lunes, 4 de agosto de 2014

REQUIEM ALEMAN (Philip Kerr)





EL AUTOR

Philip Kerr (Edimburgo, Escocia, 1956) es un escritor británico.

Estudió en la universidad de Birmingham y obtuvo un máster en leyes en 1980; trabajó como redactor publicitario para varias compañías, entre ellas Saatchi & Saatchi, antes de consagrarse definitivamente a la escritura en 1989 con Violetas de Marzo (March Violets), obra con la que inició una serie de thrillers históricos ambientados en la Alemania nazi conocida como "Trilogía berlinesa" (también llamada "Berlin Noir"), protagonizada por el detective alemán Bernhard "Bernie" Gunther.



El resto de su obra suele ser novela negra o policíaca, y se ambienta en distintas épocas, incluso futuras, como por ejemplo Una investigación filosófica (A Philosophical Investigation). En 2009 obtuvo el III Premio RBA de Novela Negra, el de mayor dotación de su especialidad (125.000 euros), por Si los muertos no resucitan, cuya historia transcurre en un Berlín en pleno apogeo del nazismo, poco antes de las Olimpiadas y la II Guerra Mundial. Este título forma parte de la "serie Bernie Gunther".

Además de escribir para el Sunday Times, Evening Standard y New Statesman, ha publicado novelas orientadas al público juveniles, firmadas bajo el nombre de P. B. Kerr, en la serie "Los hijos de la lámpara" (Children of the Lamp), como El enigma de Akenatón, La Djinn Azul de Babilonia o La cobra rey de Katmandú.

Vive en Londres con su mujer, la escritora Jane Thynne, y sus tres hijos.

EL LIBRO

  • Nº de páginas: 448 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editoral: RBA LIBROS
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788498676662



  • Ya ha acabado La Segunda Guerra Mundial, nos encontramos en 1947, algunos jerifaltes nazis se han suicidado como Himmler, otros buscan cambiar de identidad e incluso colaborar con los americanos como espías. Berlín está dividido en cuatro, en manos de americanos, británicos, franceses y rusos (o ivanes como les llama Bernie).

    Bernie se traslada a Viena a resolver un caso que lo tendrá en esa ciudad una larga temporada. Debe demostrar que un tal Becker no es el asesino de un americano. La cosa pinta mal porque todo apunta sobre Becker. Austria también sufrió las consecuencias de los bombardeos y Viena sin llegar a los límites de Berlín (..”comparada con Berlín, Viena tenía un aspecto más limpio que el escaparate de un enterrador…”) expone también sus heridas de guerra. Curioso es el comienzo del libro donde un equipo de rodaje quiere rodar una película sobre los estragos de la película, en Viena, y donde las obras de reconstrucción que se van a llevar a cabo les supone todo un problema.

    En su investigación Bernie entrará en contacto con los americanos, con gente de la que uno no sabe nunca bien para quien trabaja, como en el caso de Belinsky, compañero de andanzas, pues todos parecen ser agentes dobles o triples. Bernie ahora está casado con Kirsten, si bie la cosa no parece pintar muy bien, pues esta no es reacia a hacerle un francés a un americano ni un griego a un británico.

    IMPRESION PERSONAL

    Réquiem alemán es la novela con la que Philip Kerr cerró en 1991 la, entonces, trilogía Berlín Noir.

    Una serie que retomaría quince años más tarde y que verá  2011 aparecer su séptima entrega:
    “Gris de campaña” (o “Gris militar”, que no encuentro fuentes que coincidan).

