lunes, 8 de octubre de 2012

LIBROS QUE HE LEIDO: UN DRAMA EN LIVONIA (Julio Verne)



EL AUTOR



Jules Gabriel Verne (Nantes, 8 de febrero de 1828Amiens, 24 de marzo de 1905), conocido en los países de lengua española como Julio Verne, fue un escritor francés de novelas de aventuras. Es considerado junto a H. G. Wells uno de los padres de la ciencia ficción.[1] Es el segundo autor más traducido de todos los tiempos, después de Agatha Christie, con 4.185 traducciones, de acuerdo al Index Translationum.[2] Algunas de sus obras han sido adaptadas al cine. Predijo con gran exactitud en sus relatos fantásticos la aparición de algunos de los productos generados por el avance tecnológico del siglo XX, como la televisión, los helicópteros, los submarinos o las naves espaciales. Fue condecorado con la Legión de Honor por sus aportes a la educación y a la ciencia.

En 1847 comenzó sus estudios de derecho en París. Su prima Caroline se compromete. Escribe una obra de teatro: Alejandro VI. En 1848 fue introducido por su tío Châteaubourg en los círculos literarios, donde conoció a los Dumas, padre e hijo; el primero tendrá gran influencia personal y literaria en Verne. En 1849 se recibe de abogado y su padre le permite permanecer en París. Sigue escribiendo teatro. Su padre quiso que se dedicara a su carrera de abogacía, pero él no estaba por la labor y su padre, enfadado con él, dejó de financiarle. Además, todos sus ahorros los gastó en libros y pasó largas horas en las bibliotecas de París queriendo saberlo todo. A Verne apenas le alcanzaba para comer, lo que le ocasionó tantos trastornos digestivos (ocasionándole desarreglos estomacales e incontinencia fecal) como trastornos nerviosos que acabarían por desfigurarle la cara y parálisis facial.

En 1850, a los 22 años de edad, escribe una comedia ligera, Las pajas rotas que logra estrenar en París gracias a Dumas, con modesto éxito. Al año siguiente publica en la revista ilustrada El museo de las Familias dos relatos: Martín Paz (una fantasía inspirada en las pinturas del artista peruano Ignacio Merino) y Un drama en México (un cuento histórico inspirado por el Viaje al equinoccio americano, del naturalista y explorador alemán Alexander von Humboldt) y varias obras teatrales, libretos para operetas de moda y novelas cortas. Durante esta época es secretario del Teatro Nacional de París, recomendado por Dumas. El poco dinero que puede reunir lo invierte en un piano. En mayo de 1856 conoce a quien será su futura esposa, una mujer llamada Honorine Deviane Morel, que es viuda de Morel y madre de dos hijas (Valentine y Suzanne). Se casa (traicionando la causa de su misógino grupo de amigos Los once sin mujer) con Honorine el 10 de enero de 1857, creyendo que encontrará la estabilidad emocional que le falta. Le pide a su padre 50.000 francos para invertir en la bolsa y su padre accede tras una larga discusión. El matrimonio le desespera rápidamente en vez de ayudarle. Cada vez que se le presentaba la oportunidad escapaba de sus deberes de cónyuge. Una vez que fueron a Esomes a pasar un tiempo con la hermana de Honorine, toma un barco a Escocia, obligando a su mujer a regresar sola a París sin saber nada de Julio hasta que regresa del viaje (ésta fue la primera vez que viajó en barco). Después emprende otro viaje hacia Noruega y Dinamarca. Cuatro años después de contraer matrimonio, Julio planea un viaje, que se traduciría después en abandonar a Honorine mientras daba a luz al único hijo fruto del matrimonio, Michel Verne.

