EL AUTOR
Almudena Grandes nació en Madrid el 7 de mayo de 1960. Estudió Geografía e Historia en la Universidad Complutense de Madrid y comenzó a trabajar escribiendo textos para enciclopedias.
Su primera novela publicada, Las edades de Lulú, fue galardonada con el XI Premio La Sonrisa Vertical y fue llevada al cine por Bigas Luna al año siguiente. La novela tuvo un gran éxito. Su siguiente novela, Te llamaré Viernes, tuvo menos repercusión pero de nuevo alcanzó el éxito con Malena es un nombre de tango qe apareció en 1994 y fue llevada al cine por Gerardo Herrero en 1996.
En 1996 se casó con el poeta granadino Luis García Montero y tienen una hija, Elisa, además de dos hijos de sus respectivas relaciones anteriores, Mauro e Irene.
Le siguieron Atlas de geografía humana (1998), Los aires difíciles (2002) y Castillos de cartón (2004). De nuevo Los aires difíciles fue llevad al cine por Gerardo Herrero.
Con El corazón helado, su novela más extensa y ambiciosa, ganó el VII Premio de Novela Fundación José Manuel Lara y el premio del Gremio de Libreros de Madrid.
El 23 de marzo de 2007 se estrenó la película Atlas de geografía humana, basada en su novela.
Almudena Grandes es también columnista habitual del diario El País y contertulia en los programas de la Cadena SER. Se ha significado siempre por sus posiciones políticas de izquierda.
En octubre de 1997 la autora recibió en Italia el prestigioso premio Rossone d’Oro. En 2002 recibió, a su vez, el IV Premio Julián Besteiro de las Artes y las Letras
EL LIBRO
- Nº de páginas: 936 págs.
- Encuadernación: Tapa blanda
- Editorial: TUSQUETS EDITORES
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9788483103739
El corazón helado deja constancia de la historia española del siglo XX y de la profecía autorrealizada del verso de Machado —"Una de las dos Españas ha de helarte el corazón"— a la que alude el título. El frío como metáfora de la supervivencia, su recuerdo asociado a la muerte, el miedo y el silencio, permite a unos personajes moralmente abatidos continuar con su existencia, sobreponerse, mantenerse despiertos y mirar hacia delante viviendo un pacto social que simula "un todo igual a la suma de las partes" y que es "solo posible cuando éstas se ignoran entre sí", según reflexiona Álvaro, intentando aplicar las leyes de la física como una salida razonada de la situación en que se encuentra.
Para trasladar la metáfora del frío a las 919 páginas de su novela, Almudena Grandes ha dividido el libro en tres capítulos; el primero, "El corazón", se centra en una revelación que gravitará sobre la relación de Álvaro y Raquel como una verdad insoportable. En la segunda parte, "El hielo", los efectos de otras verdades son presentados por la escritora en base a un corpus de trabajos de historia que le ha permitido seleccionar el material de partida para representar el conflicto ideológico y social, los traumas personales y los desgarramientos familiares que se vivieron en España a lo largo de la segunda república y la Guerra Civil, con el régimen franquista y el exilio como corolarios aparentemente inevitables.
El lector recibe en forma de relato épico gran parte del material empleado para narrar este capítulo de la Historia, que la novelista entrega en imágenes de un lirismo angustiado y una caracterización minuciosa de sus personajes; ello anticipa una muy probable versión cinematográfica de la obra: hay traición y venganza, pero también hay historias de amor heroicas y prosaicas, y lo que es no menos importante, un final catártico con hechos reales engarzados en los episodios más novelescos del relato. La traición deliberadamente calculada y el deseo de venganza constituyen los temas centrales de la novela, mientras que el amor y los sentimientos actúan como una fuerza de gravedad que consigue subvertir lo predecible.
En la última parte de la novela, que lleva el mismo título que ésta, Álvaro llega a la conclusión amarga de que existe una memoria de los vencedores y otra de los vencidos,"con intereses distintos y un solo resultado para los hijos, para los nietos de todos". Y, sin embargo, su personaje encarna el conflicto interno de quien busca la verdad incluso al precio de quitarse la tierra bajo sus propios pies y sentir un corazón helado que al cabo del tiempo vuelve a arder.
IMPRESIONES
“El corazón helado es una novela en el sentido más clásico del término. Es, de principio a fin, una obra de ficción, y sin embargo no quiero ni puedo advertir a los lectores que cualquier semejanza de su argumento o sus personajes con la realidad sea una mera coincidencia. Lo que ocurre es más bien lo contrario. Los episodios más novelescos, más dramáticos e inverosímiles de cuantos he narrado aquí, están inspirados en hechos reales” (pág. 924). Con esta declaración en la “Nota de la autora” añadida al final bajo el epígrafe “Al otro lado del hielo” presenta Almudena Grandes esta impresionante novela, la más ambiciosa de las suyas y la mejor, tanto por la ingente articulación de historias, sentimientos, pasiones y emociones en su contenido, como por el artístico maridaje de tradición y modernidad en su estructura narrativa.