    Lo primero que se hace notar es su escasa continuidad respecto a Violetas de marzo y Pálido criminal, fruto de la voluntad de Kerr por no quedar estancado en otra historia policiaca con nazis en el Berlín de preguerra. De hecho, corta por lo sano y traslada la acción hasta finales 1947, hacia un Berlín desolado donde la tensión entre los dos grandes bloques están a punto de “descorchar” la guerra fría. Entre las ruinas físicas y psicológicas de un país y una ciudad en plena bipartición, un oficial de la MVD (el post NKVD y pre KGB), el coronel Poroshin, contacta con Bernie Gunther para que investigue el asesinato en el que se ha visto involucrado Emil Becker; un antiguo compañero en la Policía Criminal de Berlín, especialista todo tipo de trapicheos, detenido como presunto asesino de un oficial estadounidense en Viena. Pese a sus dudas iniciales, Gunther acepta e inicia una investigación que le trasladará hasta la capital austriaca. Un escenario que, la verdad, conocemos muy bien.

    Durante más de la mitad de su extensión, Réquiem alemán evoca el recuerdo que tiene el lector de El tercer hombre, ya sea a través de la novela o, más (por su tremendo poder visual), de la adaptación que Carol Reed hizo poco después. No es sólo que Kerr se mueva por los mismos escenarios del submundo vienés y que estos fuesen bien capturados por ambos clásicos. Hay escenas que remiten, directa o indirectamente, a ella: una visita de Gunther al cementerio de la ciudad, esos paseos nocturnos por calles en penumbra absolutamente vacías, el sonido de la cítara en los clubes, la necesidad de penicilina… Incluso en varios momentos de la narración se alude a unos productores ingleses que preparan la grabación de una película en la ciudad.

    Una muleta destinada a dar mayor verosimilitud a la ficción.

    La Ringstrasse, bulevar circular que rodea la ciudad de Viena


    Independientemente de esto, el gran acierto de Réquiem alemán está en lo bien que se mueve Kerr entre la novela negra y el thriller de espías menor. Un terreno ideal para relatar la descomposición de una Alemania que purga los males del nazismo, apesadumbrada por las atrocidades que había cometido y en pleno proceso de reacción ante las que (también) se habían cometido contra ella. Y, sobre todo, para poner negro sobre blanco el nacimiento del nuevo orden mundial. La desaparición de la “claridad” que había conducido a la Segunda Guerra Mundial para embarcarse en un proceso más borroso y velado donde los nazis eran algo más que unos criminales a los que castigar (quizás una posible ayuda contra la creciente amenaza “roja”). La génesis de una (nueva) ambigüedad moral que reinaría en las relaciones internacionales durante cuatro décadas, hasta que fue reemplazada por una nueva ética (tan o más turbia).

    Se disfruta viendo a un Bernie Gunther que mantiene su integridad, cinismo y sensibilidad habituales en un ambiente todavía más hostil al de las dos primeras novelas. A sus consabidos problemas con las viciadas estructuras nazis (no debería haberlo escrito, pero hay un spoiler a lo “habéis matado a…” en el texto de la cubierta trasera) y los criminales de diversa estopa, aquí debe sobrevivir a un clima postbélico depresivo y unos compañeros de reparto de lo más escurridizos con los que el cinismo, la hipocresía y el verbo afilado ya no bastan para salvar el día. De hecho, todavía más sobrepasado por los acontecimientos, Kerr necesita de una conversación final con el mago que mueve los hilos para poner al día a Bernie de todo lo que no ha sido consciente, que no es poco. Un recurso narrativo incómodo que acentúa la sensación de indefensión del personaje.

    Pequeño y pintoresco pueblo de Grinzing, a las afueras de Viena, donde transcurre la parte final de la novela


    Al igual que en las novelas precedentes, el autor busca exculpar al pueblo alemán de las atrocidades cometidas por los nazis, cuyos máximos dirigentes (Hitler, Goering, Himmler, Heyndrich) son mencionados con bastante frecuencia. También habla de algunos casos de corrupción en las filas de los bandos vencedores, como si quisiera dejar en claro que no todo es siempre blanco o negro. Encontré esta novela algo menos ágil que las precedentes, por momentos quería llegar ya al final.

    En la trama de la novela se involucra a un alto jerarca nazi (el jefe de la Gestapo, Heinrich Müller), que desapareció en los últimos días de la guerra, pero al no encontrarse su cuerpo, su muerte sigue hoy envuelta en el misterio.

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