En 1859 viaja a Escocia con su amigo Hignard. Su primera obra de ficción científica es también la primera novela que escribió, París en el siglo XX, y una de las pocas que no publicó en vida —se imprimió en 1994—; Pierre-Jules Hetzel, su editor, rechazó la novela por el pesimismo que encerraba, pues presagiaba una sociedad en que la gente vive obsesionada con el dinero y con los faxes.[4] Julio Verne publicó en 1863 el primero de sus 60 Viajes extraordinarios, Cinco semanas en globo. La serie, prolongada durante casi 40 años, habría de incluir entregas de la talla de Viaje al centro de la Tierra (1864), De la Tierra a la Luna (1865), Los hijos del capitán Grant (1867). En el año 1869 aparece publicada en España —antes incluso que en Francia—, posiblemente debido a la amistad entre Hetzel y Guimerá —el traductor español de algunas de sus obras— Veinte mil leguas de viaje submarino (1869) a la que seguirían La isla misteriosa (1874), La vuelta al mundo en 80 días (1873), Miguel Strogoff (1876) —la mejor coartada para quienes le consideran un reaccionario—, La esfinge de los hielos, (1897) o El soberbio Orinoco, (1898). Trabajador infatigable, paralelamente a sus viajes, cultivó su primera vocación, el teatro, escribiendo y adaptando algunas piezas para la escena.

En 1861 logra juntar el suficiente dinero para viajar a Noruega e Islandia con su mujer, pero ella no puede viajar por encontrarse embarazada. A su vuelta le recibe con su recién nacido hijo Michel Verne, único fruto del matrimonio.

En 1863 traba amistad con el aventurero, periodista y fotógrafo Felix Tournachon. Con él investiga los adelantos que se les podría hacer a estos aparatos volantes, los que describe en Cinco semanas en globo. Nadar lo recomienda a Hetzel, dueño del Magasin d’Éducation et de Récréation (’magazín de ilustración y recreo’), quien le publica la primera entrega del folletín. Debido al éxito de esta obra el dueño de la revista le ofrece un contrato por veinte años a veinte mil francos anuales (una pequeña fortuna para esa época). En 1863, a raíz del éxito de su tercera novela, viaja a Estados Unidos en un ciclo de conferencias con su hermano Paul Verne. Dos años después publica la historia de un viaje a la Luna en dos partes: De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna. Uno de los personajes, el intrépido francés Michel Ardán —anagrama de Nadar— es un vivo retrato de su querido amigo. El otro, Impey Barbicane, está basado en el carácter del presidente estadounidense Abraham Lincoln, asesinado a principios de ese mismo año.

Existen varios parecidos con el primer verdadero viaje a la Luna, del Apolo 8 en 1968: en la nave viajan tres astronautas, Estados Unidos es el promotor y productor de la hazaña, despegan desde el estado de Florida, escapan de la gravedad terrestre a 11 km por segundo, requieren de 150 horas de viaje para llegar a la Luna, no aterrizan allí sino que dan varias órbitas alrededor y regresan a la Tierra.

El día del estreno de su adaptación al teatro de La vuelta al mundo en ochenta días, Verne vivió la única experiencia de su existencia digna de sus personajes: insistió en revisar personalmente la canastilla que conduciría a Phileas Fogg y a su inseparable Passepartout a grupas de un elefante verdadero. La caída de una parte del escenario asustó al animal, que salió despavorido del teatro con el autor a cuestas, para recorrer el Boulevard des Capuchins hasta que el domador los alcanzó en las Tullerías.

En 1879 se compró un pequeño yate, el «Saint Michel», con el que recorre el Mediterráneo. A su regreso marcha a residir a la ciudad de Amiens. Durante los dos años siguientes continúa viajando: recorre Irlanda, Escocia y Noruega (1880) Inglaterra, el Mar del Norte y el Báltico (1881).
Su hijo Michel Verne fue muy rebelde y fue recluido en un manicomio a petición de Julio. Después de algunos años Michel salió, pero llevó siempre muy mal que su padre hubiera hecho esto con él. De pequeño, Michel también estuvo en un correccional.

El 9 de marzo de 1886, a la edad de 58 años, caminando de regreso a su casa, su sobrino Gastón, de 25 años, con quien llevaba una cordial relación, le disparó con un revólver, sin razones claras, la primera bala le erró, pero la segunda le hirió en la pierna izquierda, provocándole una cojera de la que no se recuperaría. El incidente fue ocultado por la prensa y Gastón pasó el resto de su vida en un manicomio.

Tras las muertes de Hetzel y de su madre en 1887, Julio comenzó a escribir obras más sombrías. En parte esto pudo deberse a cambios en su personalidad, pero un factor importante es el hecho de que el hijo de Hetzel, que continuó la empresa de su padre, no era tan riguroso en las correcciones como lo había sido aquel. Se dice que algunas veces, de tantas horas trabajando para sus obras, tuvo parálisis faciales. En 1888 Verne ingresó en la política y fue elegido concejal de Amiens, donde abogó por una serie de mejoras en la ciudad, labor que desarrolló durante quince años.

