domingo, 28 de febrero de 2016

BERLIN ALEXANDERPLATZ (Alfred Döblin)




EL AUTOR

Alfred Döblin (Stettin, Pomerania, 10 de agosto de 1878 – Emmendingen, 26 de junio de 1957).

Médico psiquiatra, escritor alemán, de origen judío polaco y nacionalizado francés desde 1936.

Döblin nació en la ciudad portuaria Stettin, Pomerania, actualmente Szczecin en Polonia; era hijo de un sastre judío. Su familia se mudó a Berlín en 1898, cuando su padre los abandóno. Allí Döblin estudió medicina y se especializó en psiquiatría en Friburgo.

Durante sus años de estudiante, se interesó por la Filosofía, sobre todo en Immanuel Kant, Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche. Leyó a Schopenhauer y a Freud. Tras sus estudios, trabajó como periodista en Ratisbona y Berlín, antes de ganarse un puesto como psiquiatra en el barrio de clase trabajadora de Alexanderplatz.

Durante este tiempo escribió varias novelas, pero ninguna fue publicada hasta 1915, cuando Die Drei Sprünge des Wang-lun (Los tres saltos de Wang-lun) se editó, y ganó el Premio Fontane.



Durante la Primera Guerra Mundial Döblin ejerció de médico en el ejército alemán, pero continuó escribiendo.

En 1918 escribió Wadzek contra la turbina de vapor, donde hace un retrato irónico del capitalismo más desatado de esos años. Su novela histórica Wallenstein, situada en la Guerra de los Treinta Años, fue escrita en 1920. Con estos libros, sobre todo con el primero de ellos, se abrió ya a sus futuras preocupaciones.

En 1920 Döblin se afilió a la Asociación de Escritores Alemanes (Schutzverband Deutscher Schriftsteller) y en 1924 se convirtió en su presidente. Fue miembro del grupo 1925 junto a Bertolt Brecht.

En 1929 se publicó Berlin Alexanderplatz. Escrita parcialmente en alemán coloquial, mezclando varios puntos de vista, voces y niveles del idioma, con un estilo parecido a James Joyce, cuenta la historia de Franz Biberkopf, un exconvicto que se ve arrastrado cada vez más en un submundo de crimen y delincuencia del que no puede escapar. Él mismo colaboró en la primera versión cinematográfica de la novela, dirigida en 1931 por Piel Jutzi. La historia de Franz Biberkopf fue adaptada para la televisión en 1980 por Rainer Werner Fassbinder en una serie de catorce capítulos.

Cuando los nazis llegaron al poder en Alemania, Döblin huyó a Suiza y luego a los Estados Unidos, donde trabajó para la Metro-Goldwyn-Mayer en Hollywood.

En 1941 Döblin se convirtió al Catolicismo influenciado por sus lecturas de Søren Kierkegaard y Baruch Spinoza.

En 1945 volvió a Europa trabajando para el Ministerio de Cultura de Francia. Como funcionario, volvió a Alemania y se instaló en Baden-Baden, donde trabajó como editor de una revista pero, disgustado por el entorno político de su país natal, volvió a Francia (tenía la nacionalidad francesa desde 1936).

Sus dos obras más importantes de ese periodo son: la novela histórica Noviembre de 1918 y Hamlet, donde expresa sus esperanzas para Europa.

En 1956 Döblin ingresó en un sanatorio y permaneció allí casi paralizado ya. Murió en Emmendingen, al año siguiente.

EL LIBRO

  • Nº de páginas: 520 págs.
  • Editorial: CATEDRA
  • Lengua: CASTELLANO
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN: 9788437619972
  • Año edición: 2008
  • Plaza de edición: ES



  • Alfred Döblin ha sido siempre una figura controvertida y es todavía hoy un autor semimaldito que no acaba de encontrar su puesto en la literatura. Natural de Stettin del Oder (hoy Polonia) escribe el libro más importante que jamás se ha escrito sobre Berlín. Judío, se convierte al cristianismo. Socialista convencido, es siempre un solitario, y, desilusionado, abandona el partido como protesta. Se llama a sí mismo" autor de la burguesía" y se confiesa a la vez marxista, aunque heterodoxo. Escritor incómodo, es, en definitiva, uno de los escritores más insólitos de la literatura universal.

    «Berlín Alexanderplatz» aparece en 1929. Su éxito es extraordinario y, en pocos años, alcanza cuarenta y cinco ediciones y se traduce a varios idiomas. La novela se consideró una exaltación de Berlín, ciudad que el autor, por su profesión de médico, conocía muy bien. Los ojos de Döblin (y sus cuadernos) registran todos los detalles de la geografía berlinesa, pero como narrador omnisciente, Döblin interviene en la acción y comenta lo que ocurre. Fondo y forma se funden en un libro desconcertante y abierto a la interpretación.

    IMPRESIONES

    Debo confesar que hasta hace muy poco, éste libro integraba uno de los de mi "tríada maldita", es decir una novela que siendo fundamental para la literatura del siglo XX, nunca había conseguido leer completa. Las otras dos son el Ulysses de Joyce y El Castillo de Kafka. Ahora, puedo decir con orgullo que ésta tríada se ha convertido en un binomio.

