domingo, 30 de septiembre de 2018

EN TIERRA DE LOBOS (Luis García Jambrina)



EL AUTOR

Autor español, Luis García Jambrina estudió Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca, donde se doctoró. En la actualidad es profesor de esta misma universidad, actividad que combina con su labor como crítico literario para medios como ABC y la escritura de ensayos, relatos y novela.



En el campo del ensayo, la obra de García Jambrina ha girado alrededor de aspectos académicos y literarios, consiguiendo ser finalista de premios como el Fray Luis de León
Dentro de su producción narrativa, el autor ha publicado tanto antología de relatos (Muertos SA y Oposiciones a la morgue y otros ajustes de cuentas) como novela, practicando género como el histórico. En 2009 se hizo con el Premio Ciudad de Zaragoza con El manuscrito de piedra.

EL LIBRO

  • Nº de páginas: 208 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editorial: S.A. EDICIONES B
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788466653466





Marzo de 1953, una mujer es atropellada en una carretera comarcal de la provincia de Salamanca. Pocas horas después, el camillero del hospital de la capital llama por teléfono a Aurora Blanco, una conocida reportera de sucesos de Madrid, para comunicarle que la víctima ya estaba herida antes de ser arrollada. Cuando la periodista llega al hospital, la mujer ha desaparecido. Así comienza una novela llena de intrigas y de crímenes que es también un retrato de la España turbia y gris de los años cincuenta, un país donde, según la propaganda de la época, nunca pasaba nada, y, cuando pasaba, las cloacas del Estado se ocupaban muy bien de ocultarlo. Conmovida e intrigada por las circunstancias que rodean el caso. Aurora Blanco tratará de hacer justicia a las víctimas y dar a conocer la verdad, aunque para ello tenga que poner en riesgo su vida y su trabajo.

IMPRESIONES

En cuanto a su génesis, el propio autor nos confiesa haberse inspirado en un personaje real muy admirado por su abuelo, Margarita Landi. Una rubia teñida de ojos inteligentes, a la que recordamos fumando en pipa, que trabajaba para un periódico de sucesos pleno de morbo: El Caso. Semanario que desde 1952 hasta 1987 sirvió para conjurar temporalmente el aburrimiento y las telarañas mojigatas de aquella época gris. 

En 1953, en este nuestro país, donde Franco y los suyos estaban en el poder, un país donde nunca moría nadie, o al menos esa era la versión oficial, versión que periódicos semanales como El Caso (fundado en 1952), que los más viejunos seguro que han tenido algún ejemplar alguna vez entre sus manos, venían a cuestionar, dando cuenta de de cuantos crímenes, sucesos, timos, etcétera, se tenían noticia en 1953 y hasta mediados de los ochenta, que desapareció el semanal.

Margarita Landi

Sobre la figura emblemática de la redactora de El Caso, Margarita Landi (en la foto), Jambrina crea su personaje, Aurora Blanco, una treintañera, rubia, estilizada, glamurosa, que se camela (quizá merced a esa figura tan apetecible) a las autoridades, franqueándole estas el acceso a las cárceles, donde puede interrogar a su aire a los reos e incluso a acompañar a los policías en sus interrogatorios.
Los artículos de Aurora publicados en Crónica de sucesos, serán cada vez más conocidos por sus lectores habituales, lo que propicia, por ejemplo, que el camillero de un hospital de Salamanca le avise de la entrada en el mismo de una chica que ha sido atropellada, y presenta laceraciones por todo su cuerpo.

Vista de Salamanca en los años 50
Cuando Aurora llega hasta allí, la chica ya no está. Aurora debe ponerse manos a la obra para descubrir dónde está la chica, por qué ha desaparecido, quién la ha hecho desaparecer, o si estaba con algún pez gordo que no quiere verse ahora relacionado con una prostituta.
Comienza ahí la investigación. Por medio, el niño de la desaparecida y luego muerta, un niño, de quien sus abuelos no quieren saber nada, primero porque se trata de un oprobio (ya saben, esos hijos frutos del pecado. Las violaciones también eran pecaminosas) y segundo porque son tan pobres que no podrían mantenerlo.
La investigación y mi lectura, avanza sin apenas sobresaltos, todo bien engarzado, fluido, anodino, con algunas páginas en blanco, lo que viene siempre bien para coger aire o mirar por la ventana, mientras se suceden los escenarios por los que transita Aurora y los días, siete en total, hasta el final de la novela.
Un buen libro (un libro imprescindible y necesario) debe sumir a lector en un estado de ansiedad, febril, casi enfermizo, y en en este sentido, Tierra de lobos, resulta una novela demasiado fría y aséptica (por muchos muertos y mucha sangre que allá por medio), muy manida en su simplona trama y nada novedoso en su puesta en escena, con un final peliculero, donde los asesinos cantan sus crímenes tan alegremente, cuando ya sabemos que la protagonista no la va a palmar.

Como viuda joven, diplomada en criminología y conductora de un descapotable, Margarita Landi no se arredraba a la hora de plantear hipótesis y resolver casos espeluznantes, en parte por su intrepidez, pero también porque disfrutó siempre de magníficas relaciones con aquellas temidas fuerzas del orden que le suministraban informaciones valiosas. De este modo, y con estos datos biográficos, Jambrina ha compuesto un personaje bastante fiel al original que imita, en una trama ciertamente entretenida acompaña por personajes singulares y pintorescos como Emilio el camillero, aunque no seamos forofos, como es mi caso, de la novela negra y policiaca al contrario que mi propia abuela, otra fiel admiradora irreductible de esta increíble señora

Reporteros de El Caso, en los años 50

Uno de los grandes aciertos del libro es abordar la postguerra con mucha lucidez y un constante humor sano y no crispado, con la ironía justa para que percibamos con nitidez la censura o las injusticias sociales, bien presentes en la novela, pero sin que la crítica al sistema se convierta en el tema principal de la misma. En absoluto. Porque lo que nos conduce gratamente hasta el final es la trama dosificada con oficio, además de compartir con el autor una debilidad sentimental insoslayable, presente en todas sus novelas, como es el amor hacia esa Salamanca que enhechiza. De hecho, bien podríamos decir que esta novela continúa las anteriores porque constituye otro claro homenaje a la Atenas castellana. Es por ello que Aurora Blanco se adentra en su barrio chino para que la conozcamos mejor, haciéndonos ir más allá del fastuoso escenario ya vislumbrado por todos de Plaza Mayor, iglesias, conventos y palacios.

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