Dos años antes de su muerte, Verne aceptó la presidencia del grupo de esperanto de Amiens y se comprometió a escribir un libro, en el que este idioma jugara un papel importante. El libro en cuestión, La impresionante aventura de la misión Barsac, no pudo ser terminado por él y cuando se publicó, se había eliminado toda referencia al esperanto.

El 24 de marzo de 1905, enfermo de diabetes desde hacía años, Verne murió en su hogar, sita en el bulevar Longueville 44 (actualmente bulevar Julio Verne). Fue enterrado en el cementerio de La Madeleine, ubicado al noroeste de Amiens, en cuya tumba se representa a Verne emergiendo del sepulcro, obra del escultor Albert Roze. Su hijo Michel Verne supervisó la publicación de sus últimas novelas La invasión del mar y El faro del fin del mundo. La serie Viajes extraordinarios continuó durante un lapso prolongado al mismo ritmo de dos volúmenes al año. Posteriormente se descubrió que Michel había realizado extensos cambios (El secreto de Wilhelm Storitz, Los náufragos del Jonathan) o versiones completamente nuevas de estas historias (El eterno Adán (1910) y La impresionante aventura de la misión Barsac (1919)), cuyas versiones originales no se publicaron sino a finales del siglo XX.

En 1863, Verne había escrito una novela llamada París en el siglo XX acerca de un joven que vive en un mundo de rascacielos de cristal, trenes de alta velocidad, automóviles de gas, calculadores y una red mundial de comunicaciones, pero que no puede alcanzar la felicidad y se dirige a un trágico fin. Hetzel pensó que el pesimismo de esta novela dañaría la promisoria carrera de Verne y sugirió que esperase veinte años para publicarla. Éste puso el manuscrito en una caja fuerte, donde fue «descubierta» por su bisnieto en 1989 y publicada en 1994.

EL LIBRO

Parte del trasfondo de la novela es el enfrentamiento entre los rusos de origen alemán, sector compuesto en buena parte por aristócratas y burgueses, y los rusos de origen eslavo, que en su mayoría son de clase baja.

Durante una campaña electoral en la ciudad de Riga, el profesor Dimitri Nikoliev se ve obligado a participar en la causa livona como candidato de los eslavos.

Ciudad de Riga, actual Letonia


Sin embargo, lleva a cabo un viaje de incógnito durante el que matan al empleado de banca Poch, que llevaba dinero en custodia, en la posada "La Cruz Rota". El profesor es, para tristeza de sus hijos, el principal sospechoso del crimen, pues allí sólo se encontraban el señor Poch, el posadero y él, que debe mucho dinero a los banqueros Johausen, que representan a los alemanes en las elecciones municipales.

Solamente le podría servir de coartada revelar adónde fue y a quién vio, y el testimonio de esa persona. Sin embargo, el profesor no quiere revelarlo por una promesa que hizo hace años.
El abogado Vladímir Yánov, novio de la hija del profesor y preso político escapado de las minas de Siberia, intenta demostrar la inocencia de su futuro suegro, exponiéndose de esa manera a ser apresado de nuevo y a ser castigado por la fuga, pero el zar le concede una amnistía, lo que desata las protestas de los aristócratas y los burgueses de origen alemán.

Cuando el bando germano, con el banquero Frank Johausen a la cabeza, parece poder encarcelar a Dimitri, Vladímir se revela como el hombre misterioso que se entrevistó con él. Aunque de esa manera no puede liberarlo de toda culpa, sí puede aplazar un poco su condena, que parece inevitable, dado que precisamente esa intervención le hace parecer culpable a ojos de algunos.

El profesor huye y, más tarde, es hallado muerto. Las circunstancias parecen indicar un suicidio. Ilka, la hija del profesor, lo cree culpable y rechaza a Vladímir por esposo juzgándolo indigno de ella.
El desenlace de la historia tiene lugar mediante el empleo de un deus ex machina: enfermo y a punto de morir, el posadero Kroff, culpable del crimen, confiesa a un pope todo lo que ha hecho para que pareciese el profesor el culpable.

