me temo que todo lo que suena a obligatorio pierde su encanto y desmerece su gran valía.

    El valor de Julio Verne no es sólo el de una escritura amena y aventurera, sino también el de un escritor “visionario”, ya que en muchas de sus novelas incorporaba elementos entonces fantásticos y que más adelante se convirtieron en ingenios bien reales.

    Con Julio Verne hemos viajado a las profundidades de la tierra con Viaje al centro de la Tierra (1864), a las profundidades del mar con sus Veinte Mil leguas de viaje submarino (1869), antes nos llevó por el continente africano con sus Cinco semanas en globo (1863), y quizá su más célebre periplo es La vuelta al mundo en 80 días (1873), donde ironizaba además sobre el gusto de los ingleses por las apuestas.



    La casa de vapor es un título que yo personalmente no conocía, no tenía ni idea de que existía, y de repente me entraron unas ganas locas de leerlo… quizá porque hacía mucho tiempo que no tenía entre manos una novela de este gran escritor (no me cansaré de repetirlo).

    En este relato, Julio Verne nos lleva a la India colonizada por los ingleses y de nuevo con un reto viajero: recorrer la India desde Calcuta hasta las estribaciones del Himalaya, para luego ir rumbo sur hasta Bombay, en una especie de “casa rodante”. ¿Os suena? A mi me recordó al instante a las roulottes que ya son tan comunes en nuestro entorno, aunque no es España un gran ejemplo de uso de las mismas, sino quizá Francia, precisamente el país que vio nacer al escritor.

    Así, con algunos razonamientos y sobre todo mucha imaginación alrededor de la ingeniería, Julio Verne plantea una nueva aventura: crear y viajar con un vehículo completamente distinto a todo lo visto hasta entonces.

    El grupo de viajeros está compuesto por varios hombres y sus sirvientes. Es curioso la escasa visibilidad de las mujeres en las novelas de Verne, excepto las damas que dan un toque de amor y romanticismo a la historia.

    No obstante, hay otro valor que se encuentra en las novelas de Verne, y en esta también está presente… además de transmitir muy bien la mentalidad de su época, especialmente de los ingleses (¿qué tendría con los ingleses este hombre, que nació en Francia, se educó en París, conoció a Víctor Hugo y a Alejandro Dumas hijo, y simpatizó con las ideas revolucionarias del príncipe Pyotr Kropotkimm?), con todas sus encorsetadas fórmulas de educación y honor, se fija en los hechos históricos y en el lado de los nativos –al menos en este caso-.

    En La casa de vapor se narra y se hace protagonista de parte de la acción a la famosa Revolución de los Cipayos, donde de forma bastante vergonzosa el Ejército Inglés aplacó una revolución nativa a base de muertos, muertos y más muertos. Y los “cipayos” no se quedaron atrás, que conste… La sombra de la venganza aporta una dosis de aventura importante.



    Otras cuestiones se abren camino en este periplo, por ejemplo la de la caza de animales salvajes.

    Entre el grupo de viajeros que conforman la expedición, se halla un cazador y su sirviente, también cazador. Ambos son verdaderos entusiastas coleccionistas de tigres. Su objetivo: llegar a cazar el número tigre número 50. Siniestro hobby.

    Acampados en las faldas del Himalaya, a un tiro de piedra de Tíbet, se sucede un encuentro con un proveedor de animales para las casas reales (majarajás) y zoos de la India.

    Se desarrollan algunos diálogos enfrentando los dos puntos de vista: el de quien quiere capturar animales vivos y lo mínimamente dañados posible, y el de quien quiere matarlos.

    Julio Verne nos habla de un país, India, plagado de fieras… tanto de tigres como de elefantes salvajes y panteras, entre los más temibles. ¿Qué queda de todo ello? Algunas reservas o espacios protegidos donde se pueden contar con los dedos de las manos los habitantes de estas especies. Una verdadera lástima. Algo así ocurrió con África. El hombre ejerciendo de depredador insaciable, que no caza para comer ni para defenderse, sino que caza por deporte. Uf, nunca lo entenderé, o sí, pero no podría participar de ello. Me imagino que cazar así debe de servir para potenciar el sentimiento de Poder, y de paso la sensación de hombría, valor… aunque yo no veo nada de valeroso en disparar con un arma y a ser posible bien parapetado, a un bicho que sólo se puede defender con sus garras y dientes. Detentar el Poder sobre la vida de otro ser vivo, ejercerlo por el simple placer de ejercerlo.

    Supongo que los asesinos en serie se deben de sentir así también. Y los mercenarios que van de guerra en guerra. Y los terroristas.

    Pero la caza deportiva siempre se ha considerado de otra manera, es legal y se paga mucha pasta por ello (hoy en día, mientras que en los tiempos de Verne era gratis y aplaudida).

    Así, este es un libro con diversos caminos abiertos a la reflexión y el debate, y siempre con el viaje de fondo y como verdadero protagonista, además de los momentos trepidantes que parecen sumergirnos en una película de acción al más puro estilo de Indiana Jones. Para no perdérselo

    ACTUALMENTE LEYENDO:  EL ARTE DE MATAR DRAGONES  (Ignacio del Valle)

    1 comentario:

    1. Interesante, le invito a visitar mi blog sobre Jules Verne http://julesverneastronomia.blogspot.com

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