    El libro es, en verdad, una auténtica obra maestra, principalmente por dos motivos. El primero es la historia que desgrana Döblin a lo largo de sus más de 500 páginas, una verdadera aventura, con algo de iniciática (más para el que lee que para el protagonista), que pasa de la comedia a la tragedia con una facilidad aterradora. Además, entre episodios y tareas, el narrador se presta a reflexiones y juicios que, lejos de recargar la novela —algo en lo que es sencillo caer, a tenor de lo que suele ocurrir con los experimentos vanguardistas—, la enriquecen de manera hermosa y extraña. Es “Berlín Alexanderplatz” un libro en el que cabe todo: el retrato de las clases bajas, la denuncia social, los juicios políticos, el temor ante el nacionalsocialismo inminente, la desesperada lucha frente al destino, y un largo etcétera.

    El segundo motivo de admiración es el estilo. Alfred Döblin crea un narrador omnisciente que va más allá del tradicional punto de vista en tercera persona: la voz autorial es decididamente omnipresente, en ocasiones brutal; todo lo disecciona y va más allá de la simple sapiencia para convertirse en un personaje más del texto. Aparte de ello, la prosa está salpicada de juegos verbales, florituras estilísticas, diálogos ricos en matices y tonos; la narración impele al lector a prestar atención, a inmiscuirse con la historia que se le ofrece. Aunque las primeras páginas pueden resultar insólitas, el libro guarda entre sus páginas una narración de primer orden.

    Aspecto de la Alexanderplatz en los años 20


    Aparte de todo ello, la novela embiste frontalmente contra las convicciones burguesas de principios de siglo (no tan alejadas de nuestros días como cabría pensar), contra un sistema social preñado de injusticias y contra una clase dominante embrutecida. Aun cuando la acción se sitúa hace más de setenta años, todas las dobles lecturas son tan válidas hoy como entonces, y quizá tan necesarias. Un libro, en resumen, espléndido; una joya literaria por la que no pasa el tiempo.

    Berlín Alexanderplatz es, muy resumida y simplemente contada, la historia de Franz Biberkopf que salió de la cárcel tras cumplir una condena de cuatro años por una muerte, digamos accidental, decidido a no volver a caer, a mantener una vida honrada y que lleva adelante esa intención profunda contra todos los embates, los más livianos y los más terribles, hasta que la vida, zarandeándole a su capricho, termina por hacerle regresar al camino de la deshonra pese a lo que finalmente logra alzarse y, quizá con menos brío, se despide de las páginas escritas por Alfred Döblin con una sosegada vida gris.

    Y esta es la breve sinopsis de una obra en la que quizá, lo menos importante sea precisamente la historia que narra, lo relevante el cómo se cuenta y el discurso que acompaña a las peripecias de este personaje, mezcla de pícaro y víctima de las picarescas ajenas, de intenciones nobles y obras ocasionalmente ruines, como cualquiera de nosotros; pero no, no perdamos el respeto a los lectores, digamos mejor de la mayoría de nosotros.

    Esta historia de caída y redención hace pocas concesiones. Sus personajes surgen de lo más bajo de la ciudad y sus vicios y crímenes son descritos con gran naturalismo. Döblin los dibuja como personas, no como criminales y es que, en efecto, Döblin trabajó como psiquiatra en lo que luego sería el Berlín Este, una zona bulliciosa, obrera, de gentes variopintas y de no excesivos recursos. Trabajando desde la Sanidad Pública trabó conocimiento de todo aquel mundo, sus secretas intenciones y sus impulsos. Por ello, no es de extrañar que por las paginas de Berlín Alexanderplatz apenas aparezca fugazmente algún personaje de posibles, siempre fuera de lugar, siempre ajeno a lo que acontece a su alrededor. Por ello, frente a la idea simple de que esta novela refleja el bullicioso mundo del Berlín de entreguerras (lo que parece sugerir cierta bohemia, burbujeantes fiestas y bailes de moda en el loco Berlín de los años veinte) realmente estamos ante el retrato de personas que luchan por sobrevivir, por ganarse el pan del día siguiente en una ciudad que se moderniza a pasos agigantados pero que no es capaz de proveer unos mínimos de seguridad, higiene o dignidad a gran parte de sus habitantes que quedan varados en los alrededores de esa simbólica plaza, punto de unión de los diversos mundos que forman Berlín pero de los que el libro no se preocupa

    En ocasiones de manera expresa, en otras de un modo más sutil, Döblin parece querer establecer un paralelismo bíblico. Numerosas referencias, en especial al Antiguo Testamento, van trazando un nexo de unión simbólico entre Franz Biberkopf y Job. Otras referencias bíblicas son constantes (ciertos pasajes del Eclesiastés, visiones de algunos Profetas, Abraham, ...). ¿Implica ello que el fin de la obra de Döblin es moralizante? A la vista de su compleja biografía, de sus vaivenes ideológicos, no es fácil aventurar una respuesta clara, si bien, tengo la impresión de que su esfuerzo se volcó más en dibujar la vida de un Berlín y de unos habitantes que conocía muy bien; pretendía acercarlos a un público poco acostumbrado a presenciar a estos caballeros truhanes en su propio medio, prestándose mujeres, colaborando en robos con la complicidad de vigilantes y vecinos, cargados de maldad hasta el punto de no tener freno a la hora de cometer terribles actos contra quienes se oponen a sus planes.