IMPRESION PERSONAL

Verne es sobradamente conocido por sus novelas anticipadoras de la ciencia ficción -llenas de datos técnicos muy innovadores en la época y conteniendo profecías de tipo científico, en muchas ocasiones hechas realidad con el correr de los años-; también lo es por sus novelas de aventuras como Cinco semanas en globo, La isla misteriosa o La vuelta al mundo en ochenta días. Mucho menos conocidas son sus novelas de intriga y drama histórico como la que aquí quiero reseñar –Un drama en Livonia, publicada en 1893- y que es, por lo poco comentada, una de las más interesantes y perteneciente a esa faceta que algunos llaman la del “desconocido Julio Verne”, que yo estoy, poco a poco, descubriendo con un placer inmenso, con la impresión de tener ante mí a un autor del que nunca había oído hablar; un novelista extraordinario que trasciende absolutamente la frontera de la literatura “juvenil” en la que injustamente se le tiene encerrado.

Uno piensa que conoce la obra de Verne si ha leido cuatro o cinco libros suyos, los más conocidos entre el gran publico. Sin embargo, éste prolífico escritor tiene en su haber más de un centenar de novelas y relatos, y junto a sus grandes y archiconocidos clásicos (Viaje al Centro de la Tierra, 20 mil leguas de viaje submarino, La vuelta al mundo en 80 dias, Los hijos del Capitan Grant, Miguel Strogoff, etc., hay otros prácticamente desconocidos para la mayoría de los lectores y que sorprenderán gratamente. Porque Verne, aparte de sus predicciones tecnológicas y sus grandes relatos de aventuras, tiene otros relatos, menores si se quiere, pero no menos grandes que los ya citados. Es el caso de ésta novela, correspondiente a la época final de su vida, y que podría catalogarse como drama histórico, teniendo tambien elementos de novela criminal y crónica judicial. Pero básicamente es una gran novela de tema social, un enfrentamiento entre la población de un territorio, dividida en dos grandes bandos, los germanos y los eslavos.
 
Normalmente, cuando a alguien se le pregunta por el nombre de una novela de ambiente ruso escrita por Julio Verne, se menciona inmediatamente Miguel Strogoff, que es, desde luego, la más conocida. Casi me atrevería a decir que ninguna más le vendría a la mente a la persona interrogada, ni siquiera, probablemente, Aventura de tres rusos y tres ingleses, que, por otra parte, no transcurre en Rusia sino en África, aunque rusos sean la mitad de sus protagonistas. Las aventuras del correo del zar, con sus numerosísimas adaptaciones al cine, la televisión y al cómic dan forma a una de las novelas más conocidas –escritas por no rusos- cuya acción transcurre en Rusia. No falta quien crea, incluso, que Miguel Strogoff es, realmente, un héroe popular de la leyenda heroica eslava o que atribuyan la novela a Nikolai Gogol o a Alexander Pushkin. Cuando se trata de personajes de la literatura de aventuras rusa, tan inevitable es que se mencione a Taras Bulba como a Miguel Strogoff.
 
Universidad de Dorpat, actual Tartu (Estonia)


¿Dónde está Livonia?
 
 Parece el nombre de una región mítica sacada de algún relato folclórico o cuento de hadas; algo así como el Principado de Zenda inventado en su novela por Anthony Hope o la Borduria y Syldavia que Tintin visita en El cetro de Ottokar de Hergé. Sin embargo, en la Europa Central y Oriental existieron principados, ducados o simples demarcaciones administrativas con nombres de lo más exótico que realmente fueron escenario de muchos cuentos populares: Curlandia, Masuria, Lusacia… La región de Livonia ocupaba lo que actualmente son Estonia y Letonia, limitando por el sur con Lituania y extendiéndose su costa entre el Golfo de Riga y el Golfo de Finlandia. Desde 1721 y hasta el final de la I Guerra Mundial perteneció al Imperio Ruso. Fue un territorio multicultural, habitado por alemanes, rusos, estonios, letones y polacos. En pocas zonas de Europa se hizo tan evidente el enfrentamiento eterno entre alemanes y eslavos como en Livonia; una región, además, de naturaleza dura, con lagos que se hielan completamente en invierno y bosques habitados –al menos en el siglo XIX, cuando Verne escribió su novela- por feroces lobos que acechaban a los caminantes.
 
