EL AUTOR
Gastón Louis Alfred Leroux (París, 6 de mayo de 1868 – Niza, 15 de abril de 1927), escritor francés de principios del siglo XX, que ganó gran fama en su tiempo gracias a sus novelas de aventuras y policiacas tales como El fantasma de la ópera (Le Fantôme de l'opéra, 1910), El misterio del cuarto amarillo (Mystère de la chambre jaune, 1907) y su secuela El perfume de la dama de negro (Le parfum de la Dame en noir, 1908). Trabajó en los periódicos L'Écho de Paris y Le Matin. Viajó como reportero por Suecia, Finlandia, Inglaterra, Egipto, Corea, Marruecos. En Rusia cubrió las primeras etapas de la revolución bolchevique. Aparte de su trabajo como periodista, tuvo tiempo para escribir más de cuarenta novelas que fueron publicadas como cuentos por entregas en periódicos de París.
Gastón Leroux fue a la escuela en Normandía, estudió derecho en París y se graduó en 1889. En 1890 él comenzó a trabajar en el diario L'Écho, de París, como crítico de teatro y reportero. Se volvió famoso por un reportaje que hizo, en el cual se hizo pasar por un antropólogo que estudiaba las cárceles de París para poder entrar a la celda de un convicto que, según Gastón, había sido condenado injustamente. Luego, pasó a trabajar para Le Matin, como reportero.
Su hija fue la cantante Madeleine Aile. Leroux murió a sus 57 años, a causa de una complicación después de una cirugía, la cual hizo que se infectara su tracto urinario, y sus restos descansan en el Château du cimetière, en Niza, Francia.
EL LIBRO
Abogado durante un breve periodo de tiempo en su juventud, luego avispado periodista de tribunales y finalmente escritor de éxito, GASTON LEROUX (1868-1929) es autor de las que son sin duda algunas de las obras más populares de la literatura francesa. Entre ellas destaca EL MISTERIO DEL CUARTO AMARILLO (1907), clásico de la literatura policiaca y de intriga, en la que su protagonista, el periodista Rouletabille perteneciente a la estirpe del Dupin de Poe y el Holmes de Conan Doyle, se ve enfrentado al reto de despejar un enigmaaparentemente irresoluble, como es el de un crimen y la posterior huida del criminal en el interior de una estancia inaccesible.
IMPRESION PERSONAL
Entre los clásicos de la novela detectivesca ocupa un lugar notable El misterio del cuarto amarillo (1907) de Gastón Leroux, quien ya desde sus años infantiles se sentía atormentado por «el demonio de la literatura». Se desempeñó como reportero y se hizo célebre por algunos reportajes como el dedicado a un preso condenado injustamente en cuya celda consiguió entrar fingiéndose un antropólogo que estudiaba las cárceles de París.
Escrita en 1907, alabada incluso por Agatha Christie en su obra “Los relojes” como una de las mejores obras escritas en el género, “El misterio del cuarto amarillo” nos envuelve en una historia atrapante y ágil, con una trama que va “in crescendo” hasta un final sublime.
Cuando Gaston Leroux escribió este relato, con su joven detective (Joseph Rouletabille) como protagonista, afirmó que ¡Poe y Conan Doyle habían hecho trampa!. Sus habitaciones no estaban verdaderamente cerradas. En efecto, en Los crímenes de la calle Morgue había una chimenea (que había dejado el paso a un mono) y en La Banda de los Lunares, Sherlock descubrió que existía un orificio por el cual se había deslizado la serpiente asesina. Leroux se comprometió a no engañar al lector: ¡su cuarto amarillo está tan cerrado como una caja fuerte, sin ningún tipo de trampa o doble fondo! La puerta está cerrada con llave, bloqueada con un cerrojo por dentro, y las ventanas tienen contraventanas. Todo está sin tocar: la víctima, las huella del crimen y del asesino. Pero el criminal no está allí. ¿Cómo logró escapar?
Representación de Rouletabille en una versión cinematográfica
Este enigma es el que intenta desentramar Rouletabille, con la ayuda de su fiel amigo y abogado Sinclair. Leroux escribió esta novela por encargo de la editorial donde trabajaba, y se terminó convirtiendo – sin querer – en un clásico de esos que se dan en clases de literatura de universidades.
Admito que la historia se vuelve densa en algún punto, pero sobre la mitad pasa algo demasiado sorprendente (relacionado con la “galería inexplicable”) y a partir de allí el relato no para, es imposible dejarlo hasta el final. Rouletabille es una especie de Sherlock Holmes jovencito, y me hizo mucho recordar al joven protagonista del comic (y animé) “Detective Conan” (que es fabuloso). Algunos afirman que la resolución de la historia (el giro de tuerca final) es un poco “engañoso”… pero a mí me parece fantástico. La novela aporta todas las pistas para resolver el caso, siendo así sumamente entretenida y fácil de leer.
En esta novela, cuyo narrador es partícipe de la acción como ayudante, se puede decir que Rouletabille y Larsan compiten por resolver el misterio. Heredera de la mejor tradición de Doyle nos sumerge en una historia de intriga en la que la lógica de lo que parece imposible será la mejor aliada de un lector que acaba entregado a la trama. Una trama que, contada de forma fluida se va enredando más y más sin liarnos para que acabemos sin ser capaces de despegarnos del libro, ansiosos por conocer todos los datos y, como no, lo que sucedió en la dichosa habitación. Y para eso tenemos que llegar a un final logradísimo, de esos que te hacen pensar y te dejan más que satisfecho. Por muy difícil que nos pueda parecer durante su lectura, el autor sale airoso y nos enseña que detrás de El fantasma de la ópera hay otras obras con un registro totalmente diferente que merecen ser descubiertas de Gastón Leroux.
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