EL AUTOR
(Barcelona, 1943) Novelista español. Tras graduarse en derecho (1966), ejerció como pasante, asesor jurídico y traductor fijo en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, entre 1973 y 1982. Posteriormente trabajó para la misma organización en Europa, residiendo en su ciudad natal durante la mitad del año.
Debutó en la literatura con La verdad sobre el caso Savolta (1975), novela que impresionó vivamente al ambiente literario (obtuvo el Premio de la Crítica) y que tuvo también una calurosa acogida entre el público: la verdadera protagonista era la ciudad de Barcelona, conmocionada por las tensiones revolucionarias de los años 1917-1918, en la cual se mueve una variopinta tipología de personajes caricaturescos, presentados según los cánones de la novela policíaca que, en un habilísimo "pastiche", fagocita también esquemas estructurales y lingüísticos de otros géneros narrativos, desde los antiguos tópicos de las novelas de caballerías a los estereotipos más modernos de la literatura de consumo.
Sus personajes originales y disparatados deambulan por un escenario de contrastes, donde se entremezclan los atentados anarquistas con las lujosas fiestas de la alta burguesía catalana. El autor se sirve del marco histórico para desplegar una elegante ironía que enfatiza el carácter tragicómico del relato. Con esta obra, el autor se acercó al área estética de los novísimos, rechazando una excesiva caracterización específicamente española.
Por el contrario, su segunda novela, El misterio de la cripta embrujada (1979), representó una forma de intensificación experimental más divertida. Situada en época contemporánea, el autor maximizó la parodia de la novela negra hasta convertirla en una farsa. El laberinto de las aceitunas (1982) conservaba una ambientación similar, siendo la tercera variante de un peculiar género detectivesco que derrama su humorismo y su particular desencanto en la exasperada imitación de rigurosas investigaciones aplicadas a enigmas risibles. Ambas son historias de crímenes y misterio que comparten como protagonista a un demencial detective y esconden bajo su argumento un componente de crítica social.
La ciudad de los prodigios (1986), protagonizada por Onofre Bouvila, un anarquista que medra hasta las cimas del corrupto poder económico, es un reflejo de la vida barcelonesa del período entre las dos Exposiciones Universales de 1888 y de 1929. Eduardo Mendoza volvió en esta narración a su particular forma de entender la novela histórica, original y comprometida, retratando una vez más la sociedad barcelonesa de la época. En el pasado de un espacio urbano conocido, el autor excava y recupera nuevas identidades, inmersas en una especie de crónica activa y heterodoxa. Con su consumado oficio de narrador, exorciza, mediante múltiples mecanismos de manierismo de la mímesis literaria, cualquier posible condescendencia a las languideces del sentimentalismo.
En La isla inaudita (1989) es un empresario de la Ciudad Condal quien se desplaza a una romántica Venecia para vivir una historia de amor. En cambio, Mendoza explota directamente el recurso humorístico en Sin noticias de Gurb (1990), delirante diario personal de un extraterrestre que rastrea la pista de un congénere desaparecido en la Barcelona actual. Le siguieron El año del diluvio (1992) y Una comedia ligera (1996), dos de sus pocas obras ambientadas fuera de la capital catalana.
En La aventura del tocador de señoras (2001) retoma como protagonista al maníaco detective de la cripta embrujada; en El último trayecto de Horacio Dos (2002) relata una historia irónica que transcurre durante una expedición espacial; y en Mauricio o las elecciones primarias (2006) el autor elige por primera vez la Barcelona posterior a la transición como escenario de una novela. Este último título lo hizo merecedor de la sexta edición del premio de novela Juan Manuel Lara.
Ha publicado asimismo la guía Barcelona modernista (1989), en colaboración con su hermana Cristina y, en lengua catalana, la pieza de teatro Restauració (1990). Posteriormente publicó las novelas El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008) y Riña de gatos. Madrid 1936 (2010), ambientada en la capital de España durante los días previos a la Guerra Civil española, que mereció el premio Planeta.
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Las enigmáticas desapariciones de niñas del colegio d elas madres Lazaristas de San Gervasio son el punto de inicio de la aventura indagatoria que tiene como protagonista a un cliente del manicomio, quien, obligado a convertirse en investigador, se verá envuelto en toda clase de percances de los que logrará salir llevando a cabo su cometido y descubriendo una intrincada farse de gente pudiente.
Aparentemente nivelada y lisa, la escritura de Mendoza constituye un espléndido ejemplo de investigación literaria personal, ajena a todo mimetismo, que ahonda en las posibilidades de volver del revés, sin infringirlas a primera vista, las posibilidades del relato tradicional, e indagar así, como un buen detective, o como un personaje de Henry James en el dibujo que se nos muestra al dorso del tapiz de la trama. Una farsa burlesca y una sátira moral y social que tiene sus raíces últimas en la picaresca y en el modelo cervantino.
