viernes, 1 de marzo de 2013

LIBROS QUE HE LEIDO: EL PRINCIPE (Federico Andahazi)



EL AUTOR

Federico Andahazi (Buenos Aires, 6 de junio de 1963), escritor y novelista argentino

Hijo de Bela Andahazi y Juana Merlín. Estudió Psicología en la Universidad de Buenos Aires y ejerció la profesión de psicoanalista durante poco tiempo. Abandonó su profesión para abrazar el oficio de escritor. En el año 1996 obtuvo el Primer Premio de Cuentos de la Segunda Bienal de Arte Joven con su cuento Almas misericordiosas. Ese mismo año recibió también el Primer Premio del Concurso Anual Literario «Desde la Gente» por su cuento El sueño de los justos con un jurado compuesto por los escritores Héctor Tizón, Luisa Valenzuela y Liliana Heker entre otros eminentes miembros.

Hacia fines de 1996, a la vez que era finalista del Premio Planeta, su novela El anatomista ganó el Primer Premio de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat. Sin embargo, la mentora del concurso, Amalia Lacroze de Fortabat, publicó en varios diarios de Buenos Aires un comunicado en el cual manifestaba su desacuerdo con el resultado del evento, en razón de que la obra elegida no contribuía «a exaltar los más altos valores del espíritu humano», y por lo tanto no cumplía con los objetivos de la Fundación en cuanto a «la finalidad que la determinó a establecer estos concursos culturales». El jurado con el que disintió la Sra. Fortabat estaba compuesto por prestigiosos y reconocidos escritores. Estos eran: María Angélica Bosco, Raúl H. Castagnino, José María Castiñeira de Dios, María Granata y Eduardo Gudiño Kieffer
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El libro fue publicado por la editorial Planeta en 1997, fue rápidamente traducido a más de treinta idiomas y vendido por millones de ejemplares.



En 1998 Andahazi publicó su segunda novela, Las piadosas, que fue publicado por el sello Sudamericana. Ese mismo año la editorial Temas sacó un pequeño volumen con los cuentos premiados de Andahazi, bajo el título El árbol de las tentaciones. Luego publicaría la novela El príncipe (ed. Planeta, 2000), una sátira política y en el 2002, El secreto de los flamencos (ed. Planeta). Con esta última novela Andahazi obtuvo el reconocimiento de la crítica y el público.
En 2004 se publicó Errante en la sombra (Alfaguara) una original novela musical para la cual compuso unos cuarenta tangos.

En el año 2005 publicó La ciudad de los herejes (Planeta), una novela ambientada en la Francia medieval en la que narra cómo se originó el llamado Santo Sudario de Turín. En una aventura paralela, el autor narra como un monje y una monja se revelan ante la doctrina católica y emprenden un exilio de su convento. Es una critica a la iglesia católica, en la cual muestra la corrupción y la interna de esta como institución.

En 2006, Federico Andahazi obtuvo el Premio Planeta Argentina por su novela El conquistador; el jurado estuvo compuesto por los escritores Marcela Serrano, Marcos Aguinis, Osvaldo Bayer y el editor Carlos Revés. Esta última obra relata la historia de Quetza, un joven azteca que, adelantándose a Cristóbal Colón, descubre un nuevo continente, Europa, y retrata a los salvajes que lo habitan.

EL LIBRO

Ante una multitud expectante que aclama a su presidente, éste se encarama a la barandilla del balcón principal y salta al vacío. Pero antes de llegar al suelo remonta el vuelo y desaparece en el cielo. Tras él, hará lo mismo casi todo el equipo gubernamental. Mientras el país se pregunta por el destino de sus dirigentes, la oposición se apresta a subsanar el vacío de poder, pero tan pronto como el nuevo presidente accede al palacio se queda dormido, y todos saben que su sueño durará cuatro años. Mientras tanto, en un ambiente prehistórico y de vida en las altas cumbres, se narra la infancia del presidente que salió volando: un niño terrible y malvado que fue criado por sapos, hormigas y serpientes, y que llegó a gobernador de la provincia gracias a su fama de mago. Federico Andahazi consigue con El Príncipe una brillante combinación de sátira política y relato mágico.
 
Esta apasionante novela, estructurada como una alegoría de la situación social y política que viven numerosos países latinoamericanos en la actualidad narra la historia del hijo del diablo, una criatura que nace en las entrañas de la montaña. Más tarde desciende hasta los valles y llanuras donde convence al pueblo de que le brinde su apoyo, valiéndose de promesas que jamás ha tenido la intención de cumplir. De manera semejante a lo ocurrido con algunas figuras míticas -y con algunos políticos latinoamericanos- el hijo del diablo protagoniza una dramática retirada junto aun séquito de colaboradores y siembra entre su pueblo la semilla de la esperanza por su futuro advenimiento. Esta formidable novela sobre el populismo y los abusos de poder ha sido escrita con un lenguaje ágil y apasionante que cautivará de inmediato la atención y la inteligencia del lector.

IMPRESION PERSONAL

De lectura ágil, atractiva, hipnótica, original y terriblemente actual, El príncipe contiene todos los elementos que un lector exigente puede reclamarle a una gran novela.

Con una creatividad que supera a la de El Anatomista, Andahazi sabe agudizar la tensión y las expectativas necesarias para capturar al lector con una historia audaz y desasosegante.

