lunes, 2 de julio de 2012

LIBROS QUE HE LEIDO: LA HOJA ROJA (Miguel Delibes)



EL AUTOR

Miguel Delibes Setién (Valladolid, 17 de octubre de 1920[1] Valladolid, 12 de marzo de 2010)[2] fue un novelista español y miembro de la Real Academia Española desde 1975 hasta su muerte, ocupando el sillón "e".[3] Licenciado en Comercio, comenzó su carrera como columnista y posterior periodista de El Norte de Castilla, periódico que llegó a dirigir, para pasar de forma gradual a dedicarse enteramente a la novela.
Gran conocedor de la fauna y flora de su entorno geográfico, apasionado de la caza y del mundo rural, supo plasmar en sus obras todo lo relativo a Castilla y a la caza.
Se trata por tanto de una de las grandísimas figuras de la literatura española posterior a la Guerra Civil, por lo cual fue reconocido con multitud de galardones, pero su influencia va aún más allá, ya que varias de sus obras han sido adaptadas al teatro o se han llevado al cine, siendo premiadas en certámenes como el Festival de Cannes.
La muerte de su mujer en 1974 le marcó profundamente y en 1998 padeció un cáncer de colon, del que nunca llegó a recuperarse completamente, lo que detuvo prácticamente por completo su carrera literaria y le llevó a la apatía y prácticamente al ostracismo hasta su muerte en 2010



Nació en Valladolid el 17 de octubre de 1920, fue el tercero de los ocho hijos del matrimonio entre María Setién y Adolfo Delibes. Este último nació y murió en el municipio cántabro de Molledo, donde Miguel pasó numerosos veranos y del que fue nombrado hijo adoptivo en 2009.[4] [5] El apellido Delibes, de origen francés, provenía de Toulouse, ya que el abuelo de Miguel, hermano del compositor francés Léo Delibes, se había desplazado a España para participar en la construcción del ferrocarril en Cantabria.[6] Su padre fue catedrático de Derecho en la Escuela de Comercio vallisoletana.[7] Cursó sus estudios en el colegio de Lourdes, donde terminó el bachillerato en 1936. Tras estallar la Guerra Civil Española, se enroló como voluntario en la Marina del Ejército sublevado en 1938. Como voluntario, prestó servicio en el crucero Canarias, que realizaba sus operaciones en la zona de Mallorca.[7] [8] En 1939, al concluir la contienda, regresó a su ciudad natal e ingresó en la Escuela de Comercio. Tras finalizar esta carrera, inició la de Derecho y se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios, lo que le sirvió para mejorar sus dotes artísticas y ser contratado en 1941 como caricaturista en El Norte de Castilla, el diario vallisoletano por excelencia y decano de la prensa diaria española.

A partir de ese momento, se abrieron las puertas del periodismo para un joven Delibes de apenas 21 años. Publicó su primer artículo periodístico en El Norte de Castilla, titulado El deporte de la caza mayor, y obtuvo el carné de periodista profesional en 1943, tras un curso intensivo en Madrid.[10] El diario le otorgó el cargo de redactor, ocupándose de la sección dedicada a las críticas cinematográficas mientras continuaba realizando caricaturas. Dos años más tarde, obtuvo la cátedra de Derecho mercantil, por lo que comenzó a impartir clases en la Escuela de Comercio. El 23 de abril de 1946 contrajo matrimonio con Ángeles de Castro, quien posteriormente se convirtió en una de sus mayores inspiraciones literarias.  Su viaje de novios transcurrió en Molledo.