    La Alexanderplatz en la actualidad


    Si bien la trama no carece de interés, lo que hace de Berlín Alexanderplatz una obra maestra es el modo en que se cuenta esta historia, haciéndola más real, más próxima al lector (pese a la total concreción geográfica, temporal y cultural del texto). Como buen hijo de su tiempo, Döblin admiraba la obra pictórica de los artistas de vanguardia, entre ellos los cubistas, que descomponían una imagen en sus planos aupándolos al mismo nivel, lo que concuerda perfectamente con la visión de psiquiatra de Döblin y las teorías de su profesión, capaz de estudiar al hombre, su mente, desmembrándolo en relaciones inadvertidas para un observador profano. El arte de Döblin viene a la hora de aplicar esta técnica a la prosa mediante diversos recursos que hacen de la lectura de Berlín Alexanderplatz un placer esforzado en sus primeras páginas y, tras la asimilación inadvertida del estilo del autor, una lectura plena de gratificaciones y hallazgos.

    Así, en un mismo párrafo encontramos la voz interior del protagonista, sus palabras pronunciadas, la voz del narrador que se dirige a los lectores para llamar su atención sobre algunos hechos o alertar de los que en breve acontecerán o, con el mismo atrevimiento, se encara con el protagonista, le aconseja y advierte. Y todo ello entremezclado con otra voz neutra, de un narrador omnisci ente que no podemos identificar sin riesgo con la voz del autor.

    Pero las superposiciones, a modo un gigantesco patchwork, se extienden a aspectos tan inusuales como la reproducción literal de textos de anuncios, folletos publicitarios, manuales de medicina, textos de periódicos o cartas auténticas; tan grande es la pasión de Döblin por los hechos, por tratar de transmitir una realidad a la que los recursos literarios tradicionales apenas alcanzan.. Los personajes toman prestados versos de poetas alemanes, himnos de Goethe, marchas militares e incluso canciones de moda en el momento. En ocasiones ciertas imágenes o versos actúan a modo de coda repetitiva que surge para subrayar determinados momentos ("es segadora, se llama Muerte", "para todo hay un tiempo") . Desgraciadamente lo que no podemos apreciar en las ediciones de esta obra es el poder manejar el manuscrito original de Döblin en el que, literalmente, pegaba los recortes de periódico, de publicidad y otros materiales que configuran ese hermoso collage que hoy leemos de corrido y sin percibir esa pasión por las manualidades y ese gusto por integrar en el texto la realidad de la que hablaba.

    Este esfuerzo por hacer más vibrante, más real, la novela, paga tributo a los ojos de los lectores de este siglo en el que muchas de las referencias familiares para el público alemán del periodo de entreguerras, resultan totalmente ajenas obligando a optar por una generosa colección de notas aclaratorias o por la incomprensión de muchos aspectos que complementan la historia. Prefiriendo la primera opción, la edición y traducción de Miguel Sáenz en Cátedra permite extraer gran parte de ese jugo que, de otro modo, se perdería sin remedio. Asimismo, el estudio introductorio nos aporta una visión previa de este autor que, pese a su abundante obra, sólo es conocido por el gran público gracias a esta novela.

    En definitiva, la lectura de Berlín Alexanderplatz da cuenta la suprema libertad que ejerció Döblin en su escritura, permitiéndose describir los bajos fondos de Berlín con todas sus miserias, anticipando la crispación política que estallaría pocos años más tarde, todo ello mezclado con grandes dosis de poesía. Esa libertad, fruto de una tremenda seguridad, le permitió combinar escenas sórdidas con momentos de gran belleza (por ejemplo la muerte de Mieze), o destrozar literalmente escenas dramáticas (el pasaje en el que se narra la incapacidad de Franz a la hora de completar al acto sexual con una prostituta tras su salida de la cárcel se rompe abruptamente con un texto extraído de un manual sobre disfunciones sexuales).

    Esta libertad le permite asumir el riesgo que la mayoría de autores evitan, destripar su propio libro. La primera página de Berlín Alexanderplatz es, precisamente, el resumen del argumento de la novela y la posible lección que de ella se extraerá. Del mismo modo, cada uno de los nueve libros o capítulos en que se descompone el texto, viene encabezado por otro pequeño resumen de lo que en él se verá. Esto mismo es la mayor prueba de que el autor dio mayor importancia al tejido del libro, a su forma y discurrir, que a la breve historia del bueno de Franz. Siguiendo su sabio consejo y leyendo Berlín Alexanderplatz encontraremos por tanto, algo más que una historia, encontraremos, ahora ya sí, una Novela con mayúscula.

