Dicen que hoy es el día del libro. ¿De qué libro?, podríamos preguntarnos. Visto así recuerda uno aquel viejo chiste del niño que va a abrir la puerta la casa y le dice a la madre: Mama, viene un señor vendiendo libros. A lo que la madre le contesta, Bueno, dile que ya tenemos uno.
Dejando a un lado el aspecto humorístico de la cuestión, creo que efectivamente nominar la fecha en singular “Día del Libro” es, más que un error sintáctico, una forma subconsciente del reconocimiento de la necedad de la misma efemérides. Es como la celebración del “Dia de la mujer trabajadora”. Pero bueno, ¿es que sólo hay una? Además, ¿qué es lo que hay que celebrar? Creo que el reconocimiento hacia algo o alguien debe demostrarse en nuestra gris cotidianeidad, no haciendo una fiesta una vez al año y después si te he visto no me acuerdo.
Desgraciadamente esto último es lo que sucede generalmente en el mundo que nos ha tocado vivir, y más particularmente en nuestro país. Mañana, una vez el flamante libro que nos han regalado pase a engrosar la estantería del salón junto con los de los años precedentes y la rosa con que obsequiamos a nuestras mujeres empiece a marchitarse, volveremos a nuestra rutina de internet, partidos de futbol, el cuba libre con los amigos … y no nos acordaremos del libro de éste año, salvo cuando el próximo año en ésta misma fecha, tengamos que quitarle un poco el polvo para colocar otro flamante a su lado. Esa será la pomposa celebración del “Dia del Libro” de la mayoría de los ciudadanos.
Propongo pués que no celebremos éste “Dia del Libro”, sino que lo convirtamos en los días de los libros, y empecemos por leer, si me han oído bien, LEER, todos aquellos ejemplares que tenemos acumulados de años anteriores y lo hagamos con asiduidad, que no sea fiebre de un día. Ese será el mejor homenaje que podemos hacer a nuestros libros y entonces, ya no será necesario celebrar el “Dia del libro”.
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