Fue tras contraer matrimonio cuando comenzó la carrera literaria de Miguel Delibes. Se inició entonces un trienio clave que marcó su carrera: en 1947 comenzó a escribir su primera obra, La sombra del ciprés es alargada, y nació su hijo Miguel, que llegaría a ser un conocido biólogo.[10] En 1948, recibió el Premio Nadal por La sombra del ciprés es alargada, comenzando así a despuntar en el panorama novelístico español. Poco después nació su hija Ángeles, conocida bióloga e investigadora. 1949, último año de ese trienio, estuvo marcado por la publicación de un nuevo libro, Aún es de día, que sufrió la acción de la censura. Como catedrático de Historia en la Escuela de Comercio, hubo de enfrentarse también a los censores franquistas a la hora de tratar en sus clases lo concerniente a la victoria de "los nacionales" en la Guerra Civil (victoria por la que él mismo había combatido voluntariamente durante tres años). A mediados de año nació Germán, su tercer hijo, actualmente catedrático de Prehistoria en la Universidad de Valladolid y reconocido arqueólogo.[12]
 
La caza, a la que Delibes era un gran aficionado, es un tema recurrente en sus obras.

En 1950 se inició una nueva etapa en la carrera literaria del escritor: tras sufrir un brote de tuberculosis,[13] publicó El camino, su tercera novela, en la que narra el proceso que sufre un niño en el descubrimiento de la vida y de la experiencia ante la amenaza de dejar el campo y marchar a la ciudad, obra que constituye su consagración definitiva en la narrativa española de la Posguerra. Ese año, nació su hija Elisa, licenciada en filología hispánica y francesa.[12]
En 1952, fue nombrado subdirector del diario El Norte de Castilla, por lo que sus enfrentamientos con la censura se volvieron cada vez más directos y frecuentes. El escritor abrió una etapa en la que publicaba una nueva obra de manera prácticamente anual, a saber: Mi idolatrado hijo Sisí (1953), La partida (1954), Diario de un cazador (1955) –Premio Nacional de Narrativa–, Un novelista descubre América (1956), Siestas con viento sur (1957) –Premio Fastenrath–, Diario de un emigrante (1958) y La hoja roja (1959), de contenido existencialista, donde un funcionario de limpieza aficionado a la fotografía rememora su vida al borde de la jubilación. En 1956, en pleno apogeo de este periodo, nació su hijo Juan, biólogo y aficionado a la caza y la pesca como su padre,[14] y ya en 1958 fue nombrado director de El Norte de Castilla.[

Apogeo literario

Los años 1960 representan el apogeo de Delibes como escritor. El periodo viene marcado por el nacimiento de su sexto hijo, Adolfo, licenciado en biología, y por el viaje que realiza el escritor a Alemania, donde visitó varias universidades. La etapa literaria se abrió con la publicación de Viejas historias de Castilla la Vieja (1960) y Por esos mundos (1961).[16] En 1962, Delibes publicó Las ratas, uno de sus grandes libros, historia construida a partir de una sucesión de anécdotas autobiográficas en las que se evoca el ambiente rural de un pueblo castellano desaparecido, con el que ganó el Premio de la Crítica;[16] nació Camino, última de sus siete hijos, licenciada en Filosofía y Letras; y se rodó la versión cinematográfica de El camino, dirigida por Ana Mariscal. 1963 fue un año turbulento: Delibes dimitió el 8 de junio como director de El Norte de Castilla tras varias desavenencias con Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo.[16] En los años siguientes, pasó seis meses de 1964 en los Estados Unidos como profesor visitante del Departamento de Lenguas y Literaturas Extranjeras de la Universidad de Maryland. Tras su regreso, redactó y publicó Cinco horas con Mario, considerada su obra maestra, donde una mujer vela el cadáver de su marido durante toda una noche mientras realiza un monólogo plagado de recuerdos hacia su esposo; USA y yo y La milana. En los años siguientes visitó Checoslovaquia y publicó Parábola del náufrago.[17] Continuó, ya en los años 1970, con varios libros de caza, actividad de la que es apasionado, y cuentos, para a continuación publicar Un año de mi vida, un diario personal.

