domingo, 9 de octubre de 2016

PRAGA MORTAL (Philip Kerr)



EL AUTOR

Philip Kerr (Edimburgo, Escocia, 1956) es un escritor británico.

Estudió en la universidad de Birmingham y obtuvo un máster en leyes en 1980; trabajó como redactor publicitario para varias compañías, entre ellas Saatchi & Saatchi, antes de consagrarse definitivamente a la escritura en 1989 con Violetas de Marzo (March Violets), obra con la que inició una serie de thrillers históricos ambientados en la Alemania nazi conocida como "Trilogía berlinesa" (también llamada "Berlin Noir"), protagonizada por el detective alemán Bernhard "Bernie" Gunther.



El resto de su obra suele ser novela negra o policíaca, y se ambienta en distintas épocas, incluso futuras, como por ejemplo Una investigación filosófica (A Philosophical Investigation). En 2009 obtuvo el III Premio RBA de Novela Negra, el de mayor dotación de su especialidad (125.000 euros), por Si los muertos no resucitan, cuya historia transcurre en un Berlín en pleno apogeo del nazismo, poco antes de las Olimpiadas y la II Guerra Mundial. Este título forma parte de la "serie Bernie Gunther".

Además de escribir para el Sunday Times, Evening Standard y New Statesman, ha publicado novelas orientadas al público juveniles, firmadas bajo el nombre de P. B. Kerr, en la serie "Los hijos de la lámpara" (Children of the Lamp), como El enigma de Akenatón, La Djinn Azul de Babilonia o La cobra rey de Katmandú.

Vive en Londres con su mujer, la escritora Jane Thynne, y sus tres hijos.

EL LIBRO


  • Nº de páginas: 432 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editorial: RBA LIBROS
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788490062654




  • Berlín, septiembre de 1941. El detective Bernie Gunther debe abandonar todas sus ocupaciones en Homicidios para atender un asunto de mayor envergadura: pasar un fin de semana en la casa de campo que su antiguo jefe en el SD tiene en Praga. Lo que en principio se presenta como una soporífera reunión en compañía de los más detestables oficiales de las SS y el SD, se convierte de repente en una prueba de fuego para la reputación de Gunther como investigador: deberá descubrir cómo alguien ha podido ser asesinado en una habitación cerrada por dentro. Lo que hay enjuego podría llegar a repercutir en las más altas esferas del Reich, aunque, sin lugar a dudas, pondrá en serio peligro la vida del propio detective.

    Praga mortal (Serie Bernie Gunther, 8) es la última entrega de la exitosa serie de Philip Kerr ambientada en la Alemania nazi. Un relato a medio camino entre la novela negra y la histórica que fascinará a los lectores de ambos géneros.

    IMPRESIONES

    Septiembre de 1941. Todavía conmocionado por las ejecuciones en masa de judíos de las que ha sido testigo en el frente oriental, Bernie Gunther regresa a un Berlín que sufre los estragos de la contienda: racionamiento de alimentos, apagones, florecimiento del mercado negro, bombardeos de la RAF… La población judía ha sido obligada a identificarse cosiéndose una estrella de David a la ropa y empieza a ser despojada de sus derechos. Terroristas checos siembran el pánico en respuesta al establecimiento por los nazis del Protectorado de Bohemia y Moravia, al frente del cual está Reinhard Heydrich. Para colmo, un asesino en serie que opera en las estaciones de tren ocupa las primeras páginas de los periódicos.

    De vuelta a sus responsabilidades como detective de Homicidios, Bernie Gunther se pone a investigar la muerte de un trabajador ferroviario de origen holandés y en un bar de alterne conoce a una mujer con la que inicia una relación apasionada. Sin embargo, todo queda en suspenso al recibir una envenenada invitación del propio Heydrich para pasar un fin de semana en su casa de campo en Praga con altos mandos de la SS y la SD. Si tener que confraternizar con individuos a los que detesta profundamente no fuera suficiente castigo, la aparición del cadáver de un general al que han disparado lo obligará a tomar las riendas de un caso sumamente complejo, ya que la habitación de la víctima estaba cerrada por dentro y no eran pocos los deseosos de verle abandonar este mundo.

    General SS Reinhard Heydrich, ReichProtektor de Bohemia y Moravia, más conocido como El Carnicero de Praga


    Vigilado de cerca por el temible anfitrión de la casa, que no aceptará un fracaso y al que la búsqueda y captura de un líder de la resistencia checa tiene muy alterado, Gunther dará inicio a los interrogatorios entre unos altos mandos nada acostumbrados a rendir cuentas por sus actos. Paralelamente, las conexiones de su amada con las células clandestinas checas prometen costarle la vida si consiguen vincularla a él. Muchos campos de minas que sortear para un solo hombre, por astuto y cínico que sea.