    ACTUALMENTE LEYENDO:  EL COLECCIONISTA DE HUESOS  (Jeffery Deavers)

    sábado, 20 de febrero de 2016

    EL ARTE DE MATAR DRAGONES (Ignacio del Valle)




    EL AUTOR

    (Oviedo, 1971) vive en Madrid.

    Es autor de la serie de suspense histórico protagonizada por Arturo Andrade y formada por 
    El arte de matar dragones (Algaida, 2003; Alfaguara, 2016. Premio Felipe Trigo), El tiempo de los emperadores extraños (Alfaguara, 2006. Prix Violeta Negra del Toulouse Polars du Sud 2011, Premio de la Crítica de Asturias 2007, mención especial Premio Dashiell Hammett 2007, Premio Libros con Huella 2006), que fue llevada al cine por Gerardo Herrero (Silencio en la nieve, película con Juan Diego Botto y Carmelo Gómez estrenada en 2012), Los demonios de Berlín (Alfaguara, 2009; Premio de la Crítica de Asturias 2010) y Soles negros (Alfaguara 2016).

    Asimismo ha escrito las novelas 
    De donde vienen las olas (Aguaclara, 1999; Premio Salvador García Aguilar), El abrazo del boxeador (KRK, 2001; Premio Asturias Joven), Cómo el amor no transformó el mundo (Espasa, 2005) y Busca mi rostro (Plaza & Janés, 2012); y el libro de relatos Caminando sobre las aguas (Páginas de Espuma, 2013).




    Además de los galardones mencionados, tiene en su haber más de cuarenta premios de relatos a nivel nacional y sus obras han sido traducidas a varios idiomas. Escribe columnas de opinión en el diario 
    El Comercio de Gijón y el Panamá América, y colabora con El Viajero de El País, entre otras publicaciones.  

    De 2012 a 2015 ocupó el cargo de subdirector y coordinador para Europa de la fundación cultural Mare Australe de Panamá.
     
    Actualmente dirige la sección cultural Afinando los sentidos en Onda Cero Radio.


    https://youtu.be/cyf4-B2A3MY

    EL LIBRO

  • Nº de páginas: 480 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Editorial: ALGAIDA
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788498771855




  • Poco después de finalizar la guerra civil, la Sección de Información de Alto Estado Mayor franquista recibe el encargo de localizar El arte de matar dragones, una tabla italiana perdida en el traslado de los fondos del museo del Prado. La orden procede del propio Serrano Suñer, y Arturo «un agente de pasado turbio y endebles convicciones políticas» habrá de investigar el desconcertante periplo de la obra El arte de matar dragones no es sólo una novela de intriga sobre traficantes de arte y ajustes de cuentas en la posguerra. También es la historia de un amor imposible, e incluso un relato iniciático donde la tabla de un pintor italiano anónimo parece ocultar unas claves más allá de la razón y de la historia, y preservar el espíritu de la caballería medieval a través de los siglos, en un país dominado por la crueldad y el odio.

    IMPRESIONES

    La primera entrega de la serie de novela negra protagonizada por Arturo Andrade, ganadora del XXII Premio Felipe Trigo, en una nueva edición revisada por el autor.

    He aquí el primer volumen de otra saga detectivesca peculiar: la de Arturo Andrade, un teniente del servicio secreto franquista al término de la Guerra Civil. ¡Toma ya!

    Para mi grata sorpresa, no se trata de un simple best-seller de crímenes (de intriga, para ser exacto, porque, aunque hay muertos, el caso va de encontrar un cuadro), sino de una novela compleja. El escenario tan peculiar; la ambigüedad del personaje de Andrade, nominalmente franquista pero con un pasado oscuro y unos actos que contradicen su militancia; la ambientación de la novela, en un Madrid que muestra todas las huellas que le ha dejado la reciente guerra; la obsesión que el cuadro genera en el protagonista, y hasta la longitud inusual del libro, convierten el relato en algo más (mucho más) que una novela de detective

    Arturo Andrade es un teniente del Alto Estado Mayor al que se le otorga el cometido de recuperar una tabla pre-renacentista y que desapareció en el traslado de los fondos del Museo del Prado entre 1936 y 1939, fechas en las que los mayores tesoros de España hicieron un recorrido hasta Suiza, ida y vuelta, con paradas en Valencia y Cataluña. Serrano Suñer es el ordenante de la búsqueda, por ello no puede fallar en su indagación y, en su contra, el tiempo corre rápido. Los rastros de la obra le depararán a nuestro protagonista recorrer la España más profunda cercana a la Guerra Civil y abocetarnos parajes y situaciones tan anacrónicas como alejadas ya en el tiempo.



    Hay algo en la novela que atrae y enamora. Y es su honroso y para nada velado homenaje a Don Quijote y la obra de Cervantes en cualquiera de sus páginas y en cualquiera de los párrafos, todos de buena escritura, y que siembran de luz e inteligencia el texto. Y ello ocurre desde el comienzo, en el que encuentra a su escudero Vicente, o Vladimiro, como bien oculta el secundario, limpiabotas lisiado y estandarte de la España de los cuarenta, metiendo naipes entre zapato y calcetín para proceder al cepillado y lustrado. Los malos de la novela, verdaderos gigantes a abatir -¿o molinos?- se le irán interponiendo al paso hasta el hallazgo de su amada Dulcinea, esa quebradiza Anna, princesa no de la Mancha, sino de origen prusiano, y que le embelesa y cautiva desde su primera visión. Y a esa princesa es a la que ideará en el cuadro en cuestión.

