miércoles, 4 de enero de 2017

ELEMENTAL QUERIDO CHAPLIN (Rafael Marin)




EL AUTOR

Rafael Marín, nacido en Cádiz en 1959, se licenció en Filología Inglesa y ha desarrollado su profesión ligado a esta lengua, como profesor de enseñanza media y como traductor de literatura en inglés, sobre todo de fantasía. Ha traducido decenas de novelas, sobre todo de ciencia ficción.

Ha desarrollado también una prolífica carrera como novelista, acaso la más importante del panorama español de las letras fantásticas (junto a Domingo Santos), si bien él no se define como escritor de ciencia ficción sino como escritor que ha utilizado la ciencia ficción para sus fines. Su vinculación con este género es mucha, sin embargo, ya desde que se descubriese como gran autor con su relato de 1978 "Nunca digas buenas noches a un extraño",  aparecido en la revista
Nueva Dimensión, y más desde la aparición de su primera y celebrada novela, Lágrimas de luz, en 1984, que ha sido reeditada cuatro veces hasta 2012. Su carrera literaria ha crecido en calidad con los años, sin dejar de cultivar el relato corto, siempre un reto, y coqueteando con otros tipos de relatos alejados de lo fantástico, con novelas en clave de suspense, como Elemental, querido Chaplin (2005) o La ciudad enmascarada (2011), o de corte histórico, como El muchacho inca (1993), la premiada Juglar, de 2006, o la reciente Las campanas de Almanzor (2011). También ha publicado obras autobiográficas y poemarios. 



Marín ha ejercido de crítico cinematográfico y como comentarista de actualidad desde su tronera en el diario
La Voz de Cádiz, aparte de desarrollar una fecunda labor como asesor, prologuista y comentarista en diferenes sitios web además de en el suyo propio, Crisei.

Su labor vinculada a la historieta ha sido muy longeva y fértil. Comenzó como fanzinista, y en 1978 incluso se atrevió como faneditor, con la publicación teórica
McClure. Dedicó su memoria de licenciatura a hacer un repaso sobre la evolución y sociología de los comic books de Marvel, que tomaría forma de monografía teórica en 1995. Luego ha seguido publicando cientos de divulgaciones y ensayos, de los cuales destacan sus libros sobre Hal Foster y Spider-Man (Sinsentido, 2004 y 2007, respectivamente) y el excepcional estudio sobre la obra de Alan Moore y Dave Gibbons W de Watchmen (Dolmen, 2009). Cabe destacar también su serie de reseñas publicadas en el sitio web Bibliópolis, agrupadas bajo el título Umbrales, que dirigió una de las revistas sobre historieta más recordadas de la hemerografía española: Yellow Kid (entre 2001-2003), que también escribió el corto ensayo Los cómics del exilio (Fundación Antonio Pérez, 2008) y que ha sido colaborador de la revista web Tebeosfera.

Marín ha escrito guiones de cómics desde que comenzó a escribir novela, pero adquirió fama sobre todo cuando se alió con Carlos Pacheco para generar al más importante grupo de superhéroes españoles, Iberia Inc., que publicó Planeta-DeAgostini en 1996 con dibujos de Rafa Fonteriz y Jesús Yugo. Su siguiente creación con Pacheco,
Triada Vértice, fue ilustrada por Jesús Merino y fue muy aplaudida por la afición en 1998. También con Pacheco logró convertirse en guionista en el Universo Marvel, escribiendo una miniserie de The Inhumans y un emocionante arco argumental en Fantastic Four. Con motivo del bicentenario de la primera Constitución Española, ha sido guionista de doce libros de historieta editados por la Diputación de Cádiz, 12 del Doce, entre los que hallamos algunas obras que podrían usarse como manuales sobre guión.
Durante la segunda década del siglo XXI ha sido fértil su escritura, dando a la imprenta varias novelas y libros de relatos (Piel de fantasma, El niño de Samarcanda, Oceanum, Los espejos turbios, Lona de tinieblas, Mobtel, Son de piedra y otros relatos) y un libro de memorias (Está lleno de estrellas). En 2016 prepara una nueva revisión de su libro Los cómics Marvel. Por su trabajo como creador de ficciones ha sido merecedor de los premios UPC, Ignotus, Pablo Rido, Eurocon 2003 (como traductor) y Albacete de novela negra, entre otros.

EL LIBRO

  • Nº de páginas: 256 págs.
  • Editorial: MINOTAURO
  • Lengua: CASTELLANO
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN: 9788445075425
  • Año edición: 2005
  • Plaza de edición: BARCELONA



  • Sherlock Holmes existió, y Charles Chaplin da fe de ello en un manuscrito donde narra sus aventuras de infancia y juventud junto al célebre detective, con el que efectuará una trepidante investigación que los llevará desde los suburbios de Londres hasta Lausanne, para desenmarañar una trama de sectas esotérico-diabólicas y extravagantes planes de clonación.

    Esta novela es un fresco divertimento especulativo con todos los elementos de la mejor ficción policíaca, por donde desfilan personajes tan dispares como Albert Einstein y Alistair Crowley, Oscar Wilde y Fu Man-Chú. Una obra inclasificable, repleta de humor y referencias, de la mano de uno de los más importantes autores de la ciencia ficción española.