    “Praga mortal”, en definitiva, cuenta una historia contada mil veces, tanto en la novela como en el cine, desde que Hamett decidiera ponerse a ello en el momento en el que hechos así eran más literatura costumbrista -recogida de los periódicos y de la calle- que simple ficción.

    Lo que hace diferente y original a “Praga mortal” de esas otras historias es la ya bien ensayada fórmula de Kerr, de transferir todos esos elementos desde la Norteamérica original a la Alemania de esa misma época de los “oscuros treinta” que ven la caída de la República de Weimar y el ascenso del Nazismo.

    Así en “Praga mortal” los tipos poderosos que encargan la investigación no son grandes magnates de Chicago, Nueva York o Los Ángeles sino jerifaltes nazis como la mano derecha de Hitler, Heinrich Himmler, o Reinhard Heydrich, la mano derecha, a su vez, de esa mano derecha, que se mueven, en efecto, en ambientes lujosos que han conquistado no gracias a sus habilidades como industriales o banqueros -como ocurre en las obras de Hammett, por ejemplo- sino merced a eso que una de las principales propagandistas nazis, la cineasta Leni Riefenstahl, llamó “el triunfo de la voluntad”. En el caso concreto de “Praga mortal” el ambiente lujoso lo constituyen las propiedades incautadas a un rico industrial judío, Ferdinand Bloch-Bauer, dueño, entre otras muchas cosas lujosas y valiosas, de una de las obras más famosas de Gustav Klimt: un retrato de su propia esposa, Adele Bloch-Bauer, que se ha convertido en un verdadero icono de la obra de ese pintor y al que Kerr dedica unas cuantas páginas de esta nueva entrega de las aventuras de Bernie Gunther.

    Heydrich, con su esposa, en su ultimo acto publico, un concierto en el Palacio Wallenstein, Praga

    “Praga mortal” tampoco da muchos problemas a la hora de poner en la escena de la Europa de los cuarenta a otro elemento clásico del género negro: los hampones, “torpedos” y matones de toda laya.

    El Tercer Reich es un momento histórico fértil en esa clase de individuos. La única diferencia con los que se mueven en el Nueva York y el Chicago de, más o menos, la misma época, es que los alemanes van uniformados  con camisa parda o con el siniestro uniforme negro de las SS antes que con sombrero flexible y traje.

    Finalmente lo de la mujer fatal -preferentemente rubia- es también un elemento plausible y fácil de encontrar en la Alemania del Tercer Reich tan obsesionada con la pureza de la “raza” germánica. Arianne Tauber, la “chica” de esta película negra en letra impresa que es “Praga mortal” no desentona, en efecto, lo más mínimo con el prototipo creado por el molde original en los Estados Unidos de los años treinta.

    Eso es lo que se puede decir con respecto a esa novela como novela negra. A ese respecto es todo un éxito. Supera, y por mucho, a intentos parecidos como “El día de Hitler”, obra de otra de las estrellas de la nueva novela negra, Elmore Leonard.

    Ahora habría que preguntarse si esa fidelidad a las reglas del género negro no supone un inconveniente para la otra parte del cóctel literario que RBA dice ofrecernos. Es decir, el carácter de novela histórica de “Praga mortal”.

    A decir verdad, los estereotipos del género que con tanta habilidad maneja Kerr ponen muchas veces en peligro ese carácter de novela histórica que se podía atribuir a esta última entrega de las andanzas de Bernie Gunther.

    Está claro que Kerr nos describe en toda su crudeza lo que fue el Tercer Reich, que está, en el momento en el que se desarrolla la novela -finales del año 1941 y mediados de 1942-, en su punto más alto, antes de empezar un declive imparable, que culminará con la toma de Berlín por la tenaza aliada, desde el Este y el Oeste, en 1945.