El 1 de febrero de 1973, Miguel Delibes fue elegido miembro de la Real Academia Española, ocupando el sillón "e", vacante por la muerte de Julio Guillén.[18] [3] Ese mismo año, en diciembre, fue también elegido miembro de la Hispanic Society of America. Antes de terminar el año, publicó El príncipe destronado, su undécima novela.[19] El 22 de noviembre de 1974 falleció su esposa, Ángeles de Castro, a los 50 años de edad, algo que marcó profundamente al escritor para el resto de su vida.
Finalmente, el 25 de mayo de 1975 pronunció su discurso de ingreso en la Real Academia Española, siendo Dámaso Alonso, uno de los miembros destacados de la Generación del 27, y por aquel entonces presidente de la RAE, quien hizo entrega a Miguel Delibes de la medalla de académico.[19] [3] Su discurso de ingreso versó sobre El sentido del progreso desde mi obra, que posteriormente editaría como libro bajo el título de Un mundo que agoniza. Ese mismo año, salió a la luz su duodécima novela: Las guerras de nuestros antepasados. En los tres años siguientes, publicó varios libros sobre caza y uno sobre pesca, el único, Mis amigas las truchas. El periodo se cierra con la publicación de El disputado voto del señor Cayo, su decimotercera novela,[20] y en 1979, España asistió al estreno de la adaptación teatral de Cinco horas con Mario, siendo la protagonista la actriz vallisoletana Lola Herrera. Debido al gran éxito registrado, hubo de ser repuesta en varias ocasiones. Ese año, lanzó Castilla, lo castellano, los castellanos, una antología narrativa.[20]

Años 1980 y 1990: reconocimientos

En 1980, el VII Congreso Internacional de Libreros, celebrado en Valladolid, rindió homenaje al escritor. El gran título de este periodo fue Los santos inocentes, publicado en 1981, radiografía social donde noveliza la degradación de una familia rural explotada por los caciques de la Extremadura rural. En 1982 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, ex aequo con Gonzalo Torrente Ballester;[21] participó en el Congreso "Una literatura para el hombre", celebrado en Reggio Emilia, Italia. Durante esta década, publicó libros sobre caza, cuentos, y recopilaciones de artículos de prensa. En 1983 fue investido Doctor honoris causa por la Universidad de Valladolid. Al año siguiente, la Junta de Castilla y León le concede el Premio de las Letras[22] y los libreros españoles le nombraron autor del año, recibiendo el Libro de Oro como reconocimiento.[23] A finales de año, Los santos inocentes fue adaptado al cine, recibiendo Alfredo Landa y Francisco Rabal, actores de la película, el premio a la interpretación en el Festival de Cannes.[24] En 1985 publicó El tesoro y fue nombrado Caballero de las Artes y de las Letras de la República Francesa. En los años siguientes fue nombrado hijo predilecto de Valladolid, publicó Castilla habla, fue investido Doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid y asistió a la adaptación teatral de obras como La hoja roja y Las guerras de nuestros antepasados.[25]
El 7 de mayo de 1990 fue investido Doctor honoris causa por la Universidad del Sarre (Alemania). Un año después, el 30 de mayo de 1991, fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas, otorgado por el Ministerio de Cultura.[26] La Universidad de Málaga le rindió homenaje en el V Congreso de Literatura Española Contemporánea, titulado "Miguel Delibes: el escritor, la obra y el lector." Ese año, publicó uno de sus últimos títulos: Señora de rojo sobre fondo gris, una clara evocación de la figura de su esposa.[25] En el año siguiente, se desarrolló el "Encuentro con Miguel Delibes" en Madrid, organizado con motivo de la entrega del Premio Nacional de las Letras Españolas. Se celebraron un total de siete conferencias y cuatro mesas redondas estudiando la obra de Miguel Delibes.[25]

