EL AUTOR
Anthony Berkeley Cox (5 de julio de 1893 - 9 de marzo de 1971), escritor británico del género policial. Escribió bajo varios nombres: Francis Iles, Anthony Berkeley, y A. Monmouth Platts. Berkeley era muy prominente entre los escritores de la delincuencia de su tiempo (la Edad de Oro del Detective de Ficción), y estaba estrechamente relacionado con los otros en este campo, incluidos los de Agatha Christie, Dorothy L. Sayers, y G. K. Chesterton en el Club de los Detectives.
Nació en Watford, Inglaterra. Educación: Sherborne School; University College de Londres. Servido en el ejército durante la Primera Guerra Mundial. Periodista: contribuyente a Punch y El humorista, Londres, y revisor suplente de John O 'London's Weekly, 1938, y, como Francisco Ilies, revisor para el Daily Telegraph, en la década de 1930, El Sunday Times después de la Segunda Guerra Mundial, y el Guardian de mediados de los años 1950 a 1970.
EL LIBRO
Nos encontramos a principios de S.XX y Víctor Stanworth, un anciano solterón, afable y simpático en apariencia invita a una serie de personas a pasar el verano en su típica mansión inglesa, Layton Court. los invitados disfrutan de agradables paseos, horas del té deliciosas y la compañía de unos y otros y parece que van a pasar un verano estupendo. Pero claro, si fuera así nos quedaríamos sin historia y sin libro, ¿no? Y precisamente por eso, una mañana el anfitrión de la casa aparece muerto en la biblioteca. Aparentemente se trata de un suicidio ya que todas las puertas y ventanas están cerradas por dentro y el cadáver aún conserva la pistola en la mano, pero… hay alguien, un invitado, que no tiene muy claro que las cosas hayan ocurrido como dicen todos y este invitado, el irónico escritor Roger Shringham, se va a dedicar a darle vueltas al asunto hasta no dejar ningún cabo suelto.
IMPRESION PERSONAL
Miembro, junto a Dorothy L. Sayers o Agatha Christie, del selecto club de escritores de misterio de los años treinta, Anthony Berkeley aportó al género hondura y refinamiento psicológicos y creó un detective atípico e inolvidable: Roger Sheringham, novelista de éxito y detective amateur a sus horas. Layton Court es una mansión de campo, propiedad de Victor Stanworth, impecable anfitrión que ha invitado a unos cuantos amigos a pasar unos días. Una mañana, Stanworth aparece muterto en la biblioteca y nadie puede concluir si se trata de un suicidio o de un asesinato. Entre los invitados se encuentra Roger Sheringham, que rápidamente se decide a investigar el caso. El lector sigue paso a paso la investigación apasionante del detective, sin ser apartado de sus reflexiones, en un ejercicio literario y criminológico tan original como adictivo. Anthony Berkeley demuestra en esta novela un sofisticado gusto y una aguda inteligencia para urdir una obra de alto entretenimiento, fruto de la época más feliz del género.
Típica mansión de la campiña inglesa
Roger Shringham es un personaje simpático, algo pedante, hay quien dice que como homenaje al gran Sherlock Holmes, y tremendamente testarudo. Él está convencido de que el señor Stanworth no se ha suicidado y a pesar de las apariencias y de las pruebas va a mover Roma con Santiago para estar seguro. Va a contar con la ayuda de su amigo Alec, a quien cariñosamente equipara al doctor Watson y que aporta una segunda voz interesante en las cavilaciones. El resto del reparto, por decirlo de alguna manera, tampoco decepciona, guarda secretos y sorpresas y nos intriga desde el primer momento y el misterio y el desenlace, bueno, no está mal, es original en algunos aspectos aunque un poco flojo en otros.
Pub rural en Inglaterra
El misterio de Layton Court es casi una comedia por su tono desenvuelto y su aparente frivolidad. Se trata de una intriga casi convencional (elegante anciano, caballero inglés rodeado de invitados en su mansión, aparece suicidado en la biblioteca) con unas características muy definidas. Primero: cumple a rajatabla la norma de poner en manos del lector lo mismo que el detective sabe, pero, además, lo va haciendo sobre la marcha; es decir: no disimula pistas que el lector ha de encontrar sino que lo obliga a acompañar al detective paso a paso, pues ambos van descubriendo lo mismo a lo largo del relato. Segundo: crea un detective clásico que se define por su inteligencia, su jovialidad, sus simpáticos errores y su decidida voluntad, propia de un sportman, de superar todos los obstáculos. Tercero: la frivolidad se revela en realidad como un estilo limpio, claro y directo de organizar con cuatro elementos una trama cada vez más enrevesada que al final se revuelve sobre sí misma con un remate del mejor gusto torero. Y cuarto: es uno de los mejores desarrollos que he leído del clásico enigma de la habitación cerrada. Evidentemente, la novela pertenece a la tradición -o etapa- del género que considera la obra como un juego entre el lector y el autor. En esta época de oro, la lógica se asociaba al juego (lejos de la estricta exigencia de lógica estricta y pura de la etapa anterior, comandada por R. Austin Freeman) y bien podemos decir que su divisa fue "usted puede ser el detective", modo en el que implícitamente se establecía el juego. Berkeley es un autor indispensable en la biblioteca de cualquier amante del género, pero, además, como los más afines de sus compatriotas (Sayers, Chesterton, Innes, Blake...), es un novelista de verdadera altura literaria. Al español se lo vertió en la mítica colección de Borges y Bioy El Séptimo Círculo: toda una carta de presentación para un clásico indiscutible.
ACTUALMENTE LEYENDO: NADIE VALE MAS QUE OTRO (Lorenzo Silva)
No hay comentarios:
Publicar un comentario