    Todo eso está en las páginas de “Praga mortal”: la paranoia institucionalizada -todo el mundo espía a todo el mundo-, la ausencia de Ley y Orden más allá del capricho del Líder y la camarilla que lo rodea y se disputa un favor que él mismo dosifica de modo tal que esa camarilla jamás pueda hacerle sombra. También se recogen en las páginas de esta novela aspectos más truculentos de esa realidad, como los famosos “métodos para hacer hablar” de la Gestapo o cuestiones más cotidianas como la sordidez y escasez presentes en el día a día de la Alemania de 1941 que ha visto estancado su triunfal paseo militar  por Europa en el frente oriental.  Pese a que algunos, como el portero de Bernie Gunther, aún creen en el futuro reparto de tierras rusas que van a hacer de cada alemán un verdadero terrateniente con siervos ex-soviéticos para cultivar ese botín de guerra. El mismo que el Ministro de Propaganda del Reich les ofrece una y otra vez  desde las ondas de radio sobre las que impera de manera omnipotente hasta el final de la guerra.

    Sin embargo, hay cuestiones de detalle y de fondo sobre la situación histórica en la que se desarrolla “Praga mortal” que escapan por completo a lo que cuenta Philip Kerr.

    Viuda e hijos de Heydrich, durante los actos oficiales de su sepelio

    En efecto, las cosas en Alemania estaban realmente mucho peor de lo que Kerr quiere o puede reflejar en “Praga mortal”. No es ya que al “alemanito de a pie” al que se refiere Gunther en uno de sus desencantados comentarios de viejo detective tenga que soportar un racionamiento que le priva de verdadera cerveza, verdaderas salchichas y verdaderos cigarrillos. Las cosas en la Alemania de la época estaban, realmente mucho, muchísimo, peor. Por ejemplo, el exhaustivo estudio de Jörg Friedrich “El incendio: Alemania bajo los bombardeos (1940-1945)”, habla de una población civil germana sometida a situaciones como las que todavía hoy, por desgracia, se ven en muchos países del llamado “Tercer Mundo”. Ese particular Auschwitz de nuestro llamado “mundo desarrollado”.
    Así es, según “El incendio”, en la Alemania del Tercer Reich una vez que ha empezado la guerra en dos frentes, el occidental y el oriental, hay, por ejemplo, desnutrición, hay gente que pierde la dentadura a causa del escorbuto y muchas otras complicaciones asociadas a la falta de una alimentación correcta. Una realidad que, en efecto, apenas aparece esbozada en “Praga mortal”.

    Por otra parte, la propia existencia histórica de Bernie Gunther es más que cuestionable.

    No cabe duda de que Kerr ha apostado fuerte por su personaje. “Praga mortal” hace evidente que el autor vuelve una vez más a disponer todo lo que rodea a Bernie Gunther para que él, a su vez, haga, a la perfección, el papel de duro detective cínico, descreído, de vuelta de todo y capaz de enfrentarse a quién sea para, una vez más, hacer valer su peculiar código de honor propio del género negro.

    Algo perfectamente plausible en la Norteamérica de los años 30, pero, sin embargo, difícilmente creíble en una Alemania como la de 1941, purgada de arriba a abajo desde que los nazis se hacen con el poder en 1933.

    Cualquier obra histórica sobre la Alemania de esa época nos hace ver que, en efecto, la existencia en ella de un personaje como Gunther es, cuando menos, altamente improbable. Ni siquiera como anomalía, ni siquiera como nota discordante tolerada por una benevolencia que en la Alemania del “Führerprinzip” -es decir, esa en la que todo gira en torno a los imprevisibles caprichos de la “voluntad del Líder”- sencillamente no existía.

    La resistencia pasiva y activa a ese opresivo ambiente es prácticamente residual desde 1933 en adelante y limitada a grupos profesionales muy concretos -los estudiantes de la Rosa Blanca, el complot de altos mandos militares conocido como “Valkiria”…- que nada tienen que ver con cuerpos de seguridad que, como señalan historiadores de este período como Klaus Hildebrand, por ejemplo, son la primera cosa que se controla hasta en el más ínfimo detalle una vez que los nazis se han hecho con ellos como principal herramienta, a su vez, de control social. Un asfixiante clima en el que es muy difícil encajar a personajes como Gunther, o su ayudante ocasional, Kurt Kahlo -por más entrañables que resulten-, y su desparpajo verbal, que no deja títere con cabeza en toda la temible y terrorífica panoplia del Tercer Reich.

    Naturalmente es obvio lo que ha hecho Kerr desde que las aventuras de Bernie Gunther empiezan a desarrollarse en el régimen nazi, tras la caída de la República de Weimar: darnos un personaje con el que podamos identificarnos. Esto es, un antinazi furibundo. De otro modo, de habernos ofrecido un poli real del Tercer Reich es más que improbable que la serie de Gunther hubiera visto la luz -¿qué editor decente del Reino Unido hubiera querido verse envuelto en un escándalo por apología del Nazismo?-  y en el improbable caso de que hubiera visto la luz, casi con toda seguridad no habría pasado de ser una serie de culto en medios neonazis.