    Pero no para en esta trama la grandiosidad de la obra. Sus personajes aledaños: Margot, esa psicóloga más que meretriz, Greta, bien la Garbo o la organización secreta, Xargu, enigma sobre enigma, Rosa, la dueña de la pensión y templanza de la obra, Román, delegado de Orden Público, asesino, tanguista, de cuerpo escultural… y, ¿algo además para Arturo?

    Si bien la estructura de la novela está compuesta de dos partes bien diferenciadas, la búsqueda de la realidad no acaba, como hilo sutil que cruza la trama, hasta la última de las páginas. Y hasta me atrevería a decir más: hasta casi las últimas palabras, y que nos dejan el regusto de saber del protagonista algo que el mismo ni conoce, un Arturo que atribulado por los aconteceres, sus deseos más ocultos nunca ha llegado a descubrir. Y es que ese final nos hace replantearnos, si no toda la obra, sí la compleja ¿y ambigua? personalidad del protagonista. ¿Marcará este final las connotaciones de las dos siguientes aventuras de nuestro Arturo?

    Museo del Prado, 1940


    El texto es poesía hecha prosa o, lo que es lo mismo, delicatessen literaria. El lenguaje de época está pulido al máximo al igual que los localismos y expresiones costumbristas, que siembran el texto de luz y color. Pero es en el uso de adjetivaciones y evocaciones cuando Ignacio da conocimiento de su gran valía: las hachas que laten (p. 310), los siglos uterinos del bosque (p. 310), las mentes que coletean confundidas (p. 321), el humo que se esclerosa sobre las cabezas (p. 326), un lenguaje evocador y de primera.

    Todo un alarde de buen hacer, esta novela: personajes muy bien trabajados, una trama que mantiene el interés y está bien dosificada, un conflicto personal que lucha en interés con la historia principal... En resumen, una buena novela, atípica en el género, recomendable tanto para asiduos como para esporádicos, e incluso para quienes no gustan particularmente del género. La saga va por su tercer volumen.

    ACTUALMENTE LEYENDO:  BERLIN ALEXANDERPLATZ  (Alfred Doblin)

    LA CASA DE VAPOR (Julio Verne)




    EL AUTOR

    Jules Verne; Nantes, 1828 - Amiens, 1905) Escritor francés, considerado el fundador de la moderna literatura de ciencia ficción. Predijo con gran precisión en sus relatos fantásticos la aparición de algunos de los productos generados por el avance tecnológico del siglo XX, como la televisión, los helicópteros, los submarinos o las naves espaciales.
    En 1836 ingresó con su hermano Paul en el seminario Saint-Donatien. Más tarde estudió filosofía y retórica en el liceo de Nantes y viajó a París, cumpliendo los deseos de su padre, para seguir la carrera de leyes. En 1848 comenzó a escribir algunos sonetos y textos de teatro, y dos años más tarde aprobó su tesis doctoral de derecho y optó por la carrera de letras.
    Julio Verne

    Sus inicios literarios fueron difíciles, sus piezas de teatro no tuvieron una divulgación importante, y recurrió a la docencia para sobrevivir. Desde 1852 hasta 1854 trabajó como secretario de E. Seveste, en el Théâtre Lyrique, y publicó algunos relatos en Le musée des familles, como Martín Paz (1852). En 1857 se convirtió en agente de bolsa y empezó a viajar; visitó Inglaterra, Escocia, Noruega y Escandinavia, y continuó sus escritos.
    Posteriormente conoció al editor Hetzel, quien se interesó por sus textos y le publicó Cinco semanas en globo (1862), obra que lo lanzó al éxito y lo estimuló a proseguir con la temática de la novela de aventuras y fantasía. El mismo editor le encargó una colaboración regular para la revista Magazine déducation et de récréation, y en poco tiempo alcanzó una gran celebridad.
    Aprovechando sus conocimientos geográficos, adquiridos a través de numerosos viajes por Europa, África y América del Norte, y su entusiasmo por la revolución tecnológica e industrial, se convirtió en un especialista de los relatos de aventura de corte científico. Su dominio de la tensión dramática le permitió combinar extravagantes situaciones y momentos poéticos en una prosa ligera y amena.
    Inmediatamente se enfrascó en la redacción de Viaje al centro de la Tierra, para lo cual se aplicó a la geología, la mineralogía y la paleontología. Las detalladas descripciones de animales antediluvianos maravillaron a los expertos, poniendo de manifiesto su extraordinaria intuición científica. Su tercer gran libro fue De la Tierra a la Luna, cuya publicación despertó tal entusiamo por los viajes espaciales que su despacho se inundó de cartas solicitando reservas para el próximo viaje lunar. Con el mismo interés fue recibida La vuelta al mundo en ochenta días, publicada por entregas, cuyo éxito fue tal que se llegaron a cruzar apuestas sobre si Phileas Fogg, "el hombre menos apresurado del mundo", lograría llegar a la meta en tan breve tiempo.