IMPRESION PERSONAL
Si no habéis leído nunca a Mendoza, quizá del título deduzcáis que ésta puede ser una obra de terror o, en su defecto, de misterio. Lo cierto es que si bien sí está dotada de un poco de intriga, los que sí lo conocéis sabréis que está lejos de asustar. De hecho, es todo lo contrario. El misterio de la cripta embrujada es para reírte y deleitarte con una escritura espectacular.
La acción transcurre en los últimos años de la década de los setenta, en plena Transición, cuando unas niñas del colegio de las madres Lazaristas de San Gervasio desaparecen misteriosamente. El protagonista, un cliente del manicomio, se ve obligado a convertirse en investigador y se verá envuelto en toda clase de percances de los que solo logrará salir descubriendo a quienes se esconden detrás del enigma. Publicada en 1978, El misterio de la cripta embrujada es una apasionante novela de parodia y homenaje al género negro, un clásico de la literatura española contemporánea y una de las obras más emblemáticas de Eduardo Mendoza.
Barrio de Sant Gervasi, Barcelona
El protagonista no es otro que un loco bastante lúcido que es sacado de su residencia, un sanatorio mental, para asumir el improvisado papel de detective. Todo porque el comisario Flores, conocedor de la lejana experiencia como delincuente del demente en cuestión, le propone la libertad a cambio de sus servicios para resolver un caso un tanto extraño: la enigmática desaparición de una niña interna en el colegio de monjas de San Gervasio. Un suceso que, al parecer, ya había ocurrido seis años atrás y que no acabó de resolverse satisfactoriamente. Con su proceder impulsivo, nada predecible y repleto de violaciones a la ley, aunque no falto de justificación, este personaje conduce al lector a las más variopintas situaciones para, al final, resolver con acierto las misteriosas desapariciones y la relación que mantienen con la cripta mencionada en el título. La acción se desarrolla con Barcelona de telón de fondo, con sus calles y locales. Con su ambiente. Pero también tintada de oscuro. Y es que, puesto que casi todos los hechos se producen durante la noche, en algún interior o bajo la lluvia, al leer da la impresión de estar en un mundo sin color, en escala de grises. Pese a ello, como ya he dicho anteriormente, esta novela está impregnada de una notable ironía que te hace reír incluso en aquellos momentos en los que, aparentemente, no deberías.
Y en este contexto, mención especial merecen los nombres. Es cierto que se mencionan pocos (¡el del mismo protagonista nos es privado!) pero los que lo hacen no tienen desperdicio… ¡Qué hartón de reír! Ya sólo mencionarlos uno se hace a la idea de cómo serán los así llamados. El libro es además una sátira social que critica visiblemente a los más adinerados de la ciudad, la Iglesia y el poder legislativo en general de una época muy concreta en la historia de España: la transición a la Democracia. Es sorprendente leer como logra mofarse de todos ellos un cualquiera sin más ambición que la de demostrar su cordura y ganarse la libertad, contado tan sólo con su imaginación y desparpajo a la hora de hablar. Pese a todo lo ya explicado, me arriesgaré a decir que la historia, pretenciosamente policíaca, carece de un valor excesivo: cualquier novela que se precie podría contar con el hilo argumental en ésta explicado. Por ende, si la historia no es lo que convence (y además cuenta con un final que se intuye precipitado), cualquiera de vosotros podría preguntarme qué lo hace. Sin duda alguna, os respondería que el texto en sí mismo, el cómo escribe Mendoza, lejos de la prosa sencilla que domina la novela actual española.
Imagen de Las Ramblas, en cuyos bares y cafés la hermana del protagonista, ejercía la prostitución
Utilizando como portavoz al loco que no está loco, Eduardo Mendoza hace un uso excelente de las palabras y se expresa de una manera irreprochable, con una puntuación digna de despertar la envidia de los escritores más consagrados. Con su estilo, es capaz además de inducirte a pensar en lo que él quiera sin ponerlo en duda, por muy irreal que se nos antoje. Ya puede tachar de fruta a la leche, por decir una barbaridad, que lo vamos a creer de pies juntillas. ¡Desde luego este hombre no tiene parangón! Así pues, desde luego que os recomiendo esta obra, pero más que por la historia, ya digo, por la forma en que está escrita. Sin embargo, aunque no he leído nada más de Mendoza y no puedo asegurarlo, es posible que podáis admirar su escritura en cualquiera de sus otras novelas.
ACTUALMENTE LEYENDO: LA SEPTIMA MUJER (Frederique Molay)
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