    El modo en el que Kerr despacha el asesinato de Heydrich, que, en realidad, sólo ocupa las páginas finales de “Praga mortal”, demuestra que, de todos modos, al novelista -diga lo que diga su editor español- le importa más o menos poco la Historia oficial, con “H” mayúscula, atreviéndose incluso a especular con una versión alternativa de los hechos de la muerte de Heydrich, según la cual éste habría sido eliminado, en realidad, por una infección inducida por el médico personal de Himmler, que así se habría librado de un subalterno que empezaba a resultarle molesto. Versión de la que, por otra parte, Kerr no da ni cuenta ni razón en la “nota del autor” que se molesta en poner al final de “Praga mortal”, donde sí da un somero repaso al destino de los principales personajes históricos -aparte de Heydrich- que desfilan por esta magnífica novela negra.

    La novela está narrada en primera persona, y eso no sólo permite una profundización sobre la complejidad del personaje protagonista, sino que a los lectores que nos asomamos por primera vez a su mundo nos facilita muchas pistas sobre su trayectoria. Gunther luchó en la primera gran guerra, perdió muy joven a su esposa, y dejó durante un tiempo la policía para trabajar como investigador privado, pero aunque todos le reconocen como un magnífico profesional no encaja en la Nueva Alemania (obstinadamente se ha negado a formar parte del Partido —el Partido Nazi—).  Es un hombre al que le duran poco las relaciones, un lobo solitario, que todavía es capaz de sentirse interpelado por la situación de sus semejantes, especialmente si son judíos.  Pero lo más importante es que acaba de regresar de un destino maldito en el frente del Este, en Ucrania, donde tuvo que supervisar operaciones especiales de «reasentamiento» de judíos. Este eufemismo hacía referencia a la limpieza étnica desarrollada en territorios ocupados, y constituía una experiencia demoledora para la moral de las tropas, incluso para los nazis más convencidos. En el caso de Gunhter su condena le ha convertido en un hombre resentido, que sabe que nunca podrá deshacerse del asco y la culpa. Es un alemán con una visión muy lúcida sobre el camino sin retorno en que se ha embarcado su país pero que no puede salirse del sendero marcado.

    Castillo de Praga, sede oficial del Protectorado Nazi

    El protagonista está atado por un extraño vínculo que no puede romper con un hombre al que odia: Reinhard Heydrich. Cuando se encuentra en Berlín investigando un homicidio rutinario, recibe la «invitación» de acompañar al Protector de Bohemia y Moravia a Praga, con el objeto de responsabilizarse de su seguridad personal.  En el Castillo de Jungfern-Breschan donde reside el SS-Obergruppenführer con toda su plana mayor  tiene lugar un sorprendente asesinato, que le corresponde resolver a Gunther.

    La novela nos acerca, con un estilo literario sobrio, de frases cortas y descripciones duras aligeradas a base de sarcasmo, a las dificultades de una ciudad en guerra y al clima asfixiante de miedo en que viven los berlineses: los informadores de la Gestapo infiltrados en cualquier lugar, la propaganda nazi, la hipocresía de los miembros del Partido, las corruptelas de los altos mandos militares, la inseguridad de las mujeres, la situación de los judíos, las desapariciones y torturas, y cómo no, el hambre y la inexistencia de productos básicos.

    El  ritmo de la novela no decae en ningún momento, y es que a la adecuada ambientación histórica, y al protagonismo de los grupos sociales entre  los que transcurre la acción, se le une el acierto en el desarrollo de las tramas policiales. Desde Gordiano el Sabueso hasta Guillermo de Baskerville, pasando por el Juez Di o  Didio Falco, la unión de misterio e historia es una mezcla muy atractiva, que en este caso ofrece como resultado una novela notable, pese a que algunos comentarios habían rebajado mis expectativas al señalar que los números anteriores de la serie no estaban a la altura de la trilogía inicial. En esta obra en particular resulta especialmente interesante no sólo el trasfondo opresivo y macabro de una ciudad bajo un sistema que aspira al control total de los ciudadanos, sino todo lo que rodea la figura de Heydrich y los sucesos que tuvieron lugar mientras era Reichsprotektor en Praga. Un personaje sobre el que el protagonista se pregunta ¿Cómo hemos sido los alemanes capaces de permitir un Heydrich?

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