La novela de Julio Verne.
Una noche de abril, un carruaje que transporta pasajeros se detiene en una posada del camino llamada “La Cruz Rota”, no lejos de la ciudad de Riga. Uno de los viajeros –llamado Poch y empleado de la Casa Johausen, un banco alemán- lleva una gran suma de dinero consigo, lo cual comenta en voz alta ante todo el mundo de forma imprudente. El otro viajero es un personaje misterioso que nunca muestra su rostro. Sin embargo, el cabo Eck, de la Policía Alemana, le reconoce: Es el profesor Dimitri Nikolef, de la Universidad de Riga. A la mañana siguiente, todos comprueban que el viajero misterioso se ha marchado sin despedirse. Poco después, el empleado del banco es encontrado muerto en su habitación, asesinado. La suma de dinero -15.000 rublos- ha desaparecido. La puerta de la habitación está cerrada por dentro y en la ventana hay marcas de haber sido forzada. En la habitación se encuentra el atizador retorcido que probablemente se usó para tal fin. Todas las sospechan recaen sobre el profesor Nikolef, por haber desaparecido. El profesor representa en los comicios locales al partido eslavo de la culturalmente dividida Riga, mientras que los banqueros Johausen representan al partido germano. La policía local, aún dentro del Imperio Ruso, es alemana, como lo son las poderosas fuerzas aristocráticas y burguesas de la ciudad. Que las sospechas del asesinato caigan sobre Nikolef es algo que viene como agua de mayo al bando germano para poder desprestigiar a los eslavos y hacerse completamente con el control político –el económico ya lo tienen- de la región. Tras el arresto de Nikolef, este se declara inocente, pero no explica por qué abandonó tan bruscamente la posada. Lo que sí se sabe es que el profesor tiene una deuda de 18.000 rublos con la casa Johausen, lo que muy bien explicaría el robo y el asesinato. La indignación popular crece contra el anciano profesor, que solo encuentra amparo en su joven hija Ilka.
 El prometido de Ilka es el joven Vladimir Yanof, un preso político evadido de su destierro en Siberia. El joven ha atravesado toda la región septentrional rusa, enfrentándose al hambre y los lobos, con la policía rusa y alemana pisándole los talones, para volver a su Livonia natal y encontrarse con Nikolef. Ese era el motivo de la fuga del anciano profesor: Entregarle al joven una importante cantidad de dinero que nada tiene que ver con la del señor Poch, asesinado en la posada. Vladimir, si intercede por él, dándole una coartada, se arriesga a ser arrestado por las autoridades alemanas.
¿Pero quién asesinó y robó al infortunado empleado del banco? Las intrigas políticas se entrecruzarán en un drama étnico que pondrá en evidencia los fragilísimos fundamentos de la multiculturalidad del pequeño país.

 
Julio Verne y los alemanes.

La fobia del autor francés por los vecinos del otro lado del Rin era fuerte en aquellos años. Para el año de publicación de la novela, el Segundo Imperio Alemán (II Reich) ya estaba más que consolidado tras la derrota de Francia en Sedán. Generalmente, los alemanes salen poco favorecidos en las novelas de Verne, si exceptuamos Viaje al centro de la tierra, cuyos protagonistas –no me explico cómo se le ocurrió algo así- son de Hamburgo. Pero en sus últimos años tuvo que contemplar el ascenso técnico, económico y militar de Alemania; cada vez más enfrentada a Gran Bretaña –país que él admiraba enormemente, junto con los Estados Unidos. Debía caberle, sin duda, la esperanza de que Rusia, con la que también simpatizaba, pudiera servir de freno al expansionismo alemán en el este, como Francia servía en el oeste.
En Un drama en Livonia, los alemanes son, naturalmente, las fuerzas del mal –el Banco Johausen y el Mayor Verder de la Policía-, opresoras de los humildes rusos, que son casi extranjeros en su propio país. Sin embargo, la realidad fuera de la novela era muy distinta: El Imperio Ruso era una autocracia que oprimía, igualmente, a otros pueblos locales –polacos, estonios, etc.- eternamente sojuzgados. Además, los rusos progresistas e intelectuales sufrían mucho más por la intransigencia del conservadurismo monárquico que por cualquier injerencia extranjera.
           
 La novela es, de cualquier manera, una delicia. Narración policiaca y drama histórico como ya no se escriben.
 
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