    Veinte mil leguas de viaje submarino es, entre su extensísima producción, uno de los libros que conserva más íntegro su encanto. La peripecia se inicia cuando una fragata americana parte en busca de un monstruo marino de extraordinarias proporciones al que se atribuyen múltiples naufragios. El monstruo aparece, se precipita sobre el barco expedicionario y lo echa a pique, llevándose en su espinazo al naturalista Aronnax, a su fiel criado Conseil y al arponero Ned Land. Resultará ser un enorme submarino, el Nautilus, en el cual los tres hombres pasarán cerca de diez meses hospedados por el enigmático capitán Nemo, artífice del invento. Visitarán los tesoros sumergidos de la Atlántida, lucharán contra caníbales y pulpos gigantes y asistirán a un entierro en un maravilloso cementerio de coral.

    Nemo, hostil e iracundo, no tardará en revelarse como un proscrito, un sublevado solitario cuyo manto de misterio esconde una identidad principesca y una pesadumbre tenebrosa. Se ha señalado que Nemo es un trasunto del propio Verne. Ambos viven encerrados, solos e incomprendidos, el primero en su coraza de acero, el segundo en la burbuja de su gabinete, ambos refugiados tras el disimulo y el secreto. Del mismo modo que Verne dejó estupefactos a propios y extraños presentándose a unas elecciones municipales en Amiens por una lista de extrema izquierda, el capitán Nemo, que lucha por la liberación de los pueblos oprimidos, detesta a la convencional y adocenada colectividad que lo persigue y enarbola dos veces el estandarte negro del nihilismo.
    Escribió otras obras de gran éxito como Las aventuras del capitán Hatteras (1866), Los hijos del capitán Grant (trilogía, 1868-1870), En torno a la luna (1870), La isla misteriosa (1874), Miguel Strogoff (1876), Un capitán de quince años (1878), Las tribulaciones de un chino en China (1879), El faro del fin del mundo (1881) y Los viajes del capitán Cook (1896), entre muchas otras novelas que superan el medio centenar de títulos.
    Se radicó en Amiens en 1872, y a partir de 1886 se comprometió con las actividades municipales de dicha ciudad. Tres años después fue nombrado representante del consejo municipal, y en 1892 fue condecorado con la Legión de Honor. Sus textos se popularizaron con rapidez y quedaron entre los grandes clásicos de la literatura infantil y juvenil del siglo XX. De su obra póstuma destacan El eterno Adán (1910) o La extraordinaria aventura de la misión Barsac (1920), en las que un crítico tan poco convencional como Michel Butor ha querido ver un Verne más profundo y escéptico de lo habitual, que tendía a desconfiar de las consecuencias que podía acarrear para los seres humanos el progreso incesante de la tecnología y de la ciencia.

    EL LIBRO

  • ISBN: 9788483466001
  • 1ª ed., 1ª imp. de 03/2008 en Español
  • 400 páginas; 18x12 cm
  • Encuadernación: Rústica




  • En mayo de 1867 un grupo de hombres (el coronel Munro, su asistente el sargento McNeil, el ingeniero Banks, el capitán Hod y el señor Maucler, narrador de la historia) realizan un viaje a través de la India en un fantástico medio de transporte: un vehículo con tracción a vapor acondicionado como vivienda. Parten de Calcuta en dirección a Benarés y luego al norte para alcanzar las laderas del Himalaya. El coronel Munro tiene un enemigo mortal, Nana Sahib, el único líder de la rebelión de los cipayos que permanece todavía con vida, responsable de la muerte de varios centenares de mujeres y niños, entre los cuales se encuentra la propia lady Munro. La aventura de esta enemistad y las peripecias del viaje, donde la caza del tigre de Bengala es uno de los principales objetivos, constituyen los ejes de esta espléndida novela

    IMPRESIONES

    El gran Julio Verne nos ha hecho viajar y soñar con aventuras casi imposibles en nuestra niñez. Quizá ahora es un autor difuminado entre tantísima oferta, para los niños y adolescentes de nuestro tiempo. Quizá debería ser uno de esos grandes clásicos que forman parte de las clases de Literatura de los estudios básicos. Quizá, o quizá no porque me temo que todo lo que suena a obligatorio pierde su encanto y desmerece su gran valía.

    El valor de Julio Verne no es sólo el de una escritura amena y aventurera, sino también el de un escritor “visionario”, ya que en muchas de sus novelas incorporaba elementos entonces fantásticos y que más adelante se convirtieron en ingenios bien reales.

    Con Julio Verne hemos viajado a las profundidades de la tierra con Viaje al centro de la Tierra (1864), a las profundidades del mar con sus Veinte Mil leguas de viaje submarino (1869), antes nos llevó por el continente africano con sus Cinco semanas en globo (1863), y quizá su más célebre periplo es La vuelta al mundo en 80 días (1873), donde ironizaba además sobre el gusto de los ingleses por las apuestas.



