lunes, 17 de febrero de 2014

LA NEBLINA DEL AYER (Leonardo Padura)



EL AUTOR

Leonardo Padura Fuentes (La Habana, 1955) es un novelista y periodista cubano, conocido especialmente por sus novelas policiacas del detective Mario Conde. El Gobierno de España concedió en 2011 la ciudadanía de ese país a Padura, quien sigue viviendo en Cuba.

Nacido en el barrio de Mantilla, hizo sus estudios preuniversitarios en el de La Víbora, de donde es su esposa Lucía; naturalmente, estas zonas de La Habana, muy ligadas espiritualmente a Padura, se verán reflejadas más tarde en sus novelas. Padura estudió Literatura Latinoamericana en la Universidad de la Habana y comenzó su carrera como periodista en 1980 en la revista literaria El Caimán Barbudo; también escribía para el periódico Juventud Rebelde. Más tarde se dio a conocer como ensayista y escritor de guiones audiovisuales y novelista.



Su primera novela —Fiebre de caballos—, básicamente una historia de amor, la escribió entre 1983 y 1984. Pasó los 6 años siguientes escribiendo largos reportajes sobre hechos culturales e históricos, que, como él mismo relata, le permitían tratar esos temas literariamente.  En aquel tiempo empezó a escribir su primera novela con el detective Mario Conde y, mientras lo hacía, se dio cuenta "que esos años que había trabajado como periodista, habían sido fundamentales" en su "desarrollo como escritor". "Primero, porque me habían dado una experiencia y una vivencia que no tenía, y segundo, porque estilísticamente yo había cambiado absolutamente con respecto a mi primera novela", explica Padura en una entrevista a Havana-Cultura.

Las policiacas de Padura tienen también elementos de crítica a la sociedad cubana. Al respecto, el escritor ha dicho: "Aprendí de Hammett, Chandler, Vázquez Montalbán y Sciascia que es posible una novela policial que tenga una relación real con el ambiente del país, que denuncie o toque realidades concretas y no sólo imaginarias".

Su personaje Conde —desordenado, frecuentemente borracho, descontento y desencantado, "que arrastra una melancolía", según el mismo Padura— es un policía que hubiera querido ser escritor y que siente solidaridad por los escritores, locos y borrachos. Las novelas con este teniente han tenido gran éxito internacional, han sido traducidas a varios idiomas y han obtenido prestigiosos premios. Conde, señala el escritor en la citada entrevista, refleja las "vicisitudes materiales y espirituales" que ha tenido que vivir su generación. "No es que sea mi alter ego, pero sí ha sido la manera que yo he tenido de interpretar y reflejar la realidad cubana", confiesa.

Conde, en realidad, "no podía ni quería ser policía" y en Paisaje de otoño (1998) deja la institución y cuando reaparece en Adiós Hemingway (2001) está ya dedicado a la compraventa de libros viejos.

Tiene también novelas en las que no figura Conde, como El hombre que amaba a los perros (2009), donde las críticas a la sociedad cubana alcanza sus cotas más altas.

Padura ha escrito también guiones cinematográficos, tanto para documentales como para películas de argumento.

Vive en el barrio de Mantilla, el mismo en el que nació. Al preguntarle por qué no puede dejar La Habana, el ambiente de su historia, ha dicho: “Soy una persona conversadora. La Habana es un lugar donde se puede siempre tener una conversación con un extranjero en una parada de guaguas”.

EL LIBRO



NARRATIVA (F). Novela
POLICIACOS (F). Las cuatro estaciones (Comisario Mario Conde)
Noviembre 2009
Andanzas CA 690/06
ISBN: 978-84-8310-199-1
País edición: España
360 pág.

La Habana, verano de 2003. Han trascurrido catorce años desde que el teniente investigador Mario Conde, desencantado, abandonara la policía. En esos años han ocurrido muchos cambios en Cuba, y también en la vida de Mario Conde. Su inclinación por la literatura y la necesidad de ganarse la vida lo han llevado a dedicarse a la compra y venta de libros de segunda mano. El hallazgo fortuito de una valiosísima biblioteca le coloca al borde de un magnífico negocio, capaz de aliviar sus penurias materiales. Pero, en un libro de esa biblioteca, aparece una hoja de revista en la que una cantante de boleros de los años cincuenta, Violeta del Río, anuncia su retiro en la cumbre de su carrera. Atraído por su belleza, por el misterio de su retiro y el silencio posterior, Mario Conde - ahora con más años y más cicatrices en la piel y en el corazón - inicia una investigación, sin imaginar que, al seguir el rastro de Violeta del Río, despertará un pasado turbulento que, como la fabulosa biblioteca, ha estado tapiado durante más de cuarenta años.

Considerado uno de los más significativos representantes de la actual literatura cubana, Leonardo Padura regresa con La neblina del ayer al detective Mario Conde, que le ha permitido crear una vívida crónica literaria de la existencia cotidiana en su isla del Caribe. Además de un retrato de las dificultades de la vida cubana contemporánea, La neblina del ayer es un viaje a La Habana nocturna de los años cincuenta y su música, al mundo de los libros en la isla, y una especie de descenso a los infiernos del bajo mundo habanero de hoy, en el que Conde debe introducirse tras las huellas de la enigmática cantante Violeta del Río.