    IMPRESIONES

    Publicada originalmente en 2005 por la editorial Minotauro, Elemental, querido Chaplin es una novela holmesiana ciertamente diferente, que se aleja un tanto del «corpus» más canónico, sin intentar imitar el estilo literario de Conan Doyle ni hacer que sea Watson quien refleje las peripecias del inquilino de Baker Street. De hecho se podría considerar que es más una novela de Charles Chaplin, auténtico protagonista y narrador en primera persona del relato, que de Holmes, quien de alguna manera queda en segundo plano, foco pero no centro de la escena. Es éste un acertado ejercicio de biografía ficción, encajando hechos imaginados en la vida real del actor. Además, el contenido tiene una decidida deriva hacia la aventura más frenética, ofreciendo casi más acción que deducción —o un hábil y agradable equilibrio entre ambas—. La trama no da pausa, con una firme apuesta por el entretenimiento y el guiño cómplice hacia los lectores con la inclusión de un buen número de referencias a otras obras —novelas y películas— y hechos históricos que marcarían el devenir posterior del sorprendente narrador.

    Marín, depositario del manuscrito original, se limita a traducir las palabras de un anciano Charles Chaplin quien va a rememorar sus aventuras infantiles, como miembro de los Irregulares de Baker Street de la mano de su hermano mayor Syd, y juveniles, en los comienzos de su carrera como actor, con Sherlock Holmes. Unas aventuras que van a llevarles desde los callejones de Londres hasta Lausana o la Villa Diodati en Suiza, cruzándose por el camino con un buen número de personajes famosos, reales e imaginarios —desde Albert Einstein a Fu Man-Chú, desde Oscar Wilde a Mycroft Holmes, añadiendo referencias a otros tan novelescos como Aleister Crowley o Joseph Merrick—, con una trama con un curioso —cuando menos— sustrato de ciencia ficción y sectas esotéricas con malévolos planes de dominación mundial, misteriosos enemigos, subyugante intriga, conspiraciones malévolas, proto clonación..., con los protagonistas saltando de peligro en peligro.



    Hermanada desde el prólogo, donde Marín confiesa cómo llegó a sus manos el manuscrito original, con las obras holmesianas de Rodolfo Martínez —con La sabiduría de los muertos, en concreto—, en un juego metaliterario ficción y realidad se dan la mano, empezando con una breve pero significativa aventura de los Irregulares y siguiendo a partir del momento en que Chaplin daba sus primeros pasos como actor en la escena londinense y avanzando por un camino que le llevaría de alguna manera a sentar las bases de la creación de su gran personaje y casi alter ego, Charlot, al tiempo que se anticipan ideas para algunas de sus más geniales películas. Marín da muestra de una gran labor de documentación y conocimiento sobre la figura del actor y director, integrando de forma magistral numerosas anécdotas dentro del relato que lo conectan con la vida posterior —o con su obra— de Chaplin.

    La prosa de Marín, contenida y directa, alejada de su «costumbrismo gaditano» más reciente o del barroquismo de sus primeras obras, quizá por el formato de homenaje a los clásicos de la novela detectivesca, es tan evocadora como efectiva, manteniendo un perfecto equilibrio entre las situaciones dramáticas y los momentos humorísticos —fundiéndolos incluso en ocasiones—. La acción se desarrolla con pulso firme, de forma muy ágil y rápida, algo a lo que sin duda contribuye la muy cuidada ambientación, los precisos escenarios y la inteligente trama, consiguiendo que información y acción no se interrumpan entre sí, sino que se fusionen de forma impecable.

    Y bajo la atractiva historia de conspiraciones mundiales, sectas, raptos y clonación, y la acción desatada, el lector puede entrar en un nivel distinto, intentando captar el aluvión constante de guiños y referencias a la «cultura popular» del siglo XX —y anteriores—, literaria, comiquera o cinematográfica, pero también histórica, que salpican el texto sin interferir en el agradable avance de la narración —de modo que quien no descubra las claves tampoco se va a perder realmente nada de la trama, pero sin duda es un aliciente más—, dando muestra de la abrumadora erudición del autor.

    A través de una visión que busca desmitificar al Holmes más cinematográfico —incluso el título es engañoso, pues es bien sabido que la frase nunca fue pronunciada por el detective en los libros salidos de la pluma de Conan Doyle, sino por el de las películas— devolviéndolo, como el auténtico maestro del disfraz que era, a lo literario —aunque irónicamente con cierta icónica obra de gran relevancia en el desenlace peca justamente de lo contrario—. El lector se va a encontrar con un Holmes de alguna manera «humanizado» a ojos de Chaplin, con una visión tamizada por la admiración rendida que profesa hacia el detective, que no le impide sin embargo mostrar también alguna de sus debilidades. No obstante, el detective queda incluso eclipsado en general por la arrolladora personalidad con la que Marín retrata al actor.

    Charlie Chaplin, en su juventud

    A pesar de encontrarse perfectamente cerrado, el final de la novela dejaba entrever la posibilidad de una continuación con la «aventura americana» de Chaplin, algo que, por desgracia, no ha llegado a concretarse a estas alturas, años después de su publicación original.

    Quizá los más férreos defensores de la «ortodoxia» holmesiana encuentren puntos de crítica en el distanciamiento con el «corpus canónico» —aunque analizado en profundidad tampoco se aleja tanto—, pero quienes busquen en la lectura un rato de esparcimiento a través de una buena e intensa aventura, con el añadido de inteligentes guiños hacia los iniciados en la vida y obra de Chaplin, seguramente no van a salir decepcionados.

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