    La casa de vapor es un título que yo personalmente no conocía, no tenía ni idea de que existía, y de repente me entraron unas ganas locas de leerlo… quizá porque hacía mucho tiempo que no tenía entre manos una novela de este gran escritor (no me cansaré de repetirlo).

    En este relato, Julio Verne nos lleva a la India colonizada por los ingleses y de nuevo con un reto viajero: recorrer la India desde Calcuta hasta las estribaciones del Himalaya, para luego ir rumbo sur hasta Bombay, en una especie de “casa rodante”. ¿Os suena? A mi me recordó al instante a las roulottes que ya son tan comunes en nuestro entorno, aunque no es España un gran ejemplo de uso de las mismas, sino quizá Francia, precisamente el país que vio nacer al escritor.

    Así, con algunos razonamientos y sobre todo mucha imaginación alrededor de la ingeniería, Julio Verne plantea una nueva aventura: crear y viajar con un vehículo completamente distinto a todo lo visto hasta entonces.

    El grupo de viajeros está compuesto por varios hombres y sus sirvientes. Es curioso la escasa visibilidad de las mujeres en las novelas de Verne, excepto las damas que dan un toque de amor y romanticismo a la historia.

    No obstante, hay otro valor que se encuentra en las novelas de Verne, y en esta también está presente… además de transmitir muy bien la mentalidad de su época, especialmente de los ingleses (¿qué tendría con los ingleses este hombre, que nació en Francia, se educó en París, conoció a Víctor Hugo y a Alejandro Dumas hijo, y simpatizó con las ideas revolucionarias del príncipe Pyotr Kropotkimm?), con todas sus encorsetadas fórmulas de educación y honor, se fija en los hechos históricos y en el lado de los nativos –al menos en este caso-.

    En La casa de vapor se narra y se hace protagonista de parte de la acción a la famosa Revolución de los Cipayos, donde de forma bastante vergonzosa el Ejército Inglés aplacó una revolución nativa a base de muertos, muertos y más muertos. Y los “cipayos” no se quedaron atrás, que conste… La sombra de la venganza aporta una dosis de aventura importante.



    Otras cuestiones se abren camino en este periplo, por ejemplo la de la caza de animales salvajes.

    Entre el grupo de viajeros que conforman la expedición, se halla un cazador y su sirviente, también cazador. Ambos son verdaderos entusiastas coleccionistas de tigres. Su objetivo: llegar a cazar el número tigre número 50. Siniestro hobby.

    Acampados en las faldas del Himalaya, a un tiro de piedra de Tíbet, se sucede un encuentro con un proveedor de animales para las casas reales (majarajás) y zoos de la India.

    Se desarrollan algunos diálogos enfrentando los dos puntos de vista: el de quien quiere capturar animales vivos y lo mínimamente dañados posible, y el de quien quiere matarlos.

    Julio Verne nos habla de un país, India, plagado de fieras… tanto de tigres como de elefantes salvajes y panteras, entre los más temibles. ¿Qué queda de todo ello? Algunas reservas o espacios protegidos donde se pueden contar con los dedos de las manos los habitantes de estas especies. Una verdadera lástima. Algo así ocurrió con África. El hombre ejerciendo de depredador insaciable, que no caza para comer ni para defenderse, sino que caza por deporte. Uf, nunca lo entenderé, o sí, pero no podría participar de ello. Me imagino que cazar así debe de servir para potenciar el sentimiento de Poder, y de paso la sensación de hombría, valor… aunque yo no veo nada de valeroso en disparar con un arma y a ser posible bien parapetado, a un bicho que sólo se puede defender con sus garras y dientes. Detentar el Poder sobre la vida de otro ser vivo, ejercerlo por el simple placer de ejercerlo.

    Supongo que los asesinos en serie se deben de sentir así también. Y los mercenarios que van de guerra en guerra. Y los terroristas.

    Pero la caza deportiva siempre se ha considerado de otra manera, es legal y se paga mucha pasta por ello (hoy en día, mientras que en los tiempos de Verne era gratis y aplaudida).

    Así, este es un libro con diversos caminos abiertos a la reflexión y el debate, y siempre con el viaje de fondo y como verdadero protagonista, además de los momentos trepidantes que parecen sumergirnos en una película de acción al más puro estilo de Indiana Jones. Para no perdérselo

    ACTUALMENTE LEYENDO:  EL ARTE DE MATAR DRAGONES  (Ignacio del Valle)

    sábado, 6 de febrero de 2016

    NO ROBARAS LAS BOTAS DE LOS MUERTOS (Mario Delgado Aparaín)



    EL AUTOR

    Mario Delgado Aparaín nació en Florida, Uruguay, en 1949. Escritor y periodista, es autor de cuatro libros de cuentos: Causa de buena muerte, Las llaves de Francia, Querido Charles Atlas, La leyenda del Fabulosísimo Cappi y otras historias y El canto de la corvina negra, y de seis novelas: Estado de gracia, El día del cometa, La balada de Johnny Sosa (Primer Premio Municipal de Literatura de Montevideo), Por mandato de madre (Premio Foglia de Novela), Alivio de luto y No robarás las botas de los muerto Premio "Bartolomé Hidalgo" a la novela del año 2002. Su obra ha sido publicada en España y América latina y traducida al portugués, inglés, francés, alemán, italiano, holandés, griego y búlgaro.



