EL AUTOR
Leonardo Padura Fuentes (La Habana, 1955) es un novelista y periodista cubano, conocido especialmente por sus novelas policiacas del detective Mario Conde. El Gobierno de España concedió en 2011 la ciudadanía de ese país a Padura, quien sigue viviendo en Cuba.
Nacido en el barrio de Mantilla, hizo sus estudios preuniversitarios en el de La Víbora, de donde es su esposa Lucía; naturalmente, estas zonas de La Habana, muy ligadas espiritualmente a Padura, se verán reflejadas más tarde en sus novelas. Padura estudió Literatura Latinoamericana en la Universidad de la Habana y comenzó su carrera como periodista en 1980 en la revista literaria El Caimán Barbudo; también escribía para el periódico Juventud Rebelde. Más tarde se dio a conocer como ensayista y escritor de guiones audiovisuales y novelista.
Su primera novela —Fiebre de caballos—, básicamente una historia de amor, la escribió entre 1983 y 1984. Pasó los 6 años siguientes escribiendo largos reportajes sobre hechos culturales e históricos, que, como él mismo relata, le permitían tratar esos temas literariamente. En aquel tiempo empezó a escribir su primera novela con el detective Mario Conde y, mientras lo hacía, se dio cuenta "que esos años que había trabajado como periodista, habían sido fundamentales" en su "desarrollo como escritor". "Primero, porque me habían dado una experiencia y una vivencia que no tenía, y segundo, porque estilísticamente yo había cambiado absolutamente con respecto a mi primera novela", explica Padura en una entrevista a Havana-Cultura.
Las policiacas de Padura tienen también elementos de crítica a la sociedad cubana. Al respecto, el escritor ha dicho: "Aprendí de Hammett, Chandler, Vázquez Montalbán y Sciascia que es posible una novela policial que tenga una relación real con el ambiente del país, que denuncie o toque realidades concretas y no sólo imaginarias".
Su personaje Conde —desordenado, frecuentemente borracho, descontento y desencantado, "que arrastra una melancolía", según el mismo Padura— es un policía que hubiera querido ser escritor y que siente solidaridad por los escritores, locos y borrachos. Las novelas con este teniente han tenido gran éxito internacional, han sido traducidas a varios idiomas y han obtenido prestigiosos premios. Conde, señala el escritor en la citada entrevista, refleja las "vicisitudes materiales y espirituales" que ha tenido que vivir su generación. "No es que sea mi alter ego, pero sí ha sido la manera que yo he tenido de interpretar y reflejar la realidad cubana", confiesa.
Conde, en realidad, "no podía ni quería ser policía" y en Paisaje de otoño (1998) deja la institución y cuando reaparece en Adiós Hemingway (2001) está ya dedicado a la compraventa de libros viejos.
Tiene también novelas en las que no figura Conde, como El hombre que amaba a los perros (2009), donde las críticas a la sociedad cubana alcanza sus cotas más altas.
Padura ha escrito también guiones cinematográficos, tanto para documentales como para películas de argumento.
Vive en el barrio de Mantilla, el mismo en el que nació. Al preguntarle por qué no puede dejar La Habana, el ambiente de su historia, ha dicho: “Soy una persona conversadora. La Habana es un lugar donde se puede siempre tener una conversación con un extranjero en una parada de guaguas”.
EL LIBRO
Una noche de otoño, unos pescadores descubren un cadáver en la playa del Chivo, en La Habana. La víctima, Miguel Forcade Mier, ha sido asesinada con una saña brutal, casi inexplicable. Este crimen removerá una antigua trama de corrupciones y viejas ambiciones frustradas, ya que, en efecto, en los años sesenta Forcade había dirigido oficialmente las expropiaciones de bienes artísticos requisados a la burguesía tras la Revolución. Pero, después de acumular poder, influencia y, seguramente, no pocas envidias y resentimientos, en 1978 Forcade decide, sin motivo aparente, sumarse al exilio de Miami. Sin embargo, poco antes de su asesinato, había vuelto misteriosamente a Cuba, casi como si hubiera querido recuperar algo muy valioso y cuya existencia sólo él conocía. . .
IMPRESION PERSONAL
Este tomo clausura la serie de cuatro que Padura aunó con el nombre de ” Las cuatro estaciones “. Es el otoño en La Habana , estación peligrosa por los ciclones que asolan la isla cada año.
Mario Conde quiere presentar su renuncia porque está hastiado con su profesión , sobre todo desde que han sacado a retiro a su jefe, conocido como El Viejo. Pero la jerarquía le arranca la promesa de que podrá acogerse a retiro en cuanto resuelva en unos días el enigma de un asesinato.
Con Paisaje de otoño , Leonardo Padura cierra brillantemente la serie de cuatro novelas protagonizadas por el teniente investigador Conde, a quien ya conocíamos desde la anterior entrega, Máscaras, y que ahora, a punto de cumplir treinta y seis años, intuye que está cerrándose una etapa de su vida y que se aproxima el momento de tomar decisiones quizás irrevocables.
Paisaje de otoño completa una tetralogía de la que forman parte Pasado perfecto, Vientos de Cuaresma y Máscaras, que fue premio Café Gijón. Aunque es de lectura muy fácil, que nadie espere una novela ligera; es un relato profundo y apasionado sobre la decepción, personal e histórica, de un hombre bueno, que se apoya en las reglas, respetándolas siempre, de la ficción criminal y que está escrito con una prosa elaborada y directa, sencilla en su resultado, muy adecuada al carácter de un héroe admirable, el íntegro y difícil de olvidar teniente Conde.
Como ya hiciera en Máscaras , Leonardo Padura vuelve a explorar los innumerables recursos del género negro: así, a medida que avanza una azarosa investigación repleta de pistas, equívocos y sospechas más o menos fundadas, el autor recrea la crónica de una generación -la suya y la del Conde-, obligada a preguntarse con creciente inquietud qué fue de tantos ideales. Y tampoco falta el magistral retrato de una Habana caótica y entrañable, luminosa y a la vez llena de secretos, muy parecida a los personajes que pueblan esta singular historia de tesoros escondidos y amores no del todo dichosos.
La Alameda de Paula, uno de los lugares emblemáticos de La Habana, que aparece en la presente novela
La narración es pretexto para situar a Conde, eterno borrachín, pata del alma de sus amigos de juventud, que sueña con alejarse de esta Habana corrupta para por fin , ponerse a escribir pues se sabe que siempre ha sido su anhelo más profundo. Siempre vive en torno a su amigo Carlos, el lisiado de la guerra de Angola, cuya madre, Josefina prepara suculentas comidas con productos que surgen milagrosamente en la olla y que traen el agua a la boca , como por ejemplo , la receta del pollo a la chorrera.
También la música es omnipresente para los cubanos y especialmente para Conde que tararea boleros, sobre todo en dos situaciones precisas : cuando presiente que puede enamorarse o cuando está total y desesperadamente enamorado.
En definitiva, Padura en estado puro, y nuestro amigo Conde en toda su esencia, debatiéndose entre su pasado y su más que imprevisible futuro. La novela tiene menos protagonismo de los amigos del Conde y menos escenas de carácter sexual, pero sigue la magnifica línea trazada en los tres anteriores relatos de ésta tetralogía. Novela negra sí, pero mucho más que eso. Radiografía de aquella Cuba de finales de los años 80 y sobre todo, de los cubanos de la época.
De lectura (y relectura) imprescindible.
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