IMPRESION PERSONAL

La neblina del ayer, publicada por la editorial Tusquets, es la quinta novela de Leonardo Padura protagonizada por su personaje Mario Conde. Las anteriores, que forman la serie Las Cuatro Estaciones (Pasado perfecto, Vientos de Cuaresma, Máscaras y Paisaje de Otoño), presentan a Conde formando parte de un colectivo represivo que en La neblina del ayer es visto por él desde fuera, ya que han transcurrido catorce años desde que lo abandonara por su propia voluntad. Desde ese lugar externo pero con un profundo conocimiento de sus métodos y sus estrategias, Conde analiza el carácter de la policía cubana criticando algunos de sus rasgos como el constante abuso de poder, la falta de comprensión hacia los marginados y su conversión, en muchas ocasiones, en lo mismo que supuestamente ese colectivo persigue: delincuentes. Denuncia la mentira, la hipocresía, la corrupción y el chantaje como técnicas habituales del cuerpo al que en otro tiempo él mismo perteneció.
 
Leonardo Padura, en La neblina del ayer, hace envejecer a Mario Conde. Dice que es la novela de la madurez, de su madurez y también de la de Mario Conde. No en vano, Padura hizo nacer a Mario Conde en el año 1.955, mismo año de nacimiento del escritor. Esto hace que su alter ego vaya envejeciendo al mismo ritmo que el novelista, lo cual da aún más credibilidad a los relatos.
 
Sin embargo, aunque este tema es importante en la novela, hay otro que se aborda constantemente, que impregna cada objeto de la historia, cada lugar que visita Conde, a cada personaje, y que en cierto modo está relacionado con el anterior: la miseria.
 
Leonardo Padura describe esta miseria desde dentro, ejerciendo la crítica igual que Mario Conde lo hace con respecto a la policía de su país. Esta miseria es una miseria estructural, que afecta a cada aspecto de la historia protagonizada por Mario Conde. Su origen evidente es el escenario en el que transcurre la historia: una isla devastada por la pobreza, el hambre, la enfermedad desatendida, la decadencia física y moral de los habitantes, la destrucción implacable del tiempo, la falta de medidas de higiene, el racionamiento, la soledad y la frustración de las ilusiones.
 
Calle Esperanza, en el barrio de Atarés, La Habana
 
      
En pleno siglo XXI, Cuba, inmersa en una situación que recuerda mucho a una eterna posguerra (sus personajes no tienen mejores condiciones de vida que las de los personajes de La colmena), sufre las consecuencias, los lastres, de una historia plagada de incertidumbre y de situaciones sociales insostenibles, de un descontento general prolongado durante siglos y de unos cambios políticos extremos e inestables que supuestamente han sido realizados para mejorar la calidad de vida del pueblo pero que solamente han beneficiado a los de siempre. En las conversaciones de Conde con sus amigos Carlos el Flaco, Candito el Rojo y el Conejo asistimos a una crítica feroz y desencantada de las actuaciones políticas de los gobernantes y de las consecuencias que éstas han tenido para el pueblo cubano.
 
Padura ha elegido como tema de ésta nueva novela,  el bolero -novela bolero- y a una misteriosa cantante de cuando La Habana era aún el feudo de Batista, el lupanar de los EE.UU, la capital del juego y refugio de las estrellas de cine y millonarios estadounidenses. Aquel extraño suicidio no resuelto de Violeta del Río le permitirá al autor adentrarse en una trama folletinesca, de un pasado literario trillado, ligado a la voz, la figura y la personalidad de esta ya desconocida cantante. Todo ello surge del oficio al que se dedica ahora el ex-policía: intermediario en la compraventa de libros usados. Da con una magnífica biblioteca al tiempo que con la historia que ha de llevarle, como al héroe de Dashiell Hammett, a recibir su habitual paliza y a establecer el vínculo que liga La Habana de hoy (con sus restaurantes en los que todo es posible, a los que acuden los nuevos ricos de la post-revolución) con los supervivientes de las poderosas familias que huyeron a Miami cuando se dieron cuenta de la dirección que tomaba el nuevo régimen. El oficio “del” Conde convierte La neblina del ayer casi en manual de libros raros de la bibliografía cubana y precios actuales en catálogos estadounidenses: bellas ediciones ilustradas con grabados coloreados a mano de los ingenios azucareros, primeras ediciones de Martí o Borges, de Heredia y de los Cronistas. Este contacto con el arte bibliográfico acentúa el contraste con el hampa y los barrios como el de Atarés, de casas derruidas, donde habita la más peligrosa delincuencia. La afición por la cocina cubana, de la que se describen algunos platos y se da cuenta de un raro recetario, nos llevará sin duda al recuerdo de Carvalho, el héroe de Vázquez Montalbán.
 
Casona del Vedado, similar a aquella en la que Conde encuentra la biblioteca
 

Pero el mayor interés de la novela es la nostálgica recuperación de un pasado que constituye su clave. Padura traza los personajes con eficacia, creando un caleidoscopio habanero tan degradado como el personaje y sus compinches, sin ideales, condicionado por el sistema que mantiene a la población en el racionamiento, en el hambre. Aunque la trama policíaca es compleja y endeble, nos hallamos ante una novela negra que va mucho más allá del género. Padura posee oficio, narra con eficacia, mantiene el misterio. Una vez más dos ciudades son una y, a la vez, el mito.
 
ACTUALMENTE LEYENDO:  LA MANO DE FATIMA  (Ildefonso Falcones)

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