Es la historia del Hijo de Wari, el diablo, un líder nacido en el corazón de la montaña que conquista la voluntad de su pueblo con promesas incumplidas, y lo gobierna con la ilusión de una prosperidad inexistente. Cuandp se "retira" -junto con sus ministros-apóstoles, aguardando un momento más propicio para gozar de los frutos de la cosecha en el poder-, el pueblo queda clamando por su segunda venida. Detrás de la escena, un consejero inmaterial, maquiavélico, ilimina los pasos del Mesías. Pero, ¿dónde se oculta el Hijo de Wari?, ¿qué trama para su regreso?

Desde un montaje de voces y escenarios, con personajes y situaciones en tonos que van del hiperrealismo a la desmesura fantástica, y en un clima apocalíptico donde el futuro cercano es el máximo grado de la decadencia -imposible no recordar los filmes Blade Runner o Brazil-, Federico Andahazi ha contruido una ficción que recrea y supera la realidad.

La historia ha logrado transformarse en una alegoría que a los latinoamericanos de hoy les dice nombres y apellidos; a los lectores de cualquier otro momento y lugar del mundo les hablará de los excesos de poder y de la manipulación de las voluntades populares con un gesto ácido y una sonrisa inteligente.

Desde el comienzo la narración nos presenta a un personaje muy particular. Nos lo presenta en un momento de crisis y al mismo tiempo en el apogeo de su poder. ¿Cuál es la historia de ese líder? ¿De dónde viene? ¿Cómo llegó a ser tan poderoso y manipulador? Los capítulos siguientes responden a esos interrogantes con una óptima combinación de elementos mitológicos, humor, imaginación, y una ficción inspirada en la realidad. Al leerla en Argentina reconocemos de inmediato la referencia a ciertos personajes reales. Sin embargo, en otros países los lectores encontraron similitudes con otros personajes también reales. Ocurre que muchas veces una ficción puede ser una ingeniosa manera de hablar de la realidad, y que los problemas que pueden aquejar a un pueblo son en realidad universales. En este libro encontramos un buen ejemplo de aquella frase: "pinta tu aldea y pintarás el mundo". Como si estuviera destinado a nacer según una profecía maligna, el protagonista es criado durante su infancia por un conjunto de perversos seres fantásticos. Uno de ellos se ocupará de instruirlo en política, haciendo que Maquiavelo, en comparación, parezca un santo. Lo llamativo es que podremos comparar "El príncipe" de Maquiavelo con este personaje fantástico, comparar la realidad con la ficción, las promesas electorales con aquello que realmente haya pasado después de una elección. Encontraremos que más allá de los elementos fantásticos, la novela nos habla también de unas cuantas verdades. El origen de este personaje, su "formación", sus cómplices, su desempeño, su misión final, todo transcurre en una trama original, atrapante, entretenida, que realmente vale la pena leer.

La cordura es a la locura, lo que la razón es a la pasión, y en realidad en el mundo hay mucha mas pasión que razón.  El Príncipe de Maquiavelo es el del Estado de la implacable razón; el nuevo Estado Nacional, fuerte y absoluto.  Por su parte, El Príncipe de Andahazi pertenece al Estado del engaño, del caos.  Únicamente posible en la ciega pasión de los corazones “soberanos”.

El Príncipe de Maquiavelo, no contempla otra ética que la de llegar al fin perseguido, debido a lo cual quedan automáticamente justificados todos los medios empleados para conseguirlo. Un gobernante debe ser inflexible ante todo para preservar el bien del Estado, aunque sea a costa de una conducta moralmente indigna.  Aún así, jamás se sugiere engañar o hacer daño al pueblo.  Andahazi, en cambio, nos presenta a El Hijo de Wari que sí es tentado a robar, engañar y estafar.  Podemos decir que su príncipe responde a la equivocada y conveniente imagen que los políticos latinoamericanos han elegido formarse del príncipe maquiavélico que luce, en la actualidad, algo ingenuo frente a nuestros dirigentes.

El autor nos invita a una descripción de la sociedad latinoamericana que vive bajo la creencia en arquetipos que se dieron históricamente en un pasado mítico o real.  El arquetipo que nos ocupa (o preocupa) es el del político que acumula promesas impares, vistiendo un tradicional poncho que le otorga “brío caudillesco”.  Aquel hombre que vende a su madre y a la patria cada vez que fuera necesario.  O el que entrega a la muerte a su propia sangre con el objeto de ganar la compasión del pueblo.

El Príncipe, esta narrada desde la primer persona del plural, un recurso que resulta muy atractivo.  Desde ésta vos colectiva quita del lugar de víctima, de las atrocidades gubernamentales al pueblo para convertirlo en cómplice, describiendo como las promesas e ilusiones dibujadas nos corrompen y nos vuelven miserables, y un ejemplo mas que ilustrativo de esto es “el mito de la dolarización”.
“Casi sin darnos cuenta fuimos arrollados por la modernidad”, vocifera el masivo narrador de El Príncipe.  Nuevamente…el mito.  Porque es una triste realidad, que hacemos gala de innovaciones tecnológicas y presumimos de ser globalizados, al mismo tiempo que detentamos una cultura política deliberadamente arcaica propia de la Edad Media que da lugar a la sacralización  del poder y al falso mesianismo político.

Este libro fue catalogado como “terriblemente actual” en el año que fue editado.  Hoy, temerariamente visionario.

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