 Parón literario y últimos años

Su última gran obra, El hereje, homenaje a Valladolid, se publicó en 1998, recibiendo el Premio Nacional de Narrativa como reconocimiento.[27] Él mismo declaró al recibir el premio, que ya con 79 años, «había colgado los trastos de escribir». Con la entrada del milenio, se creó la Cátedra Miguel Delibes, con sede en las universidades de Nueva York y Valladolid, y cuyo objetivo es el estudio de la literatura española contemporánea, darla a conocer en los Estados Unidos y difundirla mediante las nuevas tecnologías.[28]
Tras la publicación de El hereje su carrera literaria prácticamente se detuvo, principalmente por el cáncer de colon que padecía el escritor, precisamente desde la última fase de redacción de su última gran novela.[29] Se encontraba impedido en gran medida, y experimentaba una apatía cada vez más grande. Recibió en 2007 el Premio Quijote de las Letras Españolas,[30] aunque en sus últimos años su producción literaria había sido prácticamente nula, con apenas unos pocos títulos, siendo el último De Valladolid. Con todo, y a pesar de los dolores que lo aquejaban, el escritor trataría aún de sacar adelante una nueva novela corta mediada la década del 2000. La obra, que iba a llevar por título Diario de un artrítico reumatoide,[31] fue finalmente abandonada después de medio centenar de cuartillas manuscritas. Por su incapacidad, tras ser galardonado con el Premio Vocento a los Valores Humanos, Juan Carlos I y Sofía de Grecia, Reyes de España, visitaron personalmente al escritor en su domicilio vallisoletano.[32] Fue reconocido en su ciudad con la creación de La Ruta del Hereje, basada en su novela y con la construcción del Centro Cultural Miguel Delibes, que es tanto conservatorio y auditorio, como centro de convenciones.[33]
La comunidad autónoma de Castilla y León, de manos de su presidente, Juan Vicente Herrera, le entregó en noviembre de 2009 la Medalla de Oro de Castilla y León como reconocimiento por «su defensa del castellano», calificando al autor como «maestro de narradores».[34] De igual modo, tanto la Junta de Castilla y León como numerosas entidades culturales e intelectuales españolas e internacionales propusieron en varias ocasiones a Miguel Delibes como candidato al Premio Nobel de Literatura, la última de ellas la realizada por la Sociedad General de Autores y Editores en 2010 junto a las de Ernesto Cardenal y Ernesto Sabato.[35]

Muerte y legado


El féretro de Miguel Delibes en la capilla ardiente instalada en el salón de recepciones de la Casa Consistorial de Valladolid.

Los actos en memoria del escritor se sucedieron en Valladolid durante el fin de semana que siguió a su muerte. En la imagen, Mejuto González, árbitro del Real Valladolid-Real Madrid de Liga, acompaña al nieto del escritor durante la suelta de una paloma blanca como homenaje a Miguel Delibes.
Durante los primeros días de marzo de 2010 su salud empeoró, y el 11 de marzo el escritor se encontraba ya en estado crítico, consciente pero muy sedado, esperando su familia el fallecimiento en cuestión de horas.[36] La muerte de Miguel Delibes ocurrió finalmente en su domicilio vallisoletano a primera hora de la mañana del 12 de marzo de 2010, a los 89 años de edad, como consecuencia del cáncer de colon que se le diagnosticó en 1998 y del que no pudo recuperarse.[37] Su capilla ardiente se instaló esa misma mañana en el salón de recepciones de la Casa Consistorial; a ella acudieron numerosas personalidades como Lola Herrera, Concha Velasco, la vicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega, el presidente de la Junta de Castilla y León Juan Vicente Herrera, o la ministra de Cultura Ángeles González-Sinde, entre otros, así como más de 18.000 personas.[38]
Su funeral se ofició al día siguiente, 13 de marzo, por la mañana, en la catedral de Valladolid, y posteriormente fue incinerado y enterrado en el panteón de Hombres Ilustres de Valladolid junto a personajes como José Zorrilla y Rosa Chacel. El Ayuntamiento de Valladolid otorgó el privilegio de trasladar y sepultar en dicho panteón los restos incinerados de Ángeles, esposa del escritor, junto a los del propio Delibes, para cumplir el deseo que éste siempre había expresado.[39]
El último día de ese mes, el alcalde de Valladolid, Javier León, anunció la creación de la Biblioteca Miguel Delibes en las instalaciones de lo que eran el depósito de locomotoras de Renfe. En la ciudad ya hay una calle que lleva su nombre, y el principal centro cultural de Valladolid ha sido bautizado en honor al escritor.[40]
El 12 de marzo de 2011 se constituyó la Fundación Miguel Delibes bajo la presidencia de su hija Elisa; su director gerente es Alfonso León López.[41] Del legado que custodia la fundación, forma parte la biblioteca personal de Delibes, unos 10.000 volúmenes repartidos entre Valladolid, Sedano y Tordesillas.[42] La Fundación Miguel Delibes tiene su sede temporal en varias estancias de la Casa Revilla de Valladolid


LA OBRA



La hoja roja es esa llamada prudente que recuerda al fumador el próximo fin de su librillo de papel. Para don Eloy la jubilación ha sido la hoja roja. Le ha llegado el momento de contar con avaricia las hojas que le restan en el librillo de la vida. Don Eloy perdió a su mujer y a sus hijos —uno muerto y el otro ausente, más lejano por el corazón que por la distancia— y se fueron también los amigos íntimos... Tan sólo cuenta con la Desi, una muchacha de veinte años que se ocupa de las tareas domésticas y cuya mayor ilusión es casarse con un mozo de su pueblo de sangre caliente, llamado el Picaza. El hondo dramatismo que parece conformar a estos personajes y su entrañable desamparo podría hacer pensar en una novela triste. Sin embargo, el humor y la frescura con que Delibes nos acerca al cotidiano devenir del viejo y de su criadita analfabeta hacen de La hoja roja una de las obras más irónicas y divertidas de su autor. Admirablemente escrita y construida, La hoja roja es una novela emocionante, humanísima, donde Miguel Delibes demuestra su extraordinaria capacidad para extraer de la vida diaria los más puros resortes del arte.

IMPRESION PERSONAL

Siempre es un gustazo releer a los clásicos. Y digo clásicos conscientemente porque, sin duda alguna, Miguel Delibes lo es ya para siempre en nuestras letras. A pesar de que solo hace un par de años estuviese entre nosotros ¿realmente se irá alguna vez?. De hecho era´, indiscutiblemente, un clasico aún en vida. Y digo que es un gustazo porque es abismal la diferencia entre leer a uno de éstos grandes y otros escritores al uso, productores de best sellers y demás subproductos editoriales. Así tenemos que, aunque ésta novelita es corta en extensión, es densa y prolija en su contenido. La construcción y la sintaxis espléndidas, el lenguaje rico sin caer en petulancias. Merece la pena leerla muy despacio (creo que es la unica forma de leer esta obra) y masticar, paladear e incluso rumiar la brillante prosa de Delibes. 

La metáfora de la hoja roja vertebra esta pequeña gran historia escrita por el recientemente fallecido Miguel Delibes. ¿Por qué digo pequeña? Porque Delibes tiene la maravillosa capacidad de retratar minuciosamente personajes sencillos, de esos que uno conoce en su día a día y que precisamente por eso no catalogaría como "material literario". ¿Por qué digo grande? Porque uno apenas tiene que pasarle un algodón a esta fina capa de anodina cotidianidad para profundizar en los grandes temas planteados por el escritor vallisoletano: la soledad, la vejez, el vértigo ante la cercanía de la propia muerte, la ilusión de vivir...

Al personaje del viejo Eloy -no es cosa mía: el narrador siempre se refiere al protagonista como "el viejo Eloy"- se le opone el personaje de la Desi, su joven criada. En base a los personajes, se distinguen tres partes en la narración: por un lado, encontramos la vida y los recuerdos enmarañados del viejo; por otro, las ilusiones y pensamientos de la chica; por último, la especial relación que se va forjando entre ellos y que terminará estrechándose debido a ciertos acontecimientos -no por intuidos menos dramáticos- que devienen al final de la novela.

Si bien la narración puede resultar repetitiva, esto no es ninguna torpeza por parte del autor sino todo lo contrario: el viejo Eloy vuelve continuamente a las mismas vivencias, recupera junto con su amigo Isaías los mismos recuerdos y se olvida sistemáticamente de los mismos detalles del día a día; además intenta, infructuosamente, comunicarse con los que le rodean a través de la neblina que le empaña las ideas. El lector se enternece ante el retrato de los miedos y las obsesiones de un hombre al que le ha salido la hoja roja en el librillo de fumar y que sabe que también él tiene las hojas contadas


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