Imposible dar cuenta del océano de historias y personajes en una novela que ronda las mil páginas, contando y mostrando desde el principio hasta el final episodios y situaciones que nunca dejan de interesar, por su gravedad y dramatismo, y que bucean con progresiva intensidad en la psicología de los personajes en desgarradas introspecciones, que remueven sus conflictos más íntimos en su enfrentamiento consigo mismos, con sus seres más queridos y con el pasado trágico que atormenta la memoria de casi todos. Sólo diré que tan caudalosa novela está vertebrada en torno a la historia de dos familias españolas en la Guerra Civil y su amedrentada posguerra, hasta la muerte de Franco, los años de la transición política y el presente situado en 2005, que abre y cierra tan larga peripecia individual, familiar y colectiva, representativa de las dos Españas del poema de Machado, de donde procede el título de la obra. La familia española, del éxodo y el llanto, está representada por los Fernández Muñoz, ricos antes de la guerra, defensores de la República y exiliados después en Francia. La otra es la familia de los Carrión, dueños de un imperio inmobiliario, amasado en la España franquista.
Despedida de los voluntarios de la Division Azul
Todo comienza con el entierro de Julio Carrión en marzo de 2005. Allí aparece Raquel Fernández Perea, joven desconocida que despierta el interés de uno de los hijos, álvaro. A partir de ahí, en tres partes con 5, 15 y 5 capítulos, en composición simétrica, se producen largas retrospecciones que van recreando la desgraciada historia desde la preguerra, la guerra y la posguerra, hasta llegar al presente. Su primer acierto constructivo está en la colaboración de dos narradores alternantes que van completando la variedad de historias de una misma historia. En las tres partes los capítulos impares están narrados en primera persona por álvaro Carrión, cuyo enamoramiento recíproco, entre Raquel y él, arrastra a los dos a descubrir el abismo de la culpa y la tragedia. Los capítulos pares están contados por un narrador omnisciente en tercera persona que va relatando fragmentariamente la historia familiar de los Fernández: sus desgracias en la guerra, sus amarguras en los campos de refugiados y en la resistencia francesa durante la II Guerra Mundial, la gran traición que los condenó a perder sus propiedades en España y su regreso al país con la vuelta de muchos exiliados. En 1977 el abuelo de Raquel hizo una visita a Julio Carrión, que no se le olvidará a la niña que entonces era su nieta ni tampoco a los hijos mayores de los Carrión, cuya fortuna procede de la traición y del robo. La perfecta complementariedad de ambos narradores permite ir aclarando tan compleja historia, encarnada en el sufrimiento individual de muchos personajes, e ilustrativa de las dos Españas en permanente conflicto.
El realismo es la técnica predominante. Grandes ha construido una novela de prosapia galdosiana (el autor de Fortunata y Jacinta recibe uno de los homenajes incluidos en la tabla gratulatoria final). A esa estirpe realista de las grandes novelas del siglo XIX responden el desarrollo progresivo de una historia familiar y plural con muchos meandros y la creación de personajes redondos, complejos, como Julio Carrión, que se apuntó a todos los frentes hasta dar con el ganador; Ignacio Fernández, íntegro en su esencial bondad y sabiduría humana; Teresa González, luchadora maestra republicana de Torrelodones; y Paloma Fernández, criaturas éstas dos dignas de una tragedia, además de álvaro Carrión y Raquel, salvados al final por el amor. Pero la técnica rea-lista resulta enriquecida y modernizada por medio de fecundos procedimientos aprendidos en la novela del siglo XX, como el estilo indirecto libre, empleado para revelar la visión de los personajes principales, o el monólogo interior, a veces tejido con las voces de varios personajes en su dramática corriente de conciencia. Aquí entra el confesado homenaje a Max Aub y a su Laberinto mágico en el encuentro de Ignacio Fernández y el aubiano Vicente Dalmases en un calabozo madrileño (pág. 283).
Vista parcial de la calle Jorge Juan (Madrid)
Tradición y modernidad se unen en momentos culminantes de la novela, como la sangrante lectura de la carta de la abuela Teresa por álvaro y su descubrimiento de lo que su padre les había ocultado; o la patética desolación de Paloma, primero por la herida carta de amor de su esposo antes de morir, y después por la traicionada entrega de su belleza al pérfido Carrión. Son momentos inolvidables, pero hay más en esta novela con múltiples tonos y registros: épica en el fervor de las ideas, incluso con empleo del epíteto épico “la viuda roja”, referido a la bella Paloma; lírica en la explosión íntima de sentimientos; dramática y trágica, con anagnórisis en el reconocimiento tardío, y catarsis en la redención por amor; y melodramática en la ternura y efectismo de algunas historias como la de Anita. Hay que resaltar la profundidad y complejidad de la introspección psicológica en el alma destrozada de Raquel y álvaro, para el cual no hay reconciliación posible con su nombre, cargado de vileza, y menos al comprobar el despiadado cinismo de su madre con el corazón de piedra.
El corazón helado muestra una gran lección de Historia social y sentimental para comprender el pasado y el presente de los españoles. Como novela combina con eficacia la narración, que mantiene su interés de cabo a rabo; la descripción matizada, con páginas tan logradas como las dedicadas al cielo de Madrid (págs. 32-33); la reflexión cargada de pensamiento; y el diálogo, como vehículo de desnudamiento de almas. Sin duda es una novela desmesurada, muy novelera. Le sobran páginas, historias y personajes. A todas las novelas de más de cierta extensión se les pueden eliminar. Hay demasiados laísmos en la voz del narrador, tópicos y algún uso impropio, como “dintel” (pág. 816) en lugar de umbral. No son ni siquiera manchas en un texto con indesmayable fuerza narrativa, lleno de vida, pasiones y sentimientos que hacen de esta novela excesiva una gran novela.
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