    En 2001, recibe el Premio Instituto Cervantes del Concurso "Juan Rulfo" de Radio Francia Internacional, por el cuento Terribles ojos verdes.

    EL LIBRO

    ISBN: 978-9974-1-0792-2
    editorial: Ediciones de la Banda Oriental
    categoría: LITERATURA Y RETÓRICA
    año de edición:
    idioma: Español



    El sitio y la destrucción de Paysandú fueron tal vez el más aberrante prolegómeno a la Guerra del Paraguay. Entre fines de noviembre de 1864 y principios de enero de 1865, esa pequeña y próspera ciudad uruguaya, sobre la costa del río Uruguay, Resistió con hidalguía hasta ultimo momento gracias a sus ciudadanos que no permitirían que gratuitamente su ciudad fuera ultrajada y asaltada. Finalmente sin apoyo, traicionados y disminuidos en fuerzas y hombres por la devastación y el ataque sucumbió al asedio de una triple fuerza integrada por colorados golpistas al mando de Venancio Flores, tropas argentinas enviadas por el presidente Mitre y una poderosa escuadra brasileña.

    IMPRESIONES

    Con No robarás las botas de los muertos (2002) Mario Delgado Aparaín se enfrentó a su proyecto más ambicioso: recrear la cruenta historia del sitio de Payasandú, uno de los episodios más trágicos y emblemáticos del pasado uruguayo.

    General Leandro Gómez, héroe del sitio de Paysandú

    El relato guarda muchas similitudes con los asuntos que atraen desde siempre la imaginación de Delgado, porque también Leandro Gómez y los suyos protagonizan una historia de resistencia signada por la desproporción: son seiscientos hombres mal armados contra dieciséis mil sitiadores de una conspiración internacional que unió las tropas de Venancio Flores a las de los brasileños Tamandaré y Mena Barreto, con el apoyo del presidente argentino Bartolomé Mitre. Decididos a derrocar al presidente Atanasio Aguirre en una revuelta que servirá de preámbulo a la infame guerra del Paraguay, los sitiadores se encuentran con el escollo de una pequeña ciudad del litoral uruguayo que resistió durante 33 días en el bochornoso verano de 1864.

    Capitanes de la defensa de Paysandú (diciembre de 1864): Pedro, Máximo y Rafael Rivero, Lidoro Sierra, y García

    Delgado consigue la distancia necesaria para evitar tanto la versión oficial como la puramente partidaria y mostrar el conflicto con otra luz: un episodio de valor universal, de legítima defensa frente ala invasión extranjera y el autoritarismo.

    Además de las virtudes de esta excepcional novela, la presente edición se ve enriquecida con un estudio histórico a cargo del investigador Gerardo Caetano.

    ACTUALMENTE LEYENDO:  LA CASA DE VAPOR  (Julio Verne)

    SHERLOCK HOLMES Y EL MISTERIOSO AMIGO DE OSCAR WILDE (Russell A. Brown)

    EL AUTOR

    EL LIBRO

  • Nº de páginas: 192 págs.
  • Editorial: VALDEMAR
  • Lengua: CASTELLANO
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN: 9788477020448
  • Año edición: 1991
  • Plaza de edición: MADRID

  • Poco tiempo antes de iniciarse el proceso que le confinó en la cárcel de Reading, Oscar Wilde requirió la ayuda de Sherlock Holmes para salvar a su misterioso amigo del oprobio y la tragedia.

    Londres, finales del siglo XIX. Oscar Wilde, con problemas legales derivados de su orientación sexual, se pone en contacto con Sherlock Holmes para contratarle para que ayude a un misterioso amigo suyo, cuya identidad no ha de ser revelada, que se encuentra en apuros. Inicialmente ni Sherlock ni el omnipresente narrador, Watson, están por la labor de acceder a las peticiones de Wilde, máxime teniendo en cuenta que eso implicaría tener que introducirse en un mundillo que poco o nada les interesa. Pero algo cambia y finalmente acceden a llevar el caso...

    IMPRESIONES


    Como si se tratara de algún tipo de festival del humor, la edición española de esta novela, llevada a cabo por Valdemar, apareció con la cubierta en tono rosa, sin duda debido a la temática gay que trata la novela. La obra, fuera de ser el habitual cachondeo de `la parejita Holmes y Watson`, entra en la cuestión de la homosexualidad en la época victoriana, y más concretamente la de algunos personajes famosos, como el mismo Wilde. La historia es buena, la narración watsoniana muy correcta, y un Holmes homófobo no del todo increíble

    ACTUALMENTE LEYENDO:  NO ROBARAS LAS BOTAS DE LOS MUERTOS  